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Michele Pertusi (Roger) y Fernando Latorre (legado papal), rodeados de miembros del Coro de Ópera de Bilbao. E. Moreno Esquibel

Exhibición coral

Crítica Musical ·

Lunes, 18 de noviembre 2019, 10:36

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l estreno en Bilbao de la 'Jérusalem' verdiana transcurrió dentro de un túnel. El simbolismo de ese entubado escenario parece ser que quería reflejar el ... infierno dantesco en las cruzadas de la Edad Media. El interesante estreno de esta revisión francesa de 'I Lombardi', de la que adopta algún dúo, una marcha, el aria de tenor y un ballet que no se llevó a cabo, se encontró con el escollo de la escasez de producciones. Se podría decir que en su resultado final, no es que se desvirtúe el argumento, pero sin duda hay una desnaturalización por su excesiva modernidad escenográfica y la confusión que causa su anodino vestuario. Afortunadamente y en desagravio, el conocido director Francesco Ivan Ciampa supo leer y transmitir la música que en realidad sonó al Verdi italiano, tan querido por el coro y lejos del estilo francés. El maestro Ciampa resaltó con claridad el sonido de los metales (bien vale un aplauso el solista trompeta de la BOS), cuidó la intensidad de la música en bien de las voces e hizo que el coro lograra uno de sus mayores éxitos como auténtico protagonista. En efecto, la agrupación bilbaína no halló dificultad en el idioma y como la música llevaba intrínseco el aroma verdiano (recordando también 'Nabucco') y la dirección era muy clara, el coro cantó con fluidez, con bello color y empaste. Por otro lado, conocíamos a Rocío Ignacio, artista más familiarizada con roles menos épicos que el de la Hélène de esta obra. Su voz potente y bien timbrada resolvió bien sus andanzas por una tesitura siempre endiablada y su entrega al personaje fue encomiable, tanto que se prestó a la absurda aparición en escena en dos piezas con absoluta desinhibición. Si cupiera algo negativo en su completa actuación, diríamos que esa misma voz, a veces y al exigirle tensión, resultó algo estridente en su deseo de otorgarle el dramatismo que también conlleva el papel. Al tenor canario Jorge de León asimismo le tocó andar por los suelos ya sea arrodillado o tumbado como a todos. Únicamente su voz de tenor spinto con penetrante squillo se alzó y caminó con seguridad por los escollos de un papel exigente como es el de Gaston. Nos deparó una excelente aria 'Je veux encore entendre' (en la ópera 'I Lombardi', 'La mia letizia infondere') con un grandioso agudo final, lo cual es muy meritorio y no tan frecuente al ser un tenor heroico. Formó una verosímil pareja con su 'partenaire' sevillana y eso es esencial, como se sabe, para proporcionar realismo teatral. En la brillante voz del tenor canario tan solo echamos de menos algo más de canto a media voz. Mención especial mereció la labor del bajo Michele Pertusi, en realidad, un bajo-barítono, porque su extensión vocal abarca notas altas de barítono y sus graves son sonoros en una voz de grato e igual color tímbrico. Tanto vocal como teatralmente fue el más sobresaliente y acaparó la escena. En el apartado del resto de los personajes, ni la voz de Pablo Gálvez quien encarnó al conde de Toulouse, ni la de Deyan Vatchkov en la del emir, dejaron impronta de interés. En cambio, siempre es garantía musical el barítono Fernando Latorre y habría que añadir la colaboración del tenor Moisés Marin y la soprano Alba Chantar. En definitiva, un correcto estreno en el que tuvo mucho que ver el gran maestro Francesco Ivan Ciampa al mando de la BOS, un gran bajo-barítono como demostró ser Michele Pertusi y la compenetración en escena y las generosas voces de Rocío Ignacio y Jorge de León.

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