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Como si hubiese escrito «una carta a los Reyes Magos» y le hubieran traído el regalo... Carles Francino (Barcelona, 1958), presentador de 'La Ventana' (Ser), ... recibe hoy en Bilbao el Premio Especial Alejandro Echevarría de los galardones de la Fundación Comunicando Futuro.
- El periodista, preguntado.
- Me siento raro. No soy partidario de que me entrevisten, aunque si alguna de mis reflexiones le puede valer a alguien...
- Al menos son reflexiones de un «optimista antropológico», como usted mismo se define.
- Vivimos un tiempo de confusiones interesadas, así que hay que tener muchas narices para mantener ese optimismo. Pero sí, lo soy. Los periodistas debemos mantener los pies en el suelo porque el único futuro de nuestro oficio es hacer las cosas bien.
- ¿Es más difícil ser periodista hoy que ayer?
- Puede resultar más complicado porque hay muchas cosas que nos distraen. Las estrategias de la confusión y la mentira complican nuestro trabajo. Nuestra defensa es ganar la batalla de la confianza.
- ¿Y la estamos ganando?
- No es tan difícil distinguirse del pseudoperiodismo. Pero debemos exigir a la sociedad civil un esfuerzo. Yo no acepto ni doy por buena la posición de comodidad en la que trago todo lo que me ponen por delante. Hay que exigir al receptor de la información cierta capacidad crítica, que 'curre' un poco. El otro día, mi hijo de 14 años me preguntó si era verdad que el hombre había llegado a la Luna. Le había llegado ese cuestionamiento general que existe con todo. Y hace unos días llevaron a un exfutbolista que defiende que la Tierra es plana a debatir cara a cara con científicos, como si estuviesen al mismo nivel. La libertad de expresión no es decir la primera chorrada que te viene a la cabeza.
- La tele se iba a 'comer' a la radio; las redes sociales, a los medios de comunicación tradicionales. Y aquí estamos todos en la era de la inteligencia artificial. En una convivencia...
- Poco pacífica.
- ¿Atisba un escenario mediático apocalíptico?
- Apocalíptico es demasiado. Soy incapaz de imaginar cómo estaremos dentro de cinco o de veinte años, no sé qué futuro nos depara la IA, pero si me dicen hace quince años que íbamos a tener un presidente de Estados Unidos que dice las cosas que dice y una guerra en Europa...
- Usted se aferra a «los códigos» del periodismo como salvaguarda del oficio. Igual que la arquitectura o la abogacía tienen también sus códigos, dice. La política los tiene y mire...
- La política ha sucumbido a esa forma de mezclar los mensajes, de apelar a lo emocional. Van a la búsqueda de la frase ingeniosa y están convirtiendo la política en un gran 'Sálvame'. Los medios de comunicación nos hemos dejado colonizar en exceso por esa forma de contar las cosas. El periodismo de acusaciones, de réplicas y contrarréplicas tiene un impacto mínimo en la vida del ciudadano, pero dedicamos mucho espacio a lo que uno dice, a lo que responde la otra... Me gusta hablar de política, pero del debate de los impuestos, de sanidad, de educación... de proyectos.
- Si no publicas o comentas algo que ha salido en todas partes puede parecer que no te has enterado.
- No acertaremos siempre con la jerarquización de los temas, pero ahí está nuestro trabajo como periodistas. Si todo es un altavoz del griterío... Lo del Congreso es un espectáculo tristísimo y lo estamos alimentando porque contribuimos a la espiral del ruido. Deberíamos ser más selectivos. Yo recuerdo cuando las tertulias políticas de la radio y de la tele las protagonizaban los políticos y no personas que interpretan un argumentario, como sucede ahora.
- El opinador llena horas en los medios. ¿Hemos creado un monstruo?
- Sí. Llamemos a las cosas por su nombre. Eso es infoentretenimiento. Yo quiero un debate de verdad en el que los que dialoguen sean los políticos.
- Frente a la crispación, usted receta optimismo y calma. ¿No le vamos a ver en plan 'hooligan' ni con el fútbol?
- No, en plan 'hooligan', no. Digamos que en el fútbol se me ve con la emoción más desatada. Me emociono, pero no tengo esa inquina. Me da mucha pereza ser 'anti cosas'. Odiar fatiga mucho.
- ¿Y cuánto fatiga criar a dos hijos adolescentes?
- Digamos que no estoy aburrido (risas). Yo he sido padre analógico y digital porque tengo un hijo de 44 años, uno de 14 y otra de 12 y la diferencia entre criar al mayor y a los pequeños es enorme. Los niveles de conflicto hoy, el debate sobre la autoridad y el respeto no tienen nada que ver con lo que viví con el mayor. Ahora es más complejo.
- Hablando de la familia... ¿ya ha pensado qué decir cuando reciba el galardón, a quién se lo va a dedicar?
- Algo diré. Que me den un premio que tiene que ver con la lucha contra la desinformación me parece una carta a los Reyes.
- Y aun así, sigue usted sufriendo el 'síndrome del impostor'...
- Sí. Efectivamente, lo sigo teniendo. En la vida hay cosas que suceden y solo se pueden atribuir a la suerte. El 'síndrome del impostor' es sano, bien administrado es una vacuna para no volverte un creído.
- Concédase algún mérito.
- Vale... Soy currante, honesto y buena persona. Y con eso planto batalla.
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