Ainhoa Arteta arrancará en Bilbao su gira más latina

El público se ha acostumbrado a escuchar y ver a Ainhoa Arteta haciendo de Mimí, Violetta o Cio-Cio-San, algunos de los inolvidables roles que canta por todo el mundo. Pero ella siempre ha sentido una debilidad especial por otros temas unidos a su biografía. Desde 'La vida', publicado hace diez años, que contenía títulos tan distintos como 'Michelle', 'Love me tender', 'Alfonsina y el mar' y una desgarrada 'Ne me quitte pas', a los posteriores 'Don't give up' y 'Mayl'. En todos ellos, cantaba en varias lenguas canciones procedentes de tradiciones culturales relativamente lejanas unas de otras.

'La otra orilla' es algo muy diferente. Todos los temas que componen el álbum tienen su origen en América Latina y están enraizados en una cultura profundamente hispana. «Son las canciones que escuché muchas veces a mi madre, que era muy actriz», explica en un documental de casi veinte minutos que la soprano rodó en Cuba el pasado abril. En el mismo, canta y baila en la calle, en el interior de una fábrica de habanos y en 'La Bodeguita del Medio', el mítico bar-restaurante que frecuentara -e hiciera famoso- Ernest Hemingway. Sus mojitos son una llamada irresistible para los visitantes de la capital cubana.

Los arreglos tienen un aire muy jazzístico y la producción ha corrido a cargo de Javier Limón, que también se encargó de sus anteriores discos no operísticos. El álbum ya está en la calle, y la culminación de ese proyecto será la gira que la soprano realizará la próxima primavera para compartir en vivo con los aficionados esta pasión latina que derrocha en la grabación. El 26 de abril -las entradas ya están a la venta y la marcha de la taquilla denota la expectación creada- actuará en el Palacio Euskalduna de Bilbao, para trasladarse a continuación a Andalucía y continuar allí la serie de conciertos.

Cantará y contará, seguro, porque estas canciones son parte de ella misma. Lo muestra en el documental rodado durante su estancia en La Habana, en el que se la ve dando una clase magistral en el teatro Nacional (donde alecciona a cantantes jóvenes para que sean conscientes de que ellos «son los únicos dueños de su propia carrera»), acudiendo a donde una santera, vistando el buque-escuela 'Juan Sebastián Elcano' que justo esos días estaba atracado cerca de la punta del Morro, cantando el 'Ave María' de Schubert a la puerta de la ermita de la Virgen de Regla o interpretando uno de los temas del disco en el Paseo José Martí (el antiguo Paseo del Prado, como lo siguen conociendo los habaneros y como se lee en las novelas de Guillermo Cabrera Infante).

Ainhoa Arteta hace además una confesión relacionada con el recuerdo de su madre, que murió en 2007. Se trata de un sueño en el que aparecía rodeada por mariposas blancas. Pues bien, hace algún tiempo se dio cuenta de que en momentos clave de su vida -cita la comunión de su hija y algunas actuaciones muy especiales- una mariposa de ese color se ha colado desde la calle y ha volado en torno a ella. Es un episodio como de realismo mágico integrado en unos recuerdos vinculados a una música que está impresa a fuego en su memoria y que canta con pasión. Pasión latina.