Poderosa y patética: las dos facetas de Ozzy en el Azkena de Vitoria
El líder de Black Sabbath dio sendos conciertos en dos ediciones seguidas, en 2011 y 2012, con 62 y 63 años, en el festival de Mendizabala
Dos imágenes contrapuestas, ambas entrañables, ofreció Ozzy Osbourne en sus intervenciones en el Azkena Rock Festival vitoriano: en 2011 obtuvo un llenazo con 18.456 ... almas transversales, desde veteranos hasta niños, pero ofreció un concierto flojo debido a sus limitaciones físicas (caminaba con dificultad y dos espectadores distintos le compararon con Chiquito de la Calzada), y en 2012, cuando se había anunciado a su banda Black Sabbath pero por enfermedad esta se cayó del cartel y Ozzy actuó otra vez a solas, atrayendo a 12.067 personas y dando un show totalmente distinto a sus 63 años.
Su primera visita, la de 2011, en jueves, con 62 años de la estrella John Michael Osbourne, evidenció sus facultades mermadas: daba palmas con tempo dudoso para alentar al gentío, se ondulaba brazos en alto cual cantante de salsa, pedía a la masa que gritara provocándola diciendo que no se le oía y hasta se enterneció dos o tres veces rogando 'Dios os bendiga'. Aunque también soltaba a menudo el taco de 'fucking', o sea puto. Pero desde las filas delanteras, apretadas, se alzaban coros de 'Ozzy, Ozzy', señal de que el cantante era admirado y perdonado en sus carencias.
El bolo duró 70 minutos y sonaron diez temas, cinco menos que en los conciertos normales de esa gira. Escudado por cuatro músicos enlutados y melenudos, Ozzy, alias 'The Madman' (El Loco), arrancó ronco con «I Don»t Know«, nos enchufó con una manguera en el grotesco 'Suicide Solution' (aquí llegó a cabecear junto al guitarrista, en su mayor alarde físico), y el gótico 'Mr. Crowley' resultó el mejor tema de la cita.
Desde el centro de un escenario extremadamente sobrio, Ozzy cantó mal el ondulante 'Fairies Wear Boots', revisó hits de Black Sabbath, siguió entonando de modo tan mejorable que algunos objetos volaron hacia el escenario (y los técnicos los retiraron con rapidez), y se despidió con el 'Paranoid' de Black Sabbath, donde intentó echar el resto apoyado por la peña, pero no pudo realzarla del todo. Al acabar, juzgó un fan decepcionado: «Está fundido el tío. Y no ha habido espectáculo, ni pirotecnia, ni nada».
Y en 2012, en viernes, pareció otra persona un rejuvenecido Ozzy Osbourne con sus 63 años durante su show de 86 minutos y 12 piezas arrancado con un volumen poderoso que hacía temblar la tierra y palpitar los corazones. La sesión se abrió con un resumen de imágenes de la carrera de Ozzy y sus excesos: escupiendo a la cámara, mordiendo al murciélago, caracterizado de hombre lobo... Y desde el primer momento el bolo fue colosal y explosivo... Y no solo por la pirotecnia (este año si la trajo), también por el volumen poderoso, los coros tribales del gentío con los brazos en alto, los katxis volando (esta vez por celebración, no por crítica o reproche a la estrella), y el gran rock expelido por un quinteto en forma con músicos que exhibían su excelencia sin dejar de evolucionar por la escena, con punteos infecciosos y con Ozzy convertido en la dinamo de la locura colectiva a la que invitó desde que abrió la boca: «¿Estáis preparados para volveros locos?».
La masa coreaba idolátrica 'Oooozzy, Ooozzy', la estrella ponía los brazos en cruz como el Drácula de Coppola, volvió a agarrar la manguera para calarnos con un líquido blanco y lechoso, y en buena forma física pedía palmas y corría por el tablado en la canción 'Suicide Solution'. Tuvo un invitado especial, Geezer Butler, el bajista de Black Sabbath, y se sumó a los hits de estos 'Iron Man' y un 'War Pigs' abierto con sirenas y acompañado por imágenes de guerra. Luego invitó al guitarrista Zakk Wylde, y se despidió con un bis para el 'Paranoid' de los Sabbath ejecutado por el plantel en pleno.
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