El metal de Judas Priest reluce como recién pulido en el Bilbao Arena
La voz de Rob Halford brilló al más alto nivel a sus 73 años, y la banda cumplió con nota muy alta ante una parroquia entregada a su dios
Habían calentado el ambiente los Phil Campbell and the Bastard Sons, llamados así porque toca con tres hijos, seguramente legítimos, pero así es el heavy. ... Y, de pronto, entre gritos y haces de luz como rayos y truenos, surgió el dios del metal y con 'All Guns Blazing' del 'Painkiller', ya demostró lo en forma que está su voz. Móviles en alto para recibirle. Dos tridentes en llamas en pantallas a ambos lados del escenario del Bilbao Arena de Miribilla apoyaban la bien engrasada maquinaria. Además de Halford, los esperados: el bajista original, Ian Hill, y los 'nuevos' miembros, el batería, Scott Travis, y los hachas Richie Faulkner y Andy Sneap. La segunda, 'Hell Patrol', dio paso a la muy celebrada 'You've Got Another Thing Comin', con vídeos de obreros en las fábricas de Birmingham, las mismas que Halford oía de niño, mientras estaba en clase. Martillo pilón, nos hizo metal líquido, pero metal pesado. Nos preguntó si estábamos preparados, «Are you ready? Is everybody ready? Lets go!!!». Y soltó la metalera espídica de 'Freewheel Burning'.
Vídeos con la bandera de Gran Bretaña y gente vulnerando la ley, enfrentamientos con la Policía, anunciaron una vertiginosa 'Breaking the Law' coreada por todo el público, casi un 'sold out' menos en la parte superior.
Anunciada por campanas, abordaron 'A Touch of Evil', y Halford afrontó ya su primer cambio de vestuario, una especie de guardapolvos plateado. Con 'Night Crawler' adornada en el vídeo con gárgolas, vidrieras de iglesias y gente rezando al dios, el del metal, claro, llegaron al cielo. Fue sin duda uno de los instantes especiales del bolo, con un Halford inconmensurable, entre lo mejor de la noche. Y hubo mucho bueno.
Cuatro octavas
Tras 'Solar Angels', un riff de guitarra duelado por el otro hacha trajo 'Gates of Hell', con el que volvieron a dar combustible y pudimos verles en pantalla, casi siempre ocupada por los vídeos realizados para cada canción. El líder estaba muy cómodo, contento, realmente a gusto, y tras un pequeño instante de descanso para él con el trozo instrumental de 'Battle Of Hymn', se lanzó con la épica 'One Shot Of Glory'. Parecía haber más músicos sobre el escenario que los cinco allá arriba, que en ningún momento se bajaron de la locomotora con la que empujaban a su público. El sonido del bajo se escuchaba un poco escaso, solo por poner un pero al conciertazo de Judas.
'The Serpent and the King' le sirvió de nuevo al dios del metal para volver a lucir su voz de sirena de cuatro octavas, tal como la definieron una vez hace mucho tiempo en 'The Guardian', sin saber que la conservaría intacta durante casi medio siglo. Pues es increíble comprobar cómo su garganta no se rompe en ningún momento, y cómo es capaz de alcanzar y aguantar la afinación.
El solo de guitarra grave y lento de inicio de 'Between the Hammer and the Anvil' sirvió a los Judas para seguir demostrando por qué son una referencia en el heavy metal. Los fans se golpeaban el corazón al ritmo que imponía el batería, mientras curas rezando, imágenes de santos y herreros golpeando metal incandescente se sucedían ante los ojos de los fieles asistentes.
«Muchas gracias, Bilbao, por tanta energía, tanta pasión metalera. Todo es música, la música es el poder de la vida, de la revolución», y el público gritó. «Hay gigantes en el cielo», anunció, y sonó el temazo con fotos en sepia de músicos ya desaparecidos, grandes cantanes como él: Dio, Mercury, Lemmy... Todo listo para recibir a ese himno que es 'Painkiller' con coche ardiendo, distopía, edificios cayendo. Los fans corearon enfervorecidos, y los tiros de la batería escoltaron al mejor Halford, cantando con su postura de sacar agudos, ligeramente doblado el espinazo. El metal de Judas relució ayer como recién pulido.
El tridente con luces hizo la cuenta atrás para soltar 'Electric eye', el pater surgió con otra chaqueta y esta relucía como si tuviera espejos, ¿quizá lentejuelas? Da igual, fue la antesala para finalmente afrontar otro de los destellos de la noche, ese en el que como en cada show surge entre humo con la chupa de cuero y montado en su Harley. «Lo que ha tenido que soportar por ser gay en un munco de machotes. Ahora ya está aceptado, pero....», afirmó la aficionada bermeana Lurdes Alonso: «'Painkiller' es una obra maestra». Subido a la moto cantó 'Hell Bent for Leather' y terminó entre coros y aplausos con 'Living After Midnight'. Una gran noche de metal.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.