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Carlos Arrojo
Certamen de Relato Breve 'En cuarentena'

Ruina

Continuamos con la publicación de una selección de relatos breves presentados al concurso 'En cuarentena', que organizan EL CORREO y la UPV. El plazo de presentación está abierto hasta el 18 de mayo

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Sábado, 18 de abril 2020

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La ruina

…ha venido a visitarme, «no te voy a abandonar» me asegura, pero yo dudo, demasiados días encerrado, entre estertores y baños de cebolla, en el fondo me alegro, necesitaba la compañía de alguien, por eso le hago caso y salimos al balcón, es una buena idea, dentro de casa el ambiente está cargado y hace calor, lo saben hasta las plantas, combadas por la deshidratación, «¡qué a gusto!» exclamo, y me asomo imprudente agarrándome a la recalentada barandilla de hierro, ella me observa, «¿qué sentirán los que deciden saltar?», lo deja en el aire para que yo lo recoja, cierro los ojos y respiro, «alivio, supongo», no le convence así que añado «querrán remendar la costura», su silencio no me molesta, es un atardecer precioso, los haces de un sol primaveral me acarician las mejillas, la calle enrojece y las sombras empiezan a escalar la fachada del edificio, a ella no parece agradarle, se esconde en un rincón oscuro, lejos de las salpicaduras de luz, gruñe, me manda callar, escuchamos, unos pasos parecen subir las escaleras, la madera cruje, vienen con prisa, se pone nerviosa, agarra los girasoles de la sala y los arroja por el ventanal abierto, ha enloquecido, rompe el jarrón y llueven los cristales, me cortan, ella chupa de mis heridas, cada vez están más cerca, se encabrita, le ruego que se tranquilice pero es inútil, araña los muebles, acuchilla el parqué, despedaza la vajilla de porcelana, el apartamento patas arriba, alfombrado con la quincalla de mis estanterías, con mis libros de detectives, con los aguachados en los que he estado trabajando, no tiene piedad, «¡detente!» le ordeno, pero no me hace caso, el crepitar de los peldaños la ha enajenado, brinca, aúlla, se acerca y me empuja, caigo al suelo de espaldas, no siento dolor, estoy paralizado, me enrolla en una sábana, me envuelve con la algodonada tela y empieza a arrastrarme justo en el momento en el que los pasos se detienen y suena el timbre, ¿cuántas horas llevo tendido?, no lo tengo claro, he perdido la noción del tiempo y ahora la luna eructa su brillo mortecino sobre nosotros, eso acelera su éxtasis destructor, abre los paraguas, vuelca el escritorio, prende las cortinas, tira los fósforos sobre mi torso desnudo, ríe mientras me retuerzo, el humo se riza, entonces, se recrudecen los golpes contra la puerta, se arrima y me susurra al oído «ven conmigo», quiere tentarme, no cedo, se enfada, «¡ven!», me niego, algo en su voz me hiela el pecho, quizás el vacío de su rostro, un abismo, frágil, como la llama de una vela a punto de apagarse, prefiero no asomarme, abre la boca, ronronea, me succiona, medio cuerpo hundido entre sus podridos labios, es como adentrarse en la espesura de la noche, parece que eso la tranquiliza, un esfuerzo más y me habrá engullido por completo, sin embargo, los goznes de la puerta ceden y dos enfermeros se abalanzan sobre mí, ella desaparece…

¿QUIERES PARTICIPAR? CONSULTA LAS BASES DEL CONCURSO

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