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Dudu Ouchen, vocalista del barrio de San Francisco. CARLOS Gª AZPIAZU

Dudu Ouchen en el 'Rabba Rabba Girl!'

La vocalista bilbaína dio un concierto de soul correcto, aunque frío, hermético y rígido, en su matinal dominical en el lleno auditorio del Museo Marítimo

Domingo, 1 de noviembre 2020, 19:19

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El ciclo de conciertos matinales dominicales albergados en el auditorio del Museo Marítimo protagonizados por músicas y llamado 'Rabba Rabba Girl!' lo abrieron hace dos semanas los bilbaínos Zea Mays dando uno de los mejores bolos de 2020 (si acabamos el año entrará en nuestra selecta lista de lo óptimo), hoy domingo lo ha protagonizado la vocalista bilbaína de soul Dudu Ouchen, y en fechas cercanas actuarán Vittersweet y La Basu.

En 2018 vimos un par de veces en directo a Dudu Ouchen, elegida mejor vocalista del concurso Villa de Bilbao 2017, y la verdad es que no nos dejó buena impresión. En una de ellas dijo varias veces que se sentía muy nerviosa, y quizá eso la desdibujó. El caso es que este domingo no pareció tan nerviosa y mejoró sobremanera la impresión, eso que al final de su concierto de 13 canciones en 57 minutos en septeto (no dieron bis aunque se pidió, y se dejaron dos canciones del setlist en el tintero) Dudu Ouchen contó que apenas habían ensayado lo suficiente en estos tiempos pandémicos. Vaya, ya les habíamos notado que no transmitían demasiado, quizá porque estaban tocando endógenamente, para ellos, intentando no fallar. Además había un miembro nuevo, el guitarrista Jontxu, el peor vestido de los siete elementos de un combo donde por su estética descollaron el saxofonista Ekhi Arri (¡salió vestido con un traje gris de piel serpiente!) y la propia Dudu Ouchen, sexy y femenina con su vestido corto negro y su pelazo rizado y suelto (llegó a decir que con el calor que hacía se lo tenía que haber recogido).

Dudu y Ekhi, los mejor vestidos. CARLOS Gª AZPIAZU

A pesar de que se mejoró la impresión, reconocemos dos hándicaps severos en esta formación. El primero, la voz de Dudu, que no es que cante mal, sino que lo hace de un modo muy frío, canónico, y no se lanza a cambios tonales ni graves ni agudos, ni tampoco chilla, ni araña, ni susurra, aunque un par de veces ululó. Como dijo Azpiazu al salir del auditorio: parece que recita. Y el segundo hándicap es el carácter demasiado sólido y envarado de los músicos, en el fondo bien armonizados, pero a ese combo le sobra el percusionista (pedimos perdón al interfecto, claro) porque recarga y ralentiza la música, no aporta nada sino densidad y resta velocidad.

Fue un concierto correcto pero frío, y si estamos hablando de soul nunca hay que dejar de lado el calor. Y en los momentos más sofisticados del repertorio no percibimos alardes virtuosos instrumentistas, y en eso quizá tenga que ver lo que alegó Dudu sobre los pocos ensayos, inapreciables para un profano. Y así lo mejor de la matinal fueron las versiones, presentadas por Dudu, lo cual se agradece sobremanera a la hora de escribir esta aliviada reseña. Versiones (covers las llamaba ella, en inglés) como 'Don't wanna fight' (creemos que es la de Alabama Shakes, y en esta fue cuando pensamos que el percusionista lastraba el cancionero), la balada de dramático soul sudista 'If you call' de Sharon Jones, un flotante 'Fly me to the Moon' de Sinatra («una canción que me encanta, y la verdad que nos vendría muy bien volar a la Luna para desconectar de lo que está pasando»), o el cover del 'Sugar in my bowl' de Nina Simone interpretado de modo muy sensual, en la senda de una Madeleine Peyroux más grave.

Las versiones rularon por encima de los más herméticos y casi cansinos originales contenidos en el disco que presentaba, 'Downfall' (Jap records, 2020; lo pueden oír en Spotify), caso del tema titular (un blues lento con punteo Robert Cray dedicado a la memoria de su padre), 'Sometimes' (que Dudu etiquetó como 'reggae jazz'), el exótico 'Don't forget my love' (dedicado a su hermano, como contó a un público que llenó la sala –solo unas 60 almas en sillas, por el covid- y que ella parecía conocer a cada cual, desde la chica de la primera fila a la que se le cayó el bolso al suelo hasta el que decía bravo detrás de nosotros al acabar cada tema), o el funk 'I'm gone'. Y no está en el álbum 'Downfall' la última pieza que cantó en el 'Rabba Rabba Girl!', su más reciente composición, 'I can't breathe', una balada demasiado recogida y entonada entre luces rojas que no fue una muy animada manera de acabar un concierto. La verdad es que grupos vascos souleros como The Allnighters y la Priscilla Band tienen más pellizco que Dudu Ouchen y sus compañeros.

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