'Chicago' sacude Bilbao
El musical cabaretero del Arriaga, una adaptación del influyente Bob Fosse con 35 personas en escena, atrapa a los espectadores y hasta les hace reír usando el mismo vestuario y varias sillas, sin cambiar de decorado, y con la banda plantada en mitad de la tarima
Mucho mérito tiene el musical 'Chicago', que estará en la cartelera del Arriaga hasta el domingo 29 de diciembre (28 funciones en total). Con la ... banda colocada en vertical en el centro del escenario (diez músicos y el director, más una gatera por la que entran y salen los actores), con el tablado disminuido espacialmente por esa banda y desnudo porque no hay ningún cambio de decorado (vale, en la segunda parte caen dos telones, uno brilli-brilli y otro transparente), con el único atrezo de unas sillas, como si estuviéramos en el flamenco (vale, y con una bandera episódica colgada en la segunda parte para representar una estancia oficial, sí), y con el nutrido plantel actoral y bailarín sin cambiar de vestuario durante la función (lo mismo servían de periodistas, que de prisioneras, que de jurados...), se consigue convencer al respetable público de que están en la cárcel, en un casa, en un juzgado… Todo a plena vista, con buen uso de la luz y varios puntos de entrada y salida en el escenario.
Este 'Chicago' adapta el libreto estrenado en 1975 en Broadway, escrito por Fred Ebb y el gran Bob Fosse, con música John Kander, letras de Fred Ebb, y coreografías y dirección de Bob Fosse. Esta versión española, dirigida por Víctor Conde y con Andreu Gallén a la dirección musical, pone en escena a 10 músicos, al director, y a 24 actores y actrices que cantan y bailan también. 35 personas en escena para una función de poco menos de dos horas y media, con descanso de veinte minutos, que quizá comienza un tanto fría, pues choca ver a la orquesta ahí plantada y se teme que la acción se constriña en dos dimensiones debido a la estrechez del tablado, pero no tarda en despegar y en meter al público en la situación, en la trama, que se queda en lo simpático y que descarga la crítica social de la obra teatral original, también titulada 'Chicago', escrita por la periodista del 'Chicago Tribune' Maurine Dallas Watkins, publicada en 1926, representada en su época con éxito, y adaptada repetidas veces en el cine.
Este jueves, día del estreno, el Teatro Arriaga se vio lleno y en escena hubo menos teatro que números musicales, unos 23 en total (12 en la primera parte y 11 en la segunda contabilizamos). Con cuerpo de baile estupendo, coreografías grupales dotadas de la enérgica y retadora armonía de Bob Fosse, buen trabajo actoral (se sale de la tabla el abogado Billy Flynn, encarnado por Jaime Zatarain), argumento narrativo lineal e inteligible sobre las penas, ambiciones y esperanzas de dos mujeres acusadas de asesinato y enfrentadas en la cárcel (Roxie Hart / Silvia Álvarez, y Velma Kelly / Ela Ruiz), los números musicales molan todos y están agraciados por la orquesta que toca en vivo blues y ragtime, o sea jazz de antaño (se nota la viveza de la banda en el número 'Roxie sacude Chicago', con tensión sostenida y chasqueos de los dedos, y en el juicio, con ruidos musicados propios de los dibujos animados).
Los personajes están bien perfilados (desde al abogado hasta el pobre marido de Roxie Hart, ésta adúltera y encantada de poder convertirse en famosa por el crimen del que está acusada, feliz por salir en los periódicos: 'Roxie Rocks Chicago', o sea 'Roxie sacude Chicago' pregonaba el titular que ella mostraba al público rompiendo la cuarta pared), la escenografía funciona de sobra sin necesitar atrezo, se actúa, canta y baila muy bien, y los mejores números musicales podrían ser estos: 'El tango de la prisión', con seis prisioneras en sendas sillas contando por qué están en el talego; 'Lo que importa es el amor', con el abogado cínico rodeado de cabareteras con plumas; 'Ragtime de la rueda de prensa', hilarante desde el título, un número caricaturesco en el que el abogado hace de ventrílocuo con la acusada; el swing de Roxie con siete tíos donde se enorgullece de que 'Roxie sacude Chicago'; y, ya en la segunda parte, 'Mi bebito y yo'; el número coral como un circo de tres pistas 'Deslumbrando'; y el adiós de las dos protagonistas bailando juntas y contentas ante el telón de brilli-brilli.
Muy buen musical, totalmente entendible, bastante gracioso, y con un plantel fenomenal de 24 actores y actrices polifacéticos (por cierto: todos ellos son unos adonis, con músculos de gimnasio, mallas transparentes…). En verdad este Chicago merece sacudir Bilbao en Navidad.
A la bailarina Mara, de 10 años (la más joven de todo el teatro, aunque la obra quizá no sea recomendable para menores de 13), le encantó. Todos los actores le parecieron bien (no sólo el abogado), admiró los números de baile (en el intermedio dijo que ella sabía hacer el spagat, lo de separar las piernas, y lo demostró sobre la alfombra del foyer tras dejar en el suelo su cocacola), y aplaudió aprobatoria después de cada escena. En el metro juzgaba: «Esto ha sido un musical, ¿no? Pues éste y el de 'Grease' son los dos mejores musicales que he visto en mi vida».
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