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'Pagliacci'. El carromato de Canio llega al pueblo para alegrar la vida de la gente pero todo termina en tragedia. M. ESQUIBEL Y A. GÓRRIZ

Dos voces veristas

Crítica de ópera ·

Lunes, 22 de noviembre 2021, 00:04

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Esperábamos con expectación la presentación en Bilbao de la mezzo Ekaterina Semenchuk, unas expectativas hartamente cumplidas tras escucharla en el papel de Santuzza. La mezzo ... bielorrusa agradó sobremanera por su homogénea voz, la potencia de ésta y la comodidad de su canto en la zona alta del pentagrama. Enseñó una voz muy natural, bien emitida, sin afecciones y salvo que nos pareció un tanto histriónica en su actuación teatral, no cabe sino alabar su solitaria actuación. La destacaríamos en 'Turiddu, mi tolse l'onore' en la que conjugó hermosura vocal con sentida ternura. En esta obra de Mascagni, le acompañó el tenor Jorge de León. Fue éste un Turiddu titubeante y tenso al interpretar la 'siciliana' entre bastidores. A medida que la acción ganaba dramatismo, la voz del tinerfeño se fue consolidando hasta terminar con su aria de despedida 'Mamma, quel vino è generoso' con absoluta entrega y gran ternura. A Jorge de León no le pidamos un canto a media voz, ni dulzura lineal, pero en cambio aplaudamos su fuerza y su pasión en el canto, que es por lo que le destacamos. Si no nos bastó esa aria, recordemos la intensidad y la rabia mezclada con el sollozante llanto que mostró en el aria del payaso 'Recitar… Vesti la giubba'. Fue una hermosa guinda a la actuación de un tenor cuya voz se acopló perfectamente al verismo rural. Por lo demás, apenas hubo más a destacar, porque el barítono Ambrogio Maestri estuvo estático e inexpresivo, sin creer en su rol y con una voz atenorada en la parte alta que ni dio gravedad al 'Il cavallo scalpita' de Alfio en 'Cavalleria', ni veracidad en su acoso sexual a la soprano en 'Pagliacci'. En cuanto a la soprano Rocío Ignacio cantó el rol de Nedda en 'Pagliacci', luciendo palmito y rubricando una actuación canora muy correcta. Encontramos enfático y vocalmente justo al barítono Carlos Daza como Silvio y, por el contrario, elegante y fino canto de artista al tenor Atxalandabaso en su aria 'O Colombina'. Las dos óperas se representaron en el mismo escenario, donde el Coro de Ópera de Bilbao daba lástima en sus movimientos escénicos ya que no se podría hablar de coreografía. Bien en pequeños grupos, bien dando vueltas en corro o bien mal repartido, el coro atendiendo a las órdenes del director de escena Joan Anton Rechi estuvo muy lejos de la naturalidad. La atractiva y bella música de 'Cavalleria rusticana' hubiera merecido otro trato teatral hacia un coro que a veces se situaba en una formación escénica escalonada como una coral y otras veces deslavazado, en detrimento del canto unísono y conjuntado. Ambas óperas tuvieron el soporte de la Euskadiko Orkestra, con el veterano maestro israelí Daniel Oren cuya presentación en Bilbao se hizo meritoria por el mimo que mostró en sus órdenes, así como por la lectura musical que llevó a cabo en tan bellas y tan diferentes obras.

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