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Una joya de Wolfe

Jon Kortazar

Viernes, 13 de enero 2017, 18:23

Aprovechando el tirón del estreno de la película El editor de libros, que relata la relación del autor de esta novela con su editor Maxwell Perkins, y junto a la edición de El viejo Rivers, aparece en las librerías El niño perdido, una joya de Thomas Wolfe (1900-1938), que de esta forma llega ya a su quinta edición. No es de extrañar que la editorial Periférica, embarcada en la edición de la obra breve del escritor estadounidense fallecido de forma prematura haga aparecer dos novelas a la vez, porque una, ésta, arrastrará en ventas a la otra. La rara intensidad de la prosa de Wolfe fue definida por Kerouac como «una de las grandes aspiraciones de cualquiera de nosotros de llegar a escribir algo con su altura y poesía».

La obra retrata una exploración en la búsqueda de un recuerdo crucial en la vida del autor. En esta breve novela autobiográfica, Thomas Wolfe rescata la memoria de la muerte de su hermano. En una narración que respira hondura, la muerte de Grover Wolfe da cuerpo a un texto que se lee en un suspiro por la profundidad en la creación de ambientes y personajes. Dividida en cuatro secciones, cada una de ellas da voz a un narrador distinto. En el primer capítulo, un plano secuencia presenta al protagonista y a su familia en un mundo rural, antes de que se mudaran a Saint Louis, a la gran ciudad. En los tres siguientes las voces de la madre, la hermana y del mismo autor-narrador, que regresa al lugar de la tragedia, completan el retrato de la pérdida y del duelo. Una novela recomendable.

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