Thomas Adès gana el premio Fronteras por una música intelectual que apela a las emociones
El compositor británico se alza con el premio de la Fundación BBVA
Una premonición. Bilbao fue la primera ciudad no británica que el compositor Thomas Adès (Londres, 1971) conoció, su puerta de entrada a un mundo diferente, ... casi exótico para el niño de 12 años que era entonces. Bilbao fue también el lugar donde se estrenó en España la ópera que lo hizo famoso. Fue en 2016 en el teatro Arriaga y 'Powder her face' ya había perdido algo de su capacidad para escandalizar –por el tema, no tanto por la música– pero en este caso el descubrimiento fue inverso:la ciudad que se asomaba a otro mundo. Y Bilbao está en el nombre de la Fundación BBVA, que ha concedido a Adès el premio Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera. El compositor británico se incorpora así a una lista repleta de apellidos ilustres:de Boulez, Adams y Gubaidulina a Pärt, Eötvös y Glass, que lo ganó el año pasado.
El jurado, presidido por Pedro Halffter, ha destacado «el alcance internacional de su obra» y su «capacidad comunicativa (...)que conecta transversalmente con públicos diversos al tiempo que abre horizontes de futuro». El secretario del mismo, Víctor García de Gomar, ha puesto el acento en que Adès es dueño de un lenguaje que conecta intelecto y pasión. Una apreciación que comparte el propio compositor, que en más de una ocasión ha explicado que no puede «separar la razón de la emoción».
Adès estudió Música en la Guildhall School y el King's College de Cambridge. Con solo 24 años aceptó un encargo que habría de cambiar su vida:poner música a la historia de la duquesa de Argyll. Una ópera destinada a ser un escándalo porque la citada duquesa, un personaje muy célebre en los años sesenta, se vio envuelta en una demanda de divorcio cuando su esposo descubrió la larga lista de sus infidelidades. En el juicio en el que debía resolverse la ruptura, salió a la luz una libreta en la que ella anotaba detalles íntimos de sus encuentros sexuales e incluso la 'nota' que ponía a cada uno de sus amantes.
Lanzamiento
Con ese material, Adès escribió 'Powder her face', que lanzó su carrera en todo el mundo. Su música bebe del surrealismo que conoció en casa, gracias a una madre historiadora del Arte y devota admiradora de Dalí, junto a la tradición y la modernidad, encarnada en el techno. Otras óperas de su catálogo son 'The tempest' y 'The exterminating Angel' (basada en 'El ángel exterminador' de Buñuel). Este es un género en el que se siente a gusto aunque confiesa que cuando se sienta a escribir una la exigencia es tal que todo lo demás queda fuera. «Es como ser atraído por un agujero negro», ha dicho gráficamente.
En el ámbito de la música instrumental destacan 'In seven days', 'Polaris', 'Asyla' y, quizá la partitura más famosa de todas, un Concierto para violín que tiene una presencia cada vez mayor en la programación de las orquestas. Aunque Adès es un músico fácil de entender para aficionados no demasiado acostumbrados a la música de vanguardia, a veces sus recursos sorprenden: en 'Asyla', por ejemplo, la percusión incluye unos grandes bidones metálicos a modo de tambores.
Ese catálogo le ha proporcionado ya numerosos premios, algo que llama la atención dada su edad. Eso incluye un Grammy y la distinción de Comendador de la Orden del Imperio Británico. Además, su faceta de compositor discurre paralela a la de docente, pianista y, sobre todo, director. Ha estado vinculado a la Orquesta Hallé de Manchester, la Sinfónica de Boston, el centro de música contemporánea de Birmingham y ha sido director del festival de Aldeburgh (que fue fundado por Benjamin Britten). Es invitado con frecuencia a dirigir la Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica de Londres, la Orquesta del Concertgebow de Ámsterdam y otras.
Su candidatura contó con el apoyo de Franz Welser-Möst, que dirigió el último Concierto de Año Nuevo en Viena. El premio está dotado con 400.000 euros y, al igual que en las restantes siete categorías, su objetivo fundamental es celebrar y promover «el valor del conocimiento como un bien público sin fronteras».
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