Rachmaninov, una pasión arrebatadora
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El compositor ruso, autor de varias de las obras musicales más célebres del siglo XX, nació hoy hace 150 añosEs autor de un puñado de melodías de un lirismo íntimo que se mezclan con pasajes de una pasión arrebatadora. Sus obras para piano son de una enorme exigencia técnica porque las compuso pensando en interpretarlas él mismo, y su técnica era formidable y se apoyaba en unas manos enormes que le permitían verdaderas proezas. La popularidad que alcanzó ya en vida tanto en su faceta de intérprete como en la de compositor fue muy grande, una fama agigantada por el efecto de las grabaciones discográficas. El resultado es que varias de sus obras, en especial los conciertos para piano Nos. 2 y 3 y 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' (sobre todo la Variación Nº 18) están entre las piezas clásicas más célebres de todos los tiempos. Y, sin embargo, Sergéi Rachamninov, pues de él se trata, tuvo que soportar durante muchos años que los defensores de las vanguardias lo tildaran de empalagoso, antiguo y superficial. El paso del tiempo ha puesto a cada uno en su sitio, y el de Rachmaninov está entre los más grandes. Hoy se cumplen 150 años de su nacimiento.
Rachmaninov vino al mundo el 20 de marzo (según el calendario juliano, 1 de abril según el gregoriano) de 1873 en la provincia rusa de Novgorod, en el seno de una familia aristocrática con gran afición por la música. A los cuatro años recibió sus primeras lecciones, que luego continuarían en San Petersburgo, adonde se trasladó la familia tras verse obligados a vender casi todas sus fincas. En los siguientes años, el joven Rachmaninov conoció y admiró a Chaikovski, fue alumno de Taneiev y Arenski y se hizo amigo de Scriabin. Con solo 18 años escribió su Concierto para piano Nº 1 (luego lo revisaría) y durante un tiempo se desenvolvió entre la composición y la interpretación, pues eran los conciertos los que le permitían vivir.
La muerte de Chaikovski y sobre todo el catastrófico estreno de su Sinfonía Nº 1 –no falta quien asegura que el director, el también compositor Glazunov, estaba borracho– le sumieron en una depresión que requirió de un tratamiento médico. Nunca agradeceremos lo suficiente a Nikolái Dahl lo que hizo por Rachmaninov:lo primero que escribió tras las sesiones de psicoterapia fue el Concierto para piano Nº 2. El estreno fue recibido con una verdadera apoteosis, y la pieza mantiene desde entonces esa acogida. El éxito le sirvió incluso para conseguir que la Iglesia ortodoxa autorizara su boda con Natalia Satina, para la que necesitaba un permiso dado que eran primos.
Hasta la Revolución de 1917, Rachmaninov fue construyendo una obra que gira de manera principal sobre el piano, aunque también logró notables éxitos con su Sinfonía Nº 2, 'Las campanas' o 'La isla de los muertos'. Pero la llegada de los bolcheviques al poder cambió su vida radicalmente. Apenas unos días antes del final de 1917 abandonó Rusia para no regresar jamás. En el cuarto de siglo que le quedaba de vida se empeñaría en no olvidar ni por un minuto de dónde venía:en su casa se reunían amigos rusos, los criados que contrató eran rusos, la comida era rusa, la bebida era rusa. Fue así en sus sucesivos domicilios en Francia, Suiza y EE UU.
Aunque en más de una ocasión aseguró que su inspiración se había quedado en su país, siguió componiendo. Eso sí, a un ritmo mucho menor que antes pero grandes obras: ahí están el Concierto para piano Nº 4, la Sinfonía Nº 3, la 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' y las 'Danzas sinfónicas', la última de su catálogo y la única que escribió íntegramente en EE UU, donde pasó la mayor parte de su vida como exiliado voluntario.
Grabaciones
La celebridad alcanzada como concertista, director y compositor le permitió llevar una vida cómoda. No solo tenía un amplio servicio a su disposición –siempre ruso, como se ha dicho– sino que se permitía caprichos como alquilar un vagón de tren para poder viajar en él a lo largo del país. Fue esa misma celebridad la que llevó a los productores de la pelicula 'Dangerous Moonlight' ('Aquella noche en Varsovia') a pedirle un breve concierto que debía interpretar el protagonista del filme, un pianista que huye de la guerra. El músico ruso no aceptó, y finalmente la partitura fue escrita por Richard Addinsell, que suena a... Rachmaninov.
Rachmaninov se benefició además del auge de las grabaciones discográficas. Ya en EE UU, desde los años veinte y hasta solo unos meses antes de su muerte, registró como pianista sus principales obras. Son grabaciones que están aún disponibles y permiten escuchar su propia lectura de sus partituras con una calidad sonora razonable.
El impacto popular de su música es enorme y además se ha usado para acompañar historias que nada tienen que ver entre sí. Si David Lean hace sonar el Concierto para piano Nº 2 en las escenas más dramáticas de 'Breve encuentro' (ese plano en el que la protagonista piensa por un instante en arrojarse al paso del tren, en un homenaje manifiesto a 'Anna Karenina'), Billy Wilder utiliza exactamente la misma música en 'La tentación vive arriba' para el momento en que Tom Ewell trata de seducir a Marilyn Monroe. Las grandes obras encajan en todos los contextos.
Rachmaninov murió el 28 de marzo de 1943, a punto de cumplir 70 años y solo mes y medio después de haber conseguido la nacionalidad estadounidense. Fue esto lo que impidió cumplir su última voluntad:ser enterrado en el que quizá sea el cementerio más hermoso del mundo, el del convento Novodévichi de Moscú, donde reposan los restos de los grandes de la cultura rusa.
Cuatro obras imprescindibles
Svjatoslav richter.
Concierto para piano Nº 2
Filarmónica de Leningrado. Kurt Sanderling, dir. Sello:Melodía. Richter hace una lectura de una belleza absoluta
Marta Argerich
Concierto para piano Nº3
Orq. de la Radio de Berlín. Riccardo Chailly, dir. Sello:Decca. Argerich es pasión sin freno. Una versión incendiaria
Joaquín Achucarro
Rapsodia Paganin i
Orq. RTVE. Miguel Á. Gómez Martínez, dir. Sello:RTVE. Achúcarro ofrece una lectura de un muy refinado lirismo
Valery Gergiev
Sinfonía Nº 2
London Symphony Orchestra. Sello:LSO. Pocos directores comprenden la música rusa como Gergiev