La década prodigiosa y libre
Exposición ·
Los años ochenta protagonizan una gran muestra que contempla diseño, moda y grafismo y recorre desde la llegada al poder de Mitterrand hasta la caída del Muroabraham de amézaga
Sábado, 15 de octubre 2022, 00:56
El 17 de abril de 1985 fue día de polémica. Un político, y nada menos que el ministro de Cultura del primer Gobierno de François ... Mitterrand, de nombre Jacques Lang, se disponía a tomar la palabra en el hemiciclo. Llevaba un traje oscuro y ¡cuello mao! Lo que molestó a muchos de los parlamentarios de la oposición fue que carecía de corbata -al parecer, iba oculta bajo el cuello mao-, algo obligatorio a la sazón en la Asamblea Nacional gala. Aquel gesto de Lang, a buen seguro de lo más calculado, que tuvo también eco en el extranjero, y a quien muchos rebautizarían como 'el ministro de la moda', no era otro que demostrar, vestido con un traje de su compatriota Thierry Mugler, su apoyo incondicional y el de su Gobierno al diseño y la creatividad. En esa década, cuando la izquierda progresista había relevado a la derecha encabezada por Valéry Giscard d'Estaing, en 1981, tanto en la presidencia de la República, como en el Gobierno, Francia se convertirá en modelo, envidiado por países vecinos. Y lo hará precisamente por esa obsesión de quienes la gobiernan de apostar por la Cultura, de hacer de ella uno de los motores del cambio.
«Había una crisis económica y era el final de 'las 30 gloriosas' (tres décadas de bonanza económica gala), pero al mismo tiempo se percibía una gran necesidad de expresarse. El Gobierno tuvo una firme voluntad de poner de relieve las llamadas artes menores; de abolir las fronteras entre las diferentes disciplinas», cuenta Karine Lacquemant, especialista en patrimonio y comisaria de exposiciones.
Mientras, en España había estallado años antes La Movida, un cóctel rematadamente creativo compuesto de músicos, cineastas, diseñadores, fotógrafos…, aunque sin un claro apoyo por parte de las instituciones del país, a pesar de que «en 1985, el fenómeno se inscribe definitivamente como cultura de referencia», como recuerda Magali Dumousseau-Lesquer, en su libro 'La movida. Au nom du père, des fils, et du todo vale' (La movida. En el nombre del padre, de los hijos y del todo vale). Francia, siempre un paso -o muchos más- adelante veía una oportunidad de aglutinar y proyectar lo mejor de la moda, el diseño, así como el grafismo. Y qué mejor que llevarlo a cabo por medio de una política cultural.
«Es en esa década cuando París recupera su plaza de capital central de la moda, en la que no solo desfilan creadores franceses, sino también otros llegados de lugares como Japón, Reino Unido o España, caso de Sybilla», explica Mathilde Le Corre, cofundadora de Mode & Patrimoine. «Al mismo tiempo se activan premios y ayudas económicas a los diseñadores, se crea el IFM (Institut Français de la Mode) y las revistas de moda tienen un papel importante en esa difusión», prosigue. Será, además, cuando los bajos del Louvre comenzarán a acoger los desfiles.
Tanto Karine Lacquemant como Mathilde Le Corre son las más aptas para hablar de la década de los 80, porque junto a otros dos comisarios, Amélie Gastaut y Sébastien Quequet, se han encargado de poner en pie la exposición 'Années 80. Mode, design et graphisme en France' (Años 80. Moda, diseño y grafismo en Francia), que puede verse desde esta semana, y durante medio año -hasta el 16 de abril- en París, en el Museo de las Artes Decorativas (MAD).
En 1989, ese mismo centro repasaba la década que estaba a punto de finalizar. Una idea de su directora por entonces, Marie-Claude Beaud. La muestra de ahora, que se desarrolla en la gran nave de la parte baja del museo, no solo trata el universo de la vestimenta y los accesorios, sino también el diseño y el grafismo, y llega casi 35 años después, aportando además una visión diferente y completa. Porque todas las artes se nutrían de algún modo. Todo se cruzaba, llegando no solo a los jóvenes, sino a diferentes generaciones.
Setecientos objetos (mobiliario, prendas y complementos de moda, pósters, fotografías, portadas de discos…) dialogan ahora en el MAD, la mayoría provenientes de sus fondos, en una de las muestras fuera de lo común, que tratan de un modo completo y al mismo tiempo original el tema. Desde la llegada de Mitterrand (se puede ver el póster de su campaña electoral de 1981), a la caída del Muro de Berlín. Un corto periodo de tiempo en la vasta y convulsa historia del siglo XX, pero repleto de sorpresas creativas, y donde muchos de sus protagonistas producían a velocidad de vértigo, sin descanso, como si vislumbraran el final muy cerca.
Fue probablemente la época de mayor libertad creativa, la de mayor apertura al mundo
Es la era de la puesta en marcha del TGV (Tren de Alta Velocidad), de futurista diseño; cuando nombres como Andrée Putman, que diseña el interior del despacho ministerial de Lang, entre otros; o Philippe Starck, en la concepción de espacios y objetos; Goude y Mondino en la imagen, y Agnès b., Jean-Charles de Castelbajac, Jean-Paul Gaultier, Claude Montana o el mencionado Mugler en la moda, están en el centro de la creatividad. Y donde por supuesto no faltan extranjeros, como Karl Lagerfeld o Tom Dixon, centrado este en la reutilización de materiales. Estamos de algún modo en el inicio de la globalización, cuando Francia toma la delantera en las nuevas tecnologías, lanzando el Minitel, pionero de Internet. Cada día esconde una nueva sorpresa.
A la hora de repasar el terreno del diseño, se han tenido en cuenta las galerías de arte, como la de Néstor Perkal, instalada por aquellos años cerca del centro Pompidou y el Café Beaubourg, que diseñara el arquitecto Christian de Portzamparc, uno de los lugares de moda. Percal presentará también artistas extranjeros, como el Grupo Memphis o los españoles Fuster y Mariscal. Otro de los nombres de galeristas, este en la orilla izquierda del Sena, sería por ejemplo el de Yves Gastou, junto a la Escuela de Bellas Artes, con fachada obra de Ettore Sottsass.
¿Podríamos tomar los eclécticos 80 como la década más rica del siglo XX? «Si bien fue probablemente la de la mayor libertad creativa, hubo otras sumamente interesantes en cuanto a producción, como por ejemplo los años 30 y 50», sostiene Lacquemant, subrayando su apertura al mundo y recordando al mismo tiempo que desde entonces el Gobierno galo ha duplicado su apoyo a la Cultura. Algo de lo que habrían de tomar buena nota los países de su entorno. Sobre todo los del sur.
Flashes de la noche
Hace cuarenta años, no todo era alegría y creatividad, desenfreno y ansias por ser de lo más rompedor en la capital francesa. Aparte de la heroína, que dejaría un reguero de víctimas, o la cocaína, que por entonces circulaba sobre todo en las esferas de la elite, lo que más aterraba a los jóvenes era una enfermedad de orígenes desconocidos y letal, el SIDA. Y si a esto le unimos el escándalo de la 'sangre contaminada', que contagiaría a miles de personas en el país vecino, provocando la muerte de muchas de ellas, se entiende que sobre todos planeara el miedo a morir, y en especial a morir sufriendo.
A pesar de ello, las ganas por disfrutar de la juventud, que muchos creían eterna, no se detiene. Los 'happy few' de la noche parisina contaban con dos lugares por excelencia, Le Palace y Les Bains Douches. Diseñadores como Lagerfeld o Gaultier, creativos como Starck, músicos como Gainsbourg, Madonna o Mick Jagger, modelos como Inès de la Fressange o Jerry Hall…; locales, nacionales como extranjeros, que viven o están de paso por la capital, se dejarán ver en esos espacios nocturnos, donde se desarrolla al mismo tiempo una contracultura, bajo las bolas de neón, el humo de los cigarrillos… y la música, que no para de sonar.
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