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Xabi Bandini, Arkaitz Miner y Jon Maya el lunes. MORENO-ESQUIBEL/ ARRIAGA

Jon Maya baila de noche

El líder de Kukai respira nocturnidad en 'Gauekoak', coreografía minimal en trío con él como único bailarín

Miércoles, 4 de diciembre 2019, 15:46

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Premio Nacional de Danza en 2017, Jon Maya (Renteria, 1977), el fundador de la fascinante compañía Kukai en 2001, como la edad le aprieta no se subía últimamente al escenario de sus coreografías corales y modernistas. Sin embargo, en la metafórica 'Gauekoak', estrenada el domingo en Hondarribia y representada en el Arriaga el lunes (más de 300 almas; se llenó el espacio habilitado pues no se abrieron los palcos) y martes (un poco menos de aforo, pero buena entrada también), se ha animado a incorporarse al tablado de una manera más expuesta, pues él es único bailarín en una propuesta sostenida en trío y completada por dos músicos: Xabi Bandini (líder de Kerobia) y Arkaitz Miner (violinista y mandolinista de Ruper, Mikel Markez…).

Los tres actúan literalmente en una obra serena desplegada en un escenario bien adornado (esos seis cortinones que suben y bajan), un opus metafórico que el lunes se desplegó durante 72 minutos, saludos incluidos de ocho personas, contando coreógrafos, la directora de escena, etc. En efecto, hay mucho teatro en 'Gauekoak' y así explica el argumento la sinopsis, siempre útil para orientarse por el busilis de un show de danza: «Cuando la noche cae y las luces se apagan, algunas almas despiertan. Esas criaturas escriben, cantan, bailan... Se encienden en el momento que la vida se toma un respiro. Son 'Nocturnas'. El espectáculo es un diario de noche que recoge las reflexiones más íntimas; un espectáculo que ofrece una mirada a toda una trayectoria y una búsqueda constante, por medio de la música y la danza. Un soliloquio íntimo y personal».

Como casi siempre en estos tiempos impíos y desesperanzados, la búsqueda parece auscultar un alma humana que no se localiza y la persona termina abocada a una suerte de existencialismo. Y el maduro Maya en 'Gauekoak' (nocturnos o quizá mejor noctívagos) no hace alardes de danza («no diría que es un espectáculo físico», ha declarado), sino que va calentando y estirando progresivamente en escena, mientras se va cambiando de ropa (cuatro modelos lució, y uno se lo cambió in situ sin que nadie viera), hasta las evoluciones postreras más exigentes (en agilidad y fuerza).

Jon Maya arrancó parsimonioso, se supone que oyendo música en casa con cascos. En el premeditadamente lento prólogo caminó más que bailó, luego osó con algún movimiento arriesgado sobre el sofá chéster del centro de la escena, y salió elegante a la discoteca en el momento más electrónico y luminotécnico de 'Gauekoak'. Usó el hipnótico recurso de las carreras y los jadeos tan propios de Kukai pero en su caso lo hizo de modo estático, como se trataba de danza contemporánea en una ocasión bailó arrastrándose, y como siempre en Kukai en el fondo palpitó la reivindicación de las raíces, llegando Maya en el epílogo a marcar los pasos de la ezpata-dantza y sumándose sus dos músicos con escalas de folk tradicional, desde la frontera de Ray Cooder al blues. La ovación fue larga y merecida el lunes.

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