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Domingo, 13 de mayo 2018, 01:38
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Arropados en la final de Eurovision por sus profesores de la Academia de 'Operación Triunfo', Amaia y Alfred derrocharon química sobre el escenario. Su complicidad fue una de sus armas más poderosas en el festival. Una puesta en escena sobria denotaba que todo lo apostaban al amor que se profesa la pareja, pero el cariño no siempre gana y el dúo tuvo que conformarse con la vigésimotercera posición, un puesto poco agraciado… ¡hasta Rodolfo Chikilicuatre quedó por delante en 2008! Pero evitemos las odiosas comparaciones, que ninguno de los dos artistas españoles las merece.
Primeros espadas de la canción patria enviaron mensajes apoyando a Amaia y Alfred. Desde Alejandro Sanz a Malú, pasando por Abraham Mateo, entre otros muchos, quisieron animar a los aspirantes que, con todo, deben estar orgullosos porque la competencia era feroz y su actuación fue más que correcta. Cierto que la puesta en escena de 'Tu canción' la salvaron los cientos de móviles que iluminó el público durante la interpretación, tanta sobriedad, tanto foco sobre la pareja fue excesivo.
Tanto él como ella demostraron una compenetración encomiable, sus voces encajaban a la perfección y el tema es pegadizo y bonito, pero quizá no el adecuado para una Eurovisión que parece apostar por el vanguardismo de Israel, que arriesgó con Netta, una artista original, divertida y carismática. También es cierto que es fácil decirlo a toro pasado.
La navarra, que lucía un elegante vestido de encaje negro bastante escotado de la diseñadora Teresa Helbig, y el catalán, que vestía un ajustado traje color vino, lucharon con el ya considerado himno al primer amor y dejaron el pabellón bien alto. Cabe señalar que son dos jóvenes que llevan menos de cinco meses sufriendo un cambio drástico en sus vidas. De concursar en un talent a representar a su país en televisión y ser el centro de todas las miradas (y las críticas, algunas muy mal intencionadas). La pareja no se merecía, por ejemplo, que la delegación de la BBC en Eurovisión tuiteara tras su actuación: «¿Por qué no os váis a la habitación de un hotel?». El desfortunado comentario en las redes sociales es solo un ejemplo de lo que ambos han tenido que soportar estos días. Una presión, dirán algunos, que tiene más ventajas que inconvenientes. Puede ser, pero una cosa no quita la otra.
Pasado el trago, aún les quedan algunos días de penitencia, aliviada con seguridad por el arrope de aquellos que aún apelan al sentido común. Sí, han quedado en el puesto 23, ¿y qué? Para gustos están los colores y el talento que han demostrado estos dos artistas está fuera de toda duda. Ahora queda lo peor, mantener sus carreras, evitar el olvido y seguir en la lucha diaria, que esa sí que es jodida.
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