El nuevo realismo filosófico
Ensayo ·
El movimiento surgió tras la demolición realizada por el posmodernismoEl siglo XXI se ha consagrado como la época de la incertidumbre, el miedo y la perplejidad. Las sociedades líquidas de Bauman son ahora comunidades ... en las que sobresale un individualismo destructor a la par que temeroso frente a una época de inquietud y desasosiego. El ciudadano se ha rendido, ya no pretende transformar la realidad (piensa que ya no es transformable) y ha bajado los brazos considerando de antemano cualquier acción como estéril y condenada al fracaso. Vivimos unos tiempos en los que hemos perdido la capacidad de proyectar un futuro en el que la decisión política se imponga a la económica y de ahí la progresiva pérdida de libertad de nuestras sociedades.
En ese contexto, quienes abogan por volver al Idealismo en el espacio cultural e histórico, sacándolo del ostracismo en el que lo relegó la posmodernidad, lo tienen difícil. Considerarlo como prioritario en el debate filosófico actual es en cierta medida quimérico. A sus viejos enemigos (realistas, kantianos de escasa sensibilidad histórica, incondicionales de Heidegger, primitivistas marxistas ortodoxos, procedimentalistas de germen liberal, relativistas posmodernos) se ha sumado el denominado 'Nuevo Realismo', que se ha convertido en la corriente filosófica más representativa de los primeros años del siglo XXI y que simboliza una fuerte reacción no solo contra el posmodernismo de finales del siglo XX, sino contra la tradición dominante en dicho siglo e incluso de la Modernidad.
Surgido del desierto en el que se encontraba la filosofía finisecular tras la demolición realizada por el posmodernismo, encontramos sus antecedentes en filósofos como Alain Badiou, Gilles Deleuze, Roy Bhaskar, etc., y se encarna en novedad teórica en la obra del filósofo francés Quentin Meillassoux que lo denomina 'materialismo especulativo' o 'filosofía especulativa' ('La inexistencia divina', 1997 y 'Después de la finitud. Ensayo sobre la necesidad de la contingencia', 2006). En este momento el Nuevo Realismo inicia su andadura en el pensamiento filosófico del siglo XXI que, poco a poco, se irá enriqueciendo con las aportaciones de otros jóvenes filósofos, y que fue presentado públicamente en un coloquio en el Goldsmith College de Londres en 2007 (Meillassoux, Graham Harman, Iain Hamilton Grant y Ray Brassier).
Nacía un nuevo movimiento filosófico caracterizado y definido como 'realismo especulativo', constituido por diferentes variantes ('nuevo materialismo', 'materialismo especulativo', 'realismo ontológico' o 'realismo neutral') vinculadas a sus diferentes integrantes y que se ha ido consolidando con nuevas ideas de filósofos como Catherine Malabou, Jean Bennett, Ian Bogost, Günter Figal, Manuel de Landa, Steven Shaviro, Timothy Morton, Tom Sparrow, Tristan García y, fundamentalmente, Markus Gabriel y Maurizio Ferraris. Gabriel ('Porqué el mundo no existe', 2013, y 'No soy mi cerebro', 2015) y Ferraris rubricaron el nacimiento del Nuevo Realismo' en un almuerzo en el restaurante Il Vinacciolo de Nápoles, el 23 de junio de 2011, y, posteriormente, el 'Manifiesto del Nuevo Realismo' (2012), de este último, recogió las líneas maestras del movimiento.
Los protagonistas
Quentin Meillassoux
Dio el primer paso con la formulación de lo que él llamó 'materialismo especulativo'
Maurizio Ferraris
Autor del Manifiesto del Nuevo Realismo, que recoge las líneas maestras del movimiento
Markus Gabriel
Cabeza del grupo en Alemania, es autor del superventas 'Por qué el mundo no existe'
Los grandes problemas
La reivindicación del realismo pone de nuevo en primer plano grandes problemas de la tradición filosófica, desde los conceptos de mundo, realidad y verdad hasta la función del pensamiento y la acción. Su principal objetivo es el de rescatar el concepto de realidad en análisis y narraciones y garantizar que el pensamiento y la praxis humana acceden verdaderamente a ella. Para algunos pretende sustituir los postulados obsoletos del Posmodernismo y para otros la recuperación de la especulación; para unos reivindica un enfoque actual del realismo clásico y para otros se aproxima a lo especulativo. Todos coinciden en la primacía del objeto en relación al ser que lo percibe, en el rechazo del ideario posmodernista y en la máxima de que no hay hechos objetivos sino meras interpretaciones de los fenómenos que se producen. Asegurar que lo que no se ve no puede existir, genera tesis insostenibles que ponen en evidencia el dominio del fenómeno y el de la interpretación que todo lo impregna.
El Nuevo Realismo manifiesta que la ciencia no puede constituirse en la medida última de la verdad y de la realidad y que no es posible abandonar las nociones tradicionales de realidad, objetividad o verdad, porque la filosofía, al igual que la lingüística, la historia o la jurisprudencia, también tiene algo importante y verdadero que decir acerca del mundo. En este escenario, el movimiento compareció, primero, como un realismo negativo, pues la resistencia del mundo externo a dejarse subsumir en nuestros esquemas conceptuales es la prueba de la existencia de un mundo objetivo, independiente del sujeto.
Dicho realismo muta en positivo al presentar la realidad, no como límite un insuperable, sino como principio de oportunidades y recursos. Se regresa a un realismo que reelabora la estética (estudios perceptivos y ciencias cognitivas) y que propone estudiar la diversidad y pluralidad de los objetos como una dimensión de análisis no subordinada necesariamente a las ciencias de la naturaleza, y a una filosofía capaz de dar cuenta de la realidad entera, buscando conciliar una gran perspectiva especulativa en un marco realista y superando, de esta forma, las limitaciones del idealismo post-kantiano (de lo inorgánico se pasa a lo orgánico, a la conciencia y al mundo social según Ferraris).
De acuerdo con el filósofo italiano, el Nuevo Realismo combina lo mejor del espíritu filosófico, «el sentido de la realidad y la verdad de los realismos y la potencia creadora del pensamiento reflexivo-racional de los idealismos». Por eso afirma que no es una filosofía más, sino el proyecto de elaborar una filosofía unificada, «una ciencia filosófica más allá de dicotomías irreductibles y sectarismos inveterados», integrando lo mejor del espíritu analítico de la filosofía y la cima del pensamiento especulativo.
La principal aportación de esta corriente filosófica es su pretensión de incidir en lo común, en lo colectivo, en lo compartido, en lo universal, en la idea de que la realidad y la ética son conceptos complejos y complicados, pero, a su vez, obvios e indudables para todos los seres humanos.
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