'Yerma' risueña

Pero sus personajes no tienen descendencia, cada una es 'Yerma' sin García Lorca. Para lo de la prole, lo de Lorca ya no, son clientas del balneario termal dirigido por el codicioso jovencito don Federico que promete éxitos en la gestación 'obligada' en sociedad, pero que se les resiste. El tema es ese, con subtramas, eutanasia, aborto, o la mercantilización entre poder curar y hacer negocio.

La dramaturgia une prosa burlona y verso florido en lucha con la rima y la métrica, algún recitado coral al aire de las recientes 'Asambleístas' de Aristófanes y José Troncoso, o 'Las Bingueras' de Las Niñas de Cádiz. Buen ritmo entre pasajes que son capítulos o actos, con trasiego de toallas, enfermeras, pócimas, conjuros y analíticas del agua. Destaca el decorado (y el vestuario) de Pablo Chaves, una pileta donde entre desnudos y albornoces se componen frisos monumentales no menos postizos que los versos a coro. Mención para Isabel Arranz en la partitura de arpegios de unas pocas notas repetidas, espaciadas como confites en el divertido pastel.