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Algo suena desafinado en las orquestas vascasLa EO sigue descabezada tras el cese de sus dos responsables, con quejas por «comportamientos déspotas» de su director musical, y la BOS afronta la jubilación de su gerente y negocia el convenio con protestas aparcadas de momento
Las dos máximas formaciones de música clásica en Euskadi atraviesan tiempos extraños y convulsos, con una buena dosis de incertidumbre respecto a su futuro más cercano. La Bilbao Orkestra Sinfonikoa (BOS) mantiene las negociaciones para la firma de un convenio que incluyeron un par de protestas hace seis meses. Ahora las cosas navegan por aguas calmas, aunque la inminente jubilación de su director general genera nuevas dudas sobre la marcha de las conversaciones. En cuanto a la Euskadiko Orkestra (EO), el reciente cese del tandem confirmado por sus directores general y musical, sin razones oficiales convincentes que expliquen su marcha en medio de la temporada de conciertos, la mantienen en una especie de limbo.
El Consejo de Administración de la EO, presidido por la consejera de Cultura del Gobierno vasco, Ibone Bengoetxea, argumentó la salida del director artístico, Robert Treviño, en próximas fechas y la del director general, Oriol Roch, por el deseo de iniciar una nueva etapa que «debe aportar nuevas perspectivas al proyecto» y que permita a la orquesta «seguir creciendo y ampliando su recorrido profesional». Sin embargo, lo disrruptivo de la decisión, sin esperar al final de la temporada de conciertos, hace lógico suponer alguna motivación añadida.
Fuentes cercanas a los trabajadores consultadas por este periódico manejan en principio tres razones para explicar ambos despidos en la EO. La primera precisamente es el cambio en la consejería, con la marcha en junio pasado del anterior responsable, Bingen Zupiria. La segunda, el desgaste normal que provoca una relación tan larga entre una orquesta y su director musical, ocho años en este caso bajo la batuta de Treviño, y en tercer lugar, las quejas de algunos músicos por los «comportamientos despótas» del director, que acostumbraba a emplear «malas maneras» cuando se dirigía a ellos. Estas fuentes reconocen que «estas formas solían y suelen aún ser habituales entre los directores de orquesta, pues tienen todo el poder».
Las mismas fuentes reconocen que Treviño contribuyó a hacer más «grande» la orquesta con su internacionalización, aunque atribuyen también parte de este avance a «la llegada de nuevos músicos jóvenes a la formación». Desconocen cuándo se sabrá el nombre del nuevo director general, que esperan que se produzca antes de final de año, y aseguran que, de momento, funcionan muy bien con la figura de los directores musicales visitantes.
En cuanto a la BOS, el comité de empresa y representantes de la institución siguen tratando de alcanzar un acuerdo sobre el convenio después de las concentraciones convocadas el pasado junio para cuestionar las plazas sin cubrir cuando hay bajas laborales, permisos o puestos vacantes, entre otras reivindicaciones. La baja por enfermedad de su director gerente, Ibon Aranbarri, ha supuesto unos meses de un tempo más ritardado y calmo en el tira y afloja, aparcando cualquier tipo de acción de protesta, pero ahora la negociación recupera el pulso. Sin embargo, la jubilación de Aranbarri tras 20 años de dedicación a la BOS aporta de momento más incertidumbre al proceso, pues se desconoce quién será la persona encargada de sustituirle.