Las editoriales vascas remontan la crisis con altibajos
Las tiradas son más modestas y el número de libros editadosen Euskadi descendió un 18% el año pasado, según un informe del Ministerio de Cultura
Borja Olaizola
Lunes, 2 de julio 2018, 00:46
El mundo editorial empieza a salir del pozo en el que le introdujo la crisis hace una década, aunque lo hace poco a poco y ... sin tener claro hacia dónde camina el sector. Si bien las cifras de edición y facturación apuntan a una paulatina recuperación, prevalecen las incógnitas en torno a variables fundamentales como la evolución de los hábitos de ocio, el comportamiento del libro digital y la piratería o la competencia con los gigantes del sector. Las editoriales vascas mantienen esa línea ascendente con altibajos como el descenso del número de títulos editados el año pasado, cifrado en un 18% por el Ministerio de Cultura.
La Panorámica de la Edición Española de Libros, una publicación anual del ministerio, confirma la recuperación de un sector muy tocado por el doble impacto de la crisis económica y la aparición de nuevas formas de ocio. Mientras que la producción editorial en su conjunto aumentó un 4,6% con respecto al año anterior, el análisis aprecia descensos en algunas comunidades, como Euskadi y la Comunidad Valenciana, frente a incrementos en Andalucía y Cataluña.
En la Federación de Gremios de Editores de España achacan los descensos a razones «técnicas». Gerardo Miguel recuerda que la adaptación de los libros de texto a las directrices de la LOMCE ha producido un vaivén significativo en los cómputos de títulos. El Gremio de Editores de Euskadi prefiere esperar a los datos del informe que está elaborando sobre los números del sector editorial vasco en 2017 antes de pronunciarse.
Incertidumbres
Joxemari Sors, responsable de Elkar, la principal editorial vasca, no aprecia ningún movimiento de fondo que justifique el descenso detectado por el Ministerio de Cultura. Cree que el sector experimenta una recuperación, aunque las cifras que se alcanzaron antes del inicio de la crisis están aún muy lejos. «En los diez años que van de 2008 a 2018 el mundo editorial ha perdido 1.000 millones de euros en ventas y eso no se recupera de la noche a la mañana». Desde el inicio de la crisis experimenta «una reconversión silenciosa» que nadie sabe cuándo terminará. «Las editoriales tratamos de adaptarnos a los nuevos tiempos, pero las cosas están cambiando muy rápido y el panorama está lleno de incertidumbres».
José Manuel Díaz, presidente del Gremio de Editores de Euskadi, constata que el sector sufrió magulladuras tan profundas que la recuperación es muy lenta. «El descenso de facturación ha sido del 25,7% con respecto a la envergadura que tenía en 2008». Un ejemplo del clima de perplejidad que rodea a los editores es lo que ocurre con el libro digital, cuya llegada fue saludada como la gran esperanza del sector. «Todos los gurús –indica Joxemari Sors– pronosticaron que en pocos años se iba a comer al libro de papel, pero cada vez está más claro que eso no va a suceder. Se está produciendo un fenómeno de saturación digital en los consumidores que no sabemos adónde nos va a conducir».
José Agustín Iturri, de la editorial Erein, cree que una de las razones del fracaso de esas profecías digitales está en los soportes de lectura. «Al no haber un aparato homogéneo, cada grupo tiene el suyo propio y a veces las descargas no son compatibles. De todas formas, el lector digital no es el enemigo del libro, el verdadero adversario del libro es el teléfono digital. Ya no se ve a nadie en el metro, en el autobús o en la consulta del ambulatorio con un libro en la mano, todo el mundo está mirando la pantalla del móvil», reflexiona.
La editorial Pamiela ha renunciado a lanzar libros electrónicos porque con los márgenes que se manejan «no podíamos garantizar unos retornos dignos a nuestros autores», explica Pello Elzaburu. Para adaptarse a los nuevos tiempos, las tiradas de papel son ahora más modestas. «Hace unos diez años una tirada media estaba entre los 1.000 y los 1.500 ejemplares mientras que ahora anda entre los 400 y los 800 ejemplares», explica el editor, que recuerda que eso ha sido posible gracias a la impresión digital. «Cuando se hacía por ófset era imposible rentabilizar tiradas tan pequeñas». Al mismo tiempo, aprecia una banalización de contenidos que devalúa el concepto del libro. «Me preocupa que los políticos no incorporen citas literarias a sus intervenciones, algo que solía ser muy normal. Me preocupa también que a ningún futbolista de la Real o del Athletic se le pregunte por la novela que está leyendo o por la que le gustaría leer».
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