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Llega 30 segundos antes de la hora prevista, con un ritmo tranquilo y constante, enfilando la calle Ripa, con el bar Baobab como destino. Es ... su local favorito en Bilbao para charlar. No le hace falta apresurarse al ver a la periodista y la fotógrafa de EL CORREO. Lo tiene todo medido. Beatriz López-Nogales (Burgos, 1998) no se atrasa ni anticipa más de lo necesario. Es compositora de bandas sonoras y sabe que el tiempo no es oro, en la medida en que vale muchísimo más. Se trata de la materia de la que está hecha la vida misma. Ella lo sabe y lo aprovecha al máximo. «A los 14 años ya me gustaba escribir música para los cortos que hacían los estudiantes de Comunicación Audiovisual de Burgos», recuerda con una sonrisa tímida. Ahora vive en la capital vizcaína porque su madre es de Ermua y el País Vasco tira mucho.
Pese a su juventud, se ha convertido en una profesional muy solicitada. Su carrera arrancó hace cinco años por un encargo de la ETB, la serie 'Alardea', de David Pérez Sañudo, con quien ya ha coincidido en nueve proyectos. El último trabajo conjunto es la segunda película a la que pone música. Se trata de 'Sacamantecas', inspirada en hechos reales y rodada casi íntegramente en Álava, con Antonio de la Torre en el papel de Juan Díaz de Garayo, un asesino que a finales del siglo XIX mató a seis mujeres (prostitutas, una niña de trece años y una anciana). El reparto se completa con Patricia López Arnaiz y Josean Bengoetxea. El estreno está previsto para octubre de 2026.
«Mi primer largo fue 'Los últimos románticos', basado en la novela del mismo título de Txani Rodríguez. ¡Una experiencia fantástica! Para ser lo más fiel posible al guion, identifiqué a la protagonista con el chelo como solista. Ahora, en cambio, tengo que utilizar toda la orquesta en 'Sacamantecas', sin preferencias por ningún instrumento. Es una película gigante. Ha sido como pasar de 'Amélie' a 'Salvar al soldado Ryan'», explica entre risas. No se agobia. Es una compositora autosuficiente, que se encarga de todo y no necesita ayudantes. Se adapta a cualquier género y se resiste a utilizar la inteligencia artificial «porque no genera conceptos nuevos y en mi terreno yo lo consideraría plagio».
Con ideas claras y muchos reflejos –«en el mundo audiovisual todo puede cambiar de la noche a la mañana»–, se ha ganado la confianza de profesionales de la talla de Aurora Guerra, una creadora de ficción televisiva con la que trabajó en 'Fuerza de paz' y 'Escándalo, relato de una obsesión'. «Siempre he hecho lo que consideraba necesario en cada momento. ¿Que si están contentos mis padres? No lo sé. Me imagino. No es algo que se pregunte». Ambos están jubilados. Él daba clases de matemáticas y ella era profesora de francés. Beatriz es su única hija y no para. En lo que va de año no solo está volcado en la película 'Sacamantecas', sino también en la serie 'Arcadia', de Jorge Saavedra, que se ha grabado en Tenerife y cuenta con William Levy y Paula Echevarría en el elenco.
Es un thriller protagonizado por un entrenador de lucha canaria que no puede huir de su pasado violento y sórdido en México. «Hay mucha presencia de guitarras para remitir al origen mexicano del personaje principal. Y hasta ahí puedo hablar... No digo más porque me riñen», advierte López-Nogales mientras desvía la mirada hacia la ventana del Baobab, con vistas a la ría y el Casco Viejo. Es un establecimiento que le gusta porque conoce al dueño, Ibra Almamy Ndiaye, al que los amigos llaman Alu. Tiene facilidad para conectar con la gente, de ahí que el trabajo en equipo le resulte especialmente gratificante. Pese a la soledad del proceso de composición, nunca pierde la visión de juego.
Igual que en el fútbol, otra de sus grandes pasiones, valora la importancia de mantener una perspectiva amplia. Por eso tiene debilidad por centrocampistas como Mikel Jauregizar y Luka Modrić, que compiten en los equipos de sus amores: Athletic y Real Madrid. «¡Claro que les veo compatibles y se puede apoyar a los dos! A mí me parece que son clubes muy amigos», recalca con inocencia. En su caso no hay contradicción porque no tiene fobias, ni en el deporte ni en la música.«¿Tonalidad? ¿Atonalidad? No hay que excluir nada, todo depende de cada proyecto. Yo me voy adaptando y no me cierro en banda a nada. Tienes que dominar la técnica para ser capaz de ampliar tus posibilidades y no encasillarte. Mi ídolo es el gran Ryūichi Sakamoto, que tenía una formación clásica maravillosa y se atrevió con el techno puro japonés, para luego componer bandas sonoras, óperas, ballet...».
El refinamiento asiático le fascina tanto que, puestos a soñar, no elige a Tarantino, Polanski o Sorrentino como directores ideales con los que trabajar. Ella se decanta por el cineasta chino-hongkonés Wong Kar-wai, «porque tiene una foto muy cuidada que crea espacios tan inspiradores...». Le fascinan los movimientos de cámara inusuales, el uso atmosférico de luces y sombras, además de los primeros planos que ahondan en la intimidad y emoción. Ha estudiado a fondo la estética de películas como 'Días salvajes' y 'Deseando amar'. Es minuciosa, toma nota de todo y se siente especialmente cómoda en los registros del drama y el thriller.
En caso de necesidad, no obstante, también le saca partido a la comedia, como demostró en la serie 'Detective Touré', que adaptaba las novelas de Jon Arretxe, y en el corto 'Artesanía', en torno a las relaciones familiares y la lucha por la supervivencia, que le reportó un premio en el Festival de Cine de Comedia de Tarazona y el Moncayo. «Todo lo que me encarguen será bienvenido. Si algo me define es la experimentación».
Eso explica que haya tenido durante mucho tiempo debilidad por los cortos y guarde buen recuerdo de documentales inclasificables como 'El hombre que pudo salvar la vida de Michael Jackson por segunda vez', de David Chaumel, con Luixy Toledo como reclamo. «Era una cosa muy friki, que hice en 2019 y se dio a conocer bastante». No descarta que influyera para que la llamaran de ETB y le encargarán la música de 'Alardea', que contaba la peripecia de un grupo de vecinos que reivindicaba el derecho de las mujeres a participar en el desfile de su ciudad. Ahora es ella la que marcha con paso firme en un mundo tradicionalmente masculino. «¿Qué supone ser una minoría? La verdad, no tengo tiempo para pensarlo».
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