Elcano y los viajes, ejes de la próxima temporada de la Sinfónica de Euskadi

Porque en el primer programa de la temporada, la OSE interpretará seis piezas de las que los espectadores solo conocerán al comienzo de la sesión el título de la que irá en cuarto lugar: será la escrita por Mikel Chamizo para el citado Proyecto Elkano. Los aficionados, a quienes se pedirá que mantengan el secreto –como se hace en las funciones de 'La ratonera' de Agatha Christie–, no recibirán el programa de mano hasta que el concierto haya terminado, de forma que comenzarán a escuchar cada pieza sin saber lo que es. Tan solo hay una pista. O quizá dos. La que está clara es que al menos una de las cinco obras ocultas tiene una soprano solista, porque en el programa figura Mojca Erdmann. También está la Coral de Bilbao, pero se ignora si su participación se va a limitar a la obra de Chamizo. El aficionado correrá el riesgo de que el programa le decepcione, por supuesto, pero la OSE le pide que confíe.

A partir de ahí, más viajes. Como explicó ayer Robert Treviño, director titular de la formación, los hay a París y Viena, con varios programas que giran en torno a ambas ciudades; a Centroeuropa, con una cantidad infrecuente de obras de Bartók (los conciertos Nos. 2 y 3 para piano y la 'Música para cuerda, percusión y celesta', que Kubrick convirtió en amenazadora en 'El resplandor'); e incluso a Reino Unido y al espacio exterior, en tiempo de 'Brexit' con 'Los planetas' de Holst que tendrán en el podio a Juanjo Mena, que acaba de hacer una inmersión en la música británica durante su titularidad en la Filarmónica de la BBC.

La identificación de la orquesta con la cultura vasca, que subrayó el consejero Bingen Zupiria en la presentación de la temporada, está en las obras de Chamizo, Urquiza (la segunda del Proyecto Elkano), Erkoreka y una dosis intensiva de Ravel. Con un añadido de modernidad, que se encuentra en la obra de Erkoreka, que requiere la presencia del trío de percusión Kalakan, que ya la estrenó en Madrid hace tres años.

El programa de la temporada incluye un volumen importante de obras escritas en los últimos años del siglo XIX y el primer tercio del XX, con menor presencia de piezas de otros períodos barroco. A las ausencias de Bach, Mozart y Haydn, se suma una participación mínima de la música rusa –tan solo 'Sherezade' de Rimski-Korsakov;nada de Chaikovski, siempre recurrente; ni de Shostakovich, muy interpretado en los últimos años– y de la estadounidense: únicamente el Concierto para Clarinete de Copland tras el atracón de Bernstein del último ejercicio en todas las formaciones orquestales.

Oriol Roch, director general de la OSE, definió el programa como «equilibrado, ambicioso y potente» en una temporada en la que Robert Treviño estará estará en el podio en seis de los once programas, entre los que figuran algunos de los más comprometidos (el inaugural, el que reúne a Berg con Bruckner, el de cierre con la Sinfonía 'Resurrección' de Mahler), una presencia que reducirá algo en años posteriores, según ha anunciado.

Como sucede ahora de manera común, cada programa lleva su propio título porque ha sido construido en torno a una idea. Si el viaje es la línea general, el epígrafe de algunos ya es suficientemente explicativo: el que incluye el concierto de Berg responde al de 'Un ángel' en correspondencia con la dedicatoria de la obra, en memoria de la joven Manon Gropius, muerta a los 18 años; 'La Tierra' acoge 'La canción de la Tierra' de Mahler; 'París', el concierto para violonchelo de Lalo y la Sinfonía 'Órgano' de Saint-Saëns; y 'Nuevo Mundo', la segunda pieza del Proyecto Elkano y el concierto para violín y la Sinfonía Nº 9 de Dvorák. Con todo ello, la OSE tratará de demostrar que el consejero Zupiria no habló en vano cuando se refirió al «empaque de calidad» obtenido.