Bailar entre árboles, espejos y humo
Basoa y Lasai reivindican otras formas de vivir el BBK Live: entre techno, libertad corporal y paisajes que invitan al trance
Ekaitz Vargas
Jueves, 10 de julio 2025
Mientras el cartel principal reúne multitudes, los espacios de baile alternativos del BBK Live —Basoa y Lasai— invitan a vivir el festival desde otro lugar: ... más libre, más sensorial y más diverso. Esta noche se suma Gorria, el enclave queer que completa el mapa nocturno del monte.
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A medida que cae la tarde, el universo de Basoa se transforma. Hay un momento, justo al final del camino descendente entre pinos, en que el sonido del escenario principal queda atrás, y lo que empieza a escucharse —un bombo seco, repetitivo, in crescendo— ya no es música, sino atmósfera. A eso de las 20:00, Fafi Abdel Nour ya tiene a la multitud en vilo, marcando el pulso de una sesión que es pura progresión emocional.
El olor a pino se mezcla con el humo artificial. Las luces rosas y moradas cuelgan entre las ramas, recortando siluetas de cuerpos entregados. También hay silencio, el que se genera cuando, entre drop y drop, todos parecen contener el aliento al mismo tiempo.
Desde hace años, Basoa se ha convertido en uno de los espacios favoritos del público queer y alternativo. Aunque no lo indique ningún cartel, el código está claro: respeto, libertad corporal y cero presión estética. Aquí se baila con otras reglas.
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Entre los asistentes hay muchas personas LGTBI, pero también curiosos, extranjeros y fieles del techno más purista.
Otros ritmos, mismo monte
Si Basoa es intensidad, Lasai es pausa. No por falta de movimiento, sino por una forma distinta de habitar el ritmo. Subiendo por una pequeña cuesta, entre árboles más abiertos, el espacio se abre hacia el horizonte. Aquí no hay niebla, ni luces agresivas. Lo que manda es la música —más suave, con letras potentes— y el paisaje con Bilbao de fondo.
En torno a las 21:00, Chica Acosta construye una sesión elegante, entre el ambient, el dub techno y el house melódico. La gente baila despacio, algunos solos, otros en pareja. Hay quienes se tumban en el suelo. Nadie empuja, nadie corre.
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La decoración acompaña: estructuras metálicas con espejos reflectantes multiplican las imágenes del público, de los árboles, del cielo que comienza a oscurecer. Es una escenografía sin artificio, pero pensada con intención. «Aquí no te miran raro. Hay maricas, señoras mayores, chavales…», dice Claudia, una gallega que ha venido sola.
La variedad del público es una de las claves de Lasai. No hay una estética marcada, ni un dresscode tácito. Lo que une a quienes se acercan aquí es el deseo de vivir el festival sin prisas. Quizás por eso muchas personas LGTBI lo consideran también un refugio, pero con otra energía.
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Los dos espacios —tan distintos, tan complementarios— representan también una evolución del propio festival. Durante años, el BBK Live fue un evento centrado en grandes nombres del pop y el indie internacional. Pero con la consolidación de Basoa, el nacimiento de Lasai y la inminente inauguración del espacio Gorria esta madrugada a las 3:30, el festival ha ampliado su paleta de experiencias.
Gorria, según el programa, se presenta como un enclave queer y experimental, con DJs, visuales y performances pensadas para romper con la lógica de escenario tradicional. Un tercer polo en este triángulo de formas de bailar y estar.
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