

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Iñigo Linaje
Sábado, 19 de octubre 2024, 00:01
El escritor y colaborador de este suplemento Jesús del Campo (Gijón, 1956) acaba de publicar 'Aguafuertes', (Acantilado), una colección de cuarenta y seis microrrelatos ambientados ... en varios países de la Europa del Barroco. Por el libro, lleno de conflictos, aventuras y erotismo, pululan desde príncipes y reyes hasta campesinos o comerciantes, un elenco de personajes que ofrece al lector un variado muestrario de las pasiones humanas en un periodo convulso de la historia que, de alguna manera, puede ser también un reflejo de nuestro presente.
- ¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
- Vi en Youtube una representación de 'El Burgués Gentilhombre' en francés de la época de Molière. Es un francés descarado, de fonética muy diferente al actual. De aquella forma de hablar tan aparatosa se deducía una forma de vivir. Aquellos recursos cómicos tan gestuales mostraban otra sociedad con otros cánones y otros miedos. Aquel mundo es hoy inimaginable; estaban habituados a rigores que no soportaríamos. Hambre, despotismo, desamparo. Meterse ahí era como explorar una cueva oscura.
- ¿Por qué ambientar una obra en el Barroco cuando nuestro presente es tan prolijo en acontecimientos?
- La fábula se hace más clara bajo los ropajes de otra época. Se trata de saber cómo se han preservado viejas pulsiones al margen de los adelantos tecnológicos. Nos hemos civilizado lo bastante para declarar intolerables ciertos niveles de crueldad. Convivimos con la crueldad de forma menos descarnada que hace cuatro siglos. Pero la seguimos tolerando y la encontramos entretenida.
- Muchas de las viñetas de 'Aguafuertes' combinan un lenguaje refinado con otro coloquial. ¿Qué le permite ese recurso?
- Hay personajes de trabajos y procedencias muy diversos, me gusta ese coro de voces diferentes que cuentan su visión de la vida. La banda sonora de lo que dijeron los anónimos, los que no entraron en los libros de historia, se ha perdido en un olvido inmenso; y me tentaba rescatarla…Y la prosa sin poesía me aburre, hace falta que los personajes se pongan en trance y se eleven de vez en cuando sobre la miseria que los rodea.
- A lo largo del libro hay abundantes pasajes eróticos y otros de violencia sexual. ¿Qué quiere expresar con esa dualidad?
- La intimidad es un misterio. En los cuadros del siglo XVII ves gente pero no la oyes, ni la ves fuera del lienzo. Y en esa intimidad habría sitio para conductas muy distintas. En un siglo tan violento, la intimidad de hombres y mujeres estaría sin duda contagiada de esa violencia. Los relatos exploran ese contagio. Toda nuestra cotidianidad está marcada por el legado que hemos recibido. La de esa gente, no. Su privacidad amorosa se abre camino en medio de los dogmas de entonces. Me interesa ese misterio.
- Suele decirse que la historia se repite… ¿En qué medida se parece la sociedad del Barroco a la de nuestros días?
- La guerra de los Treinta Años que devastó Centroeuropa surge de un desacuerdo sobre religión. A raíz del descubrimiento de la imprenta había muchos intérpretes de verdades incuestionables. Y necesitaron mucho tiempo y mucha violencia para ordenar aquellas divergencias. Ahora, con la llegada de las llamadas nuevas tecnologías (alguien sin duda se reirá de ellas en el futuro), se ha multiplicado el griterío, hay más aspirantes a la predicación que público dispuesto a escucharla. Eso creará convulsiones. Y sigue habiendo violencia, y desacuerdos al clasificarla. Nos comportamos como nuevos ricos: hemos descubierto cosas que nos parecen el acabose, pero no hemos borrado el instinto de barbarie. Y también hay un cierto fomento del exceso, como si la mesura fuera una antigualla.
- ¿Cuánto tiene de tratado moral este libro?
- Son fábulas sobre cómo la condición humana se transforma con los tiempos en rasgos más o menos superficiales, pero sigue siendo la misma. Los derechos humanos, la salud, el ocio son logros que ya damos por supuestos. Vivimos en un olvido desdeñoso de las fatigas de nuestros antepasados. Pero aquella gente del Barroco buscaba sobrevivir con lo que tenía. Es bueno ver las limitaciones del pasado para no atascarse en los logros del presente.
- ¿En qué sentido pueden retratar estas viñetas los vicios y las virtudes de nuestro presente?
- Sigue habiendo invasiones crueles, despotismos, desprecio a la ley. La forma en la que esos males afligieron al mundo podría servir para ver las violencias contemporáneas con mejor perspectiva. A veces parece que sólo una gran catástrofe tiene, una vez concluida, el valor pedagógico de sacudir conciencias y hacer firmar paces duraderas. Debería bastar con reflexionar un poco, saber cultivar la calma sin falta de que la tormenta nos espabile.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.