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Houdini con el fantasma de Abraham Lincoln. El mago hizo esta foto para demostrar lo fácil que era crear imágenes de espíritus. Biblioteca del Congreso de EE UU
Magia

Magia contra lo paranormal

Trucos al descubierto ·

Nadie como un ilusionista para combatir la superchería. John Nevil Maskelyne fue el primero y Houdini, que renegó de sus inicios como médium, el más popular

Sábado, 17 de agosto 2024, 02:26

Un joven aristócrata madrileño deslumbró hace cien años a ilustres intelectuales españoles. Joaquín María Argamasilla, hijo del décimo marqués de Santacara, decía tener visión de ... rayos X. Con los ojos vendados, adivinaba lo escrito en un papel metido en una cajita metálica y la hora que marcaban las agujas de un reloj de bolsillo con tapa cerrado. Su don maravilló al físico Blas Cabrera -anfitrión de Albert Einstein en su visita a España en 1923-, al fisiólogo francés Charles Richet -premio Nobel de Medicina-, al ingeniero Leonardo Torres Quevedo y a Ramón María del Valle-Inclán, entre otros.

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Sin embargo, cuando en mayo de 1924 intentó consagrarse en Nueva York como estrella de la metapsíquica -así se llamaba entonces la parapsicología-, se cruzó en su camino Harry Houdini. El mago descubrió sus trucos -cómo se vendaba los ojos para seguir viendo y abría subrepticiamente cajas y relojes- y los reveló en un librito en el que también desenmascaró a la médium Mina Crandon. «Houdini ha venido a demostrar que los psicólogos, los médicos y los físicos son tan fáciles de engañar como los abogados, los artistas o los sacerdotes. Cualquier prestidigitador les sorprende», constató el neurólogo Gonzalo Rodríguez Lafora, discípulo de Santiago Ramón y Cajal, en el diario 'El Sol' en agosto de 1925.

«Los médicos y los físicos son tan fáciles de engañar como cualquiera», advirtió en 1925 el neurólogo Rodríguez Lafora

Maestro de cazacharlatanes

Aunque es el más conocido, Houdini no fue el primer mago que combatió la superchería. Algunos ya denunciaron el fraude espiritista poco después de saltar a la fama en Estados Unidos las médiums que popularizaron la comunicación con el más allá, las hermanas Fox, en 1848. Pero fue un ilusionista inglés, John Nevil Maskelyne, el que hizo escuela. Prestidigitadores como Joseph Dunninger, Carlos María de Heredia, James Randi, Banachek y el propio Houdini son sus herederos intelectuales.

Maskelyne era un aficionado a la magia de 25 años cuando en 1865 los hermanos Ira y Erastus Davenport visitaron su pueblo, Cheltenham, con un espectáculo en el que los espíritus tocaban música. Usaban un gran armario de tres puertas. Detrás de las laterales, se sentaban ellos en sendas sillas, atados de pies y manos y enfrentados. En el compartimento central, dejaban instrumentos musicales. Se cerraba el armario, se apagaba la luz, los instrumentos empezaban a sonar y alguno hasta salía del armario volando. Cuando volvía la luz y se abría el armario, los Davenport seguían atados a las sillas, como si nada.

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A la izquierda, Carlos María de Heredia. El jesuita mexicano 'materializa' ectoplasma a partir de un dedo postizo y con ayuda de un peine. A la derecha, ¿Vuelven los espíritus? «Houdini dice que no y lo demuestra», reza el cartel de un espectáculo en el que replicaba los trucos de los médiums. E. C.

Maskelyne les reventó la actuación en Cheltenham. Sentado entre el público, golpeó el suelo con un pie cuando los espíritus empezaron a hacer de las suyas. Era la señal acordada con un amigo, también aprendiz de mago. Este «hizo que la cortina que cegaba una de las ventanas se corriera un poco, dejando entrar un lanzazo del sol de la tarde justo cuando la puerta central se abría y los instrumentos empezaban a volar hacia afuera. En la luz, vi claramente a Ira Davenport lanzar los instrumentos fuera del armario», contó años después el ilusionista. Tras semanas de ensayos, él y su colega replicaron el número de los Davenport ante sus paisanos a plena luz del día. Fue el primer paso de una brillante carrera. Maskelyne inventó trucos como el de la levitación y en 1914 fundó en el Círculo Mágico, el club británico de ilusionistas, el Comité Oculto, cuyo objetivo era «investigar las afirmaciones de poderes sobrenaturales y exponer los fraudes».

El mentalismo -el arte de simular poderes psíquicos- vivió un bum en la segunda mitad del siglo XIX en paralelo al espiritismo. Mediante observación, psicología y trucos, sus practicantes escenifican la adivinación, la telepatía, la telequinesis, la mediumnidad… Solo la puesta en escena les diferencia de quienes dicen tener dones paranormales. Da igual que se trate de hablar con los muertos que de mover cosas a distancia, doblar cucharas con la mente o leer el pensamiento. «Puedo crear la ilusión de todos esos efectos», aseguró en 2012 a este periódico James Randi, el mago que desenmascaró a Uri Geller y en el que, a la hora de cazar embaucadores, confiaban Isaac Asimov, Carl Sagan y John Maddox, director de la revista 'Nature'.

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En sus inicios como artista ambulante, Houdini actuó como médium. Cualquiera puede hacerlo. A todos nos preocupa lo mismo -la salud, el dinero y el amor-; hay generalizaciones con las que nos sentimos identificados -usted es muy válido, aunque en su entorno a veces no lo reconozcan-; y basta con saber escuchar y sonsacar información al cliente para luego devolvérsela como revelada por los espíritus, el tarot o el zodiaco. Anne Germain, la médium británica que se hizo famosa en España, usaba estos trucos en sus espectáculos. Y en la televisión, le ponían enfrente a personajes populares sobre los que le habían preparado dosieres.

1. El mago Banachek con cubiertos doblados 'mágicamente' por él. 2. James Randi. 3. Arthur Conan Doyle con un espectro, retratado por la fotógrafa espiritista Ada Deane hacia 1922. E. C., L. Á. Gómez y archivo

Cuando llegaba a un pueblo, Houdini consultaba periódicos viejos y visitaba la taberna y el cementerio para recoger información que nadie creería que podía conocer. «En aquel tiempo, apreciaba el hecho de que sorprendía a mis clientes y, aunque era consciente de que les engañaba, no veía ni entendía la gravedad de trivializar tal sentimiento sagrado [se refiere al duelo] y el resultado funesto que inevitablemente seguía. Para mí, era una broma», recordaba años después. Tras la muerte de su madre en 1913, se sintió culpable por haber simulado comunicarse con el más allá. «Me di cuenta de que rayaba lo criminal». A partir de entonces, se dedicó a desenmascarar videntes.

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Los millones de muertos de la Gran Guerra propiciaron la segunda edad de oro del espiritismo. Mientras los médiums exprimían a los parientes de las víctimas de la contienda y Arthur Conan Doyle predicaba el credo espiritista por medio mundo, los magos mostraban cómo simular prodigios en un cuarto a oscuras. Los espiritistas acostumbraban a tener cómplices escondidos en armarios y habitaciones contiguas al gabinete, pero además usaban artilugios para mover cosas y hacer ruidos. Quienes les flanqueaban en la mesa solían coger a los médiums de las manos o muñecas, pero ellos sabían cómo liberar una sin que nadie lo notara para que los espíritus tocaran con ella a los reunidos.

En la década de 1920, ilusionistas y médiums arrepentidos expusieron estas y otras artimañas en la revista 'Science and Invention', dirigida por Hugo Gernsback, uno de los padres de la ciencia ficción. Sus lectores aprendieron a fotografiar espíritus, materializar ectoplasma, levantar mesas con ganchos metálicos colocados en los antebrazos… Uno de los maestros de la foto espiritual fue el jesuita Carlos María de Heredia, que manipulaba las placas sin que nadie se diera cuenta para que al revelarlas aparecieran formas fantasmales. Como Houdini, el sacerdote mexicano tuvo sus más y sus menos con el padre de Sherlock Holmes, que creía en la fotografía espiritista y a quien la médium Ada Deane retrató con un espectro en 1922.

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Banachek, un discípulo de Randi que asombra hasta a sus colegas, era un aprendiz de mago cuando, entre 1979 y 1982, él y otro compañero exhibieron sus habilidades ante los investigadores del proyecto Alfa, la iniciativa científica más importante hasta entonces en el campo de la parapsicología. Doblaron cubiertos, fundieron fusibles, adivinaron dibujos metidos en sobres… Los parapsicólogos creyeron estar ante dos superdotados, pero los jóvenes solo se aprovecharon de su ingenuidad. Volvieron locos relojes digitales metiéndolos en el microondas dentro del sándwich y alteraron una grabación de vídeo manipulando los botones de la cámara cuando los experimentadores no miraban. Como en 1925 había advertido Rodríguez Lafora, dejaron claro que un prestidigitador puede engañar a un científico si no hay un mago al acecho. «No hay nada mejor que un ladrón para atrapar a otro ladrón», solía decir Randi.

Un premio de un millón

Hugo Gernsback ofreció en 1923, en 'Science and Invention', 1.000 dólares a quien probara algo sobrenatural delante del mago Joseph Dunninger. El premio creció hasta los 21.000 dólares en l926, pero nadie lo ganó en un mundo plagado de médiums. James Randi ofreció 1.000 dólares en 1964 a quien demostrara ante él cualquier fenómeno paranormal. La cantidad aumentó con los años hasta un millón. Nadie superó la prueba. Ni siquiera Uri Geller, que nunca ha exhibido sus poderes ante magos. Cuando Johnny Carson le invitó en 1973 a su programa de la NBC, pidió ayuda a Randi para evitar ser engañado. El mago le aconsejó que no dejara a Geller acercarse a los cubiertos antes del 'show', y fracasó ante 40 millones de espectadores. Lo mismo le pasó en ETB en 1986: se dejó sus cucharas en el hotel y no dobló nada. Antes de saltar a la fama en Europa y Estados Unidos por sus supuestos dones, Geller actuó como ilusionista en clubes nocturnos de Israel.

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