El primer premio Max se queda en casa
La entrega de los galardones de teatroy danza en Bilbaodará protagonismo a los profesionales locales, de la taquillaal escenario
Lo de cambiarse a toda prisa para salir al escenario mientras suena la música parece una habilidad reservada a los artistas, pero mañana en el ... Arriaga la más rápida será la jefa de sala. Izaskun Ardanaz velará por el desarrollo de la gala de los Max y solo se quitará su sobrio uniforme azul para entregar un premio. Compartirá este honor con otras dos trabajadoras del teatro -la taquillera Olaia Santisteban y la iluminadora Arantza Heredia- y con gente como Igor Yebra, Bernardo Atxaga e Itziar Lazkano. El objetivo es dar protagonismo a los oficios que hacen posible la gran fiesta del teatro y la danza.
Bilbao quiere aprovechar esta tercera oportunidad -ya fue sede de los Max en 2001 y 2007- para mostrar sus talentos y su compromiso con las artes escénicas. Los profesionales lo vivirán como «un reencuentro» y una inyección de energía tras más de un año de pandemia en el que Euskadi no ha bajado el telón. «Era una actividad necesaria», afirma la jefa de sala. «Al principio la gente venía con cierta inquietud, pero los protocolos han funcionado bien y hemos llenado casi todos los espectáculos. Vemos salir al público con otra cara cuando acaba la función. A pesar de las mascarillas, en los ojos se nota todo».
«El Arriaga es mi catedral. Llevo 40 años en el oficio y es un orgullo representar a mis compañeros»
Itziar Lazkano | Actriz y directora
Si alguien conoce bien a esos espectadores es Olaia Santisteban, que lleva más de diez años en la taquilla y la oficina de información. Pasó de escuchar «¿tú quién eres?» a los más veteranos a que la gente se aprendiera su nombre o preguntara por «la rubia de gafas maja». Le apasiona el teatro, «sobre todo el clásico», y sabe aconsejar. «Lo de que a la taquilla solo viene la gente mayor es un mito. La tarjeta joven se usa mucho», y también el descuento de última hora. «Conozco a algunos habituales que están desempleados, y si hay entradas de sobra les digo: vente a última hora. ¿El teatro pierde dinero? Creo que no, porque a lo mejor en lugar de venir una vez vienen cinco». A los más fieles «y a muchos actores» les ha hecho la tarjeta de amigos del Arriaga.
Cuando salga al escenario pensará en su padre, «que era muy farandulero» y no llegó a verla trabajando en el teatro. El Arriaga despierta emociones y recuerdos que Itziar Lazkano resume en una palabra. «Es mi catedral». Llegará a la gala directa de Madrid, donde rinde homenaje al oficio con 'El viaje a ninguna parte', para «representar a los compañeros. Llevo cuarenta años en la profesión y, afortunadamente, muchas cosas están mejorando», dice. «Para mí es un orgullo ver a jóvenes con una proyección estupenda, en Madrid o en Bilbao».
«El público sale con otra cara después de la función. A pesar de las mascarillas, se nota en los ojos»
Izaskun Ardanaz | Jefa de sala
Esa generación que se abre paso también estará en la gala. Olatz Ganboa, que enamoró con su papel de Carmela en la premiada producción de Pabellón 6, recuerda que cuando estaba en la Escuela de Teatro de Getxo tenía un ritual. «Al pasar delante del Arriaga, cerraba los ojos y pensaba: yo voy a actuar aquí. Esta profesión tiene sus complicaciones y en el último el año hemos sufrido, pero hay momentos en que disfrutas muchísimo y el lunes será uno de esos días».
Hoy tienen ensayo general de la gala pero Ane Pikaza no estará porque coincide con una función de 'Yerma', un papel que, por las críticas que está recibiendo, supondrá un espaldarazo en su carrera. Conoció «las tripas» del Arriaga haciendo labores de producción, con la mirada puesta en el escenario. Ya de niña, cuando fue con su madre al ballet 'Giselle', se empeñó en ir a la puerta trasera del teatro «para ver si los artistas eran de verdad». Muchos han vivido ese deslumbramiento pero a pocos les ha marcado tanto como a Igor Yebra, que consiguió que le dejaran una silla para ver 'Zorba el griego'. «Las entradas estaban agotadas, pero me trataban como al niño de la casa y me dejaron verlo», recuerda. «Me impactó de tal manera que perseguí al coreógrafo por medio mundo hasta que pude hacerlo yo». Le han pasado «muchas cosas en esta casa», desde su debut con el ballet de Víctor Ullate a los 14 años hasta su primer papel teatral, nada menos que el de la madre de Bernarda Alba, a los 44.
«Hemos sobrevivido»
Para todos ellos, el Arriaga es «parte del veneno del teatro que nos ha hecho seguir trabajando». Una casa llena de pasadizos a la que el dramaturgo y director de escena Jokin Oregi entró por el gallinero. No olvida la función de 'Yerma', interpretada por Nuria Espert, a la que les llevó «nuestra maravillosa profesora de literatura del instituto de Elgoibar». Más adelante, «en la Escuela de Teatro de Basauri tuvimos la suerte de que nos cogieran en Maskarada e hicimos 'La importancia de llamarse Ernesto'. Llenamos el Arriaga y pensé: ¿esto va a ser el teatro, con chaise longue y todo? Luego ya vimos que no siempre es así».
«Cuando actuamos aquí por primera vez pensé: ¿esto va a ser el teatro, con chaise longue y todo?»
Jokin Oregi | Dramaturgo y director
Oregi se pone en el lugar de los finalistas porque tiene dos Max, como autor en euskera junto a Patxo Telleria por 'Larria, kutsakorra, mendebaldekoa' y al mejor espectáculo infantil y familiar por 'Amour', además del premio nacional que recibió su compañía Marie de Jongh. «Supongo que estarán muy nerviosos y sufrirán, pero hay que disfrutarlo», asegura. «Lo importante, y lo difícil, es hacer buenos trabajos».
Algunos harán doblete en la entrega de premios y a Raúl Cancelo le tocará el del mejor espectáculo de calle, una de las grandes bazas del teatro vasco. «Es curioso que, a pesar de la nube negra que tenemos encima, es en Euskadi donde hay más compañías, quizá por nuestra cultura de vivir en la calle». Miembro fundador de Hortzmuga y con un Max por 'Superplast' junto a otros autores, cree que gane quien gane lo de mañana será «una celebración. En las artes de calle lo hemos pasado muy mal, pero hemos sobrevivido haciendo lo que sabemos».
Quien mejor conoce los secretos de la gala es Arantza Heredia, que como iluminadora ha estado en los ensayos. Pese a que es violinista en los grupos Gacela Thompson y Le Noise, cuando le propusieron participar en la ceremonia, su primera reacción fue: «No, ¡qué vergüenza! Me explicaron que era para dar visibilidad a estos trabajos. Entre tanta gente no seremos el foco de atención, pero de alguna manera quedará patente que cuando ves a un artista en el escenario siempre hay algo detrás».
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