«Ahora aprecio más la novela negra, en especial la de los años 20 a 50»
Con 'Asesinato en el Jardín Botánico' concluye la serie protagonizada por la juez Mariana de Marco, que empezó como un divertimento y ha llegado a diez entregas
Ha puesto fin a una célebre serie de novelas policiales: la protagonizada por la juez de Instrucción Mariana de Marco, que comenzó en una pequeña ... localidad de Cantabria donde estaba destinada y termina en Madrid. José María Guelbenzu se planteó el reto de una decena de novelas y veintiún años después de la primera lo ha conseguido. Con 'Asesinato en el Jardín Botánico' (Ed. Destino) se despide de su personaje, que debe investigar el crimen de una mujer que aparece envenenada en ese lugar de Madrid.
- 'Asesinato en el Jardín Botánico' es la décima y última entrega de la serie. ¿Siente pena, nostalgia o es un descanso?
- Alivio y satisfacción, por haber podido cumplir el reto y haber hecho el trabajo. Podría haber seguido escribiendo hasta llegar a la jubilación de la juez, por ejemplo, pero creo que no tenía sentido continuar.
- Comenzó como un divertimento. ¿Cuándo pensó que podría escribir una serie y tan larga?
- Lo primero fue tomar la decisión de convertir a la juez, que en la primera novela era un personaje secundario, en protagonista. A partir de la segunda, cuando Mariana de Marco comete un error sentimental que la lleva a pensar que tiene cierta tendencia al lado maligno, pensé ya en la serie. Y diez entregas era por emular a Sjöwall y Wahlöö, la pareja sueca que renovó el género con diez novelas precisamente. Emular en cuanto al número, quiero decir.
- ¿Ha pensado en un guiño, una aparición mínima de la juez en alguna de sus próximas novelas?
- En mis novelas fuera de esta serie hay personajes que se repiten. No lo sé. Podría suceder, pero las dos próximas ya las tengo escritas y ahí no tiene hueco.
- ¿Le ha quedado en el tintero alguna historia que habría encajado bien en la serie?
- No, porque los argumentos los diseñaba en función de la edad que iba cumpliendo la juez.
- Eso es extraño dentro del género...
- Claro, porque los autores de novela negra van a agarrar al lector por el cuello desde la primera página. Yo, en cambio, necesito la trama para conducir al personaje.
- Aunque en la primera se conocía al criminal desde la primera página.
- Se sabía todo menos el porqué, que no se conocía hasta el final. Y había un asesino que contaba en primera persona buena parte del relato.
- Han pasado más de veinte años desde aquella novela. ¿Ha cambiado su aprecio por el género?
- Mi autor favorito del género es Dorothy Sayers, que destacaba lo curioso que resulta que escritores digamos literarios hicieran novela negra con seudónimo. Estoy pensando en el poeta Cecil Day-Lewis que firmó como Nicholas Blake una gran obra: 'La bestia debe morir'. Me preguntaba por el aprecio que siento: pues más que antes. Pero me gusta sobre todo la novela policial de la etapa dorada del género, entre los años veinte y cincuenta del siglo pasado. Muchas de las novelas que se publican ahora me parecen facilonas.
- Por su protagonista el tiempo pasa lentamente. Solo ha envejecido diez años entre la primera y la última.
- Sí, las novelas transcurren entre sus 40 y 50 años, una edad importantísima para cualquier persona y quizá más aún para una mujer. Es el tiempo en que se aprende, se reflexiona, se recalifican muchas cosas en la vida.
- ¿Tiene algo que ver con el atractivo que ella tiene para los hombres?
- En su caso, el atractivo reside más en su carácter, por encima de la belleza física.
- Termina la novela en Madrid, de manera que se sitúa en un escenario que conoce muy bien.
- Sí, un Madrid muy de centro, porque otras zonas han cambiado tanto que no sé si las reconocería.
«Muchos de los títulos policiales que se publican ahora me parecen libros facilones»
crítica del género
Empaque literario
- ¿Y el Jardín Botánico? ¿Cómo se le ocurrió localizar precisamente ahí el crimen?
- Es uno de mis lugares favoritos de Madrid y está en la zona de los museos, que esa sí que es la verdadera milla de oro de la ciudad. Al Botánico voy todos los años en los distintos momentos de la floración. Cuando tuve la idea de la trama fui a buscar la localización exacta.
- La novela tiene dos narradores. Uno es el convencional en tercera personal. Otro es el novio de la juez. No es frecuente en el género.
- Me he saltado esa convención porque quería darle más empaque literario con ese contraste que genera la doble narración.
- En los interrogatorios, Mariana de Marco repite a los testigos que se dirijan a ella como 'juez' y no 'jueza'.
- Es que así como 'abogada' suena bien, 'jueza', como 'testiga', suena ordinario.
- Ha recuperado como personaje a la gran amiga de Mariana, la secretaria judicial que se había quedado en un destino anterior. ¿Lo debía al personaje?
- Lo necesitaba para cerrar la novela y la serie. Las últimas cuatro o cinco páginas, en las que ella está, me parecen lo mejor de la serie. Mariana aprecia mucho la amistad y por eso la he introducido de nuevo. Y eso me permite incluso un tercer punto de vista sobre lo sucedido.
- ¿Y ahora qué?
- Después de despedirme, nada. Tengo dos novelas ya escritas que estoy corrigiendo. Si me convencen de verdad, las publicaré. De una estoy seguro de que es buena; la otra, ya veremos. ¿Luego? Pues me he quedado con las ganas de hacer una tercera novela satírica. Pero no estoy seguro de que me anime.
Conocimientos de jardinería
No ha tenido necesidad de documentarse para la novela, porque a Guelbenzu la jardinería le ha gustado siempre. Aunque ahora, dice juguetón, es su mujer quien ha tomado las riendas en la organización del jardín de su casa de Cantabria. Son esos conocimientos los que le dieron también la idea de usar una planta venenosa, el acónito, como elemento mortal. La planta «me produce una admiración tremenda, por su color azul», explica. Para añadir que, leyendo los diarios de Jünger, descubrió que también el filósofo alemán estaba subyugado por el color de las flores, tan intenso. «Así que pensé que la víctima tenía que morir envenenada con acónito».
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