«Este país sólo tiene dos petróleos, el turismo y la cultura, y no los trata bien»

Poeta, novelista y ensayista (también escribe letras para cantantes como Sabina), Prado rinde homenaje a Alberti y su Juan Panadero con el personaje de Juan Urbano, protagonista de una serie de novelas que va por la cuarta entrega. Profesor de literatura, tiene una empresa «que escribe biografías a la carta» y una curiosidad que le lleva a investigar casos relacionados con nuestra historia reciente. «Cuando publiqué 'Mala gente que camina', algunos medios decían que me lo inventé, que en España no había niños robados. No sé si ahora dirán que no ha habido negreros».

'Los treinta apellidos' (Alfaguara), el título de la obra que presentó ayer en la Feria del Libro de Bilbao, hace alusión a la frase de «un conocido empresario» que hablaba «del IBEX 30 más 5», para diferenciar «a los que van y vienen de las 30 familias que mandamos en España desde hace 200 años». Urde una trama ficticia «con sustento histórico» sobre los indianos que hicieron fortuna con el tráfico de esclavos. Los usaban como mano de obra en latifundios azucareros para abastecer a una sociedad «que se había vuelto loca por los dulces. No tenemos que flagelarnos, toda Europa está construida sobre la esclavitud y el colonialismo. No quiero decir que todos los ricos son malos, pero algunos se hicieron millonarios de una manera brutal».

La novela recupera historias terribles como la de Joan de Maristany, «un verdadero negrero del Masnou que se equivocó de ruta y llegó a la isla de Pascua» con desastrosos resultados. Se llevó a casi todos los varones, «entre ellos a los sacerdotes guardianes de la lengua rapanui», y los pocos que volvieron para contarlo contagiaron enfermedades al resto de la población. También hay lugar para el glamour de los grandes almacenes El Encanto, que encandilaron a la alta sociedad habanera, a actrices de Hollywood e incluso a Christian Dior, «intrigado por una tienda donde vendían tantos modelos suyos como en París y Nueva York. Algunos aprendices volvieron a España y unos montaron El Corte Inglés y otros, Galerías Preciados. En Cuba empezaron muchas cosas», también el ferrocarril llegó antes.

El autor ha dedicado cuatro años a investigar el contexto histórico de esta novela, sin dejar de escribir poemas y letras para Joaquín Sabina o Amaia Montero. Cuenta que a Sabina también le conoció en un bar «cuando apareció por ahí a cantar». Su último disco, 'Lo niego todo', es fruto de un mes en el «paraisito» de Rota junto a Leiva, «en régimen de comuna hippie». Escribir a cuatro manos es un reto y Sabina y él pueden pasarse mucho tiempo «discutiendo sobre adjetivos. Del forcejeo sale un tercer hombre que es el que se lleva el gato al agua».

Todavía no han comentado las últimas noticias. «Pedro Sánchez, pienses lo que pienses de él, tiene una novela, le ha comido la merienda a propios y a ajenos», dice. Prado cree que «a este país le hacía falta un cambio» y pide a los políticos «que hablen: es su trabajo». ¿Recibirá mejor trato ahora el petróleo de la cultura? «Temo que harán lo de siempre, la utilizarán para la foto y luego se olvidarán de ella».