«Hay que tener al público con la cuerda tensa, que olvide que suena un móvil»
Llega al Arriaga esta semana con su primer monólogo, 'Oceanía', el testamento artístico y vital de su amigo Gerardo Vera
Carlos Hipólito llega esta semana al Arriaga -viernes y sábado- con su primer monólogo en 46 años de trayectoria. No pudo decirle que no a ... su amigo Gerardo Vera. 'Oceanía' se ha convertido en un homenaje póstumo al director de cine y de teatro, escenógrafo, actor y diseñador de vestuario, «que se fue en tres días por el maldito covid» en septiembre de 2020.
-¿Cómo conoció a Gerardo Vera?
- Me llamó en 1992 para hacer su primera película, 'Una mujer bajo la lluvia', y nos entendimos muy bien. Pero nos hicimos amigos con 'El crédito', que se estrenó en el Arriaga en 2013.
- En teatro Vera lo ha sido casi todo, incluso director del Centro Dramático Nacional. Era muy conocido en la profesión, no tanto por el público.
- Es curioso, porque Gerardo no habla de su vida profesional. El relato termina cuando cumple 30 años. Creo que escribió este texto para ponerse al día con el niño que fue, con su familia y especialmente con su padre. Uno de los méritos de Gerardo y José Luis Collado -coautor del texto- es que han conseguido hacer un relato universal, que nos atañe a todos. Es la historia de un niño peculiar en un medio hostil. Se siente diferente y debe encontrar su lugar en el mundo. En esa España de posguerra busca escape en el cine, en el dibujo...
- De padre falangista, empezó su trayectoria como actor en el grupo independiente Tábano, perseguido por la censura. ¿Declaró así su rebeldía?
- Claro que sí. Colaboró con grupos que tenían una vocación visceralmente antifranquista. Pertenecía a esa generación de personas que nacieron a finales de los 40 y protagonizaron la lucha por el cambio político en este país.
- ¿Cómo vivió su homosexualidad en plena dictadura?
- Habla de la dificultad de ser aceptado, pero no dramatiza. Sus reflexiones son muy irónicas y divertidas.
Del padre a la criada Francisca
- ¿Le costó convencerle para que usted interpretara el monólogo?
- A mí siempre me ha gustado compartir miradas y momentos con los compañeros en el escenario. El monólogo no me atraía, me habían hecho alguna oferta y siempre dije que no. A Gerardo también le dije: no lo voy a hacer, si no nos parecemos en nada ni tenemos una historia parecida.
- «No hay otro», le decía.
- Era bastante pertinaz. Y el texto me atrapó absolutamente desde la primera lectura. Es un monólogo de monólogos.
- ¿Con personajes?
- De repente soy su padre, soy su madre, soy su tía Andrea, su tía Amalia, soy Francisca, la criada, que es un personaje que me apasiona. Eso es más divertido como intérprete. Hemos intentado hacerlo todo en un tono íntimo, cercano. Le dije al director que me gustaría que cada espectador que venga, independientemente de que ese día en la sala haya 10 personas o 900, sienta que se lo estoy contando solo a él. Hay momentos en que el público ríe a carcajadas y otros de una emoción muy cómplice.
«Es un relato que nos atañe a todos, la historia de un niño peculiar que busca su lugar en el mundo»
- Dicen que un actor tiene dos formas de enfrentarse a un monólogo: desplegar todos sus recursos para impresionar o desaparecer en el personaje.
- Sin duda, elijo la segunda opción. Mi maestro William Layton, que era muy sabio, me enseñó que el público nunca debe decir mientras te está viendo '¡qué buen actor es!', sino '¡pobre hombre, qué cosas le pasan!'.
- Eso es más difícil con los actores muy conocidos.
- Pero si consigo sorprender mínimamente al espectador, ya es una batalla ganada.
- ¿Sufre mucho cuando suena un móvil en plena función?
- Bueno, esa es una eterna batalla que cuesta mucho vencer. Últimamente ha habido varios casos.
- Ricardo Darín se plantó en Málaga después de que sonara siete veces.
- No hay que hacer una batalla porque es un error que podemos cometer cualquiera, equivocarse al darle a un botón, y alguno al que le suena lo pasa mucho peor que los que lo escuchan. Aunque es verdad que hay gente irrespetuosa que incluso contesta. Hay que convivir con ello e intentar con tu trabajo mantener al espectador con la cuerda tensa. Que se olvide de que está sonando ese móvil porque en dos segundos se va a apagar. Si tú interrumpes el espectáculo, cortas la energía que se había creado. Y es muy difícil recuperar un clima que se ha roto.
- ¿Cree que el éxito de Chanel en Eurovisión reivindica a los artistas de musicales, un género en el que usted trabaja?
- Me he alegrado muchísimo de su éxito porque creo que se la trató muy injustamente. Ha tenido que superar poco menos que un linchamiento en redes sociales y le ha callado la boca a todo el mundo porque es una gran profesional curtida en musicales. Eso implica mucha disciplina de canto, de baile y de estar en escena.
- ¿Cuánto recorrido le queda a 'Cuéntame'?
- Oficialmente, al equipo no se le ha comunicado nada. Si estuviera cerca de su final, habría que estar a la altura. Una serie que lleva más de veinte años no se puede cerrar de cualquier manera.
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