Julieta enamoró a todos
Pareja de estrellas. ·
La temporada de la ABAO arranca con 'Roméo et Juliette', de Gounod, y celebra el éxito de Nadine Sierra y el debut de Javier CamarenaEn 'Roméo et Juliette' hay que jugar por ambas bandas. Si la pareja protagonista flaquea en alguno de los cuatro dúos (que son magníficos, 'delicatessen' ... francesas), apaga y vámonos. Charles Gounod canaliza todas las energías para hacer justicia al fervor del primer amor. Hay inocencia y un halo sagrado de principio a fin. Anoche el amor y la muerte se fusionaron en las voces de Nadine Sierra y Javier Camarena, con un frenesí y ansias de liberación que dejaron tocado al público durante unos segundos. La inauguración de la temporada de la ABAO emocionó y dio que pensar. Los jóvenes se sacrifican y solo quedan vivos los adultos. Un clásico.
Publicidad
Noticia relacionada
Una historia de amor
Es una ópera tan hermosa como agotadora para los intérpretes, con un acompañamiento fantasioso y complejo. No es Wagner pero tampoco Bellini. Los músicos de Euskadiko Orkestra y el Coro de Ópera de Bilbao se aplicaron a las órdenes de Lorenzo Passerini, que se dejó llevar a veces por el entusiasmo en perjuicio de la pulcritud instrumental y no dudó en pasarse de decibelios cuando creía que la ocasión lo merecía. Al margen de los excesos, lo cierto es que la orquestación de Gounod gana en densidad a medida que avanza la acción, así que absténganse las voces demasiado ligeras.
Por suerte, Nadine Sierra y Javier Camarena –que abordaba el rol de Romeo por primera vez– acabaron enteros y con fuerzas para salir y recibir una salva de aplausos más que merecida. En todo momento se apoyaron mutuamente, empatizaron y hallaron un punto de equilibrio en su mutuo beneficio. La soprano estadounidense se estrenó como Julieta hace cuatro años, en la Ópera de San Francisco, y conquistó a la crítica y público. Ahora ha revalidado su idoneidad en el personaje. Tiene una voz lírica, que combina ardor y refinamiento, además de un dominio técnico apabullante. Más allá de lo puramente vocal, incluso cuando no cantaba se mantenía en la piel de Julieta. Hizo creíble su evolución, de chiquilla a mujer enamorada. Nadine Sierra fue la gran sorpresa de la noche. Se esperaba algo bueno, sí, pero no tanto.
En el caso de Javier Camarena, las expectativas eran muy altas. El tenor mexicano dejó en 2019 un grato recuerdo en 'Los pescadores de perlas' y volvía a la carga con un título francés, con arrojo y las cautelas necesarias. Siempre ha sido un artista inteligente. Hay menos presión cuando se trabaja con amigos como Nadine Sierra y la directora de escena, Giorgia Guerra. También ayuda enfrentarse a un escenario más acogedor que Nueva York, Londres o Viena. El pasado marzo canceló su debut en el Liceu de Barcelona como Des Grieux, en 'Manon'. Alegó que no se encontraba preparado y no hay nada que objetar. Es dueño y señor de su voz, un instrumento con facultades espectaculares aunque haya perdido brillo y ductilidad en los últimos años.
Publicidad
Anoche se reafirmó como un tenor volátil, con facilidad para los agudos y un fraseo noble que le favorece en este tipo de papeles. Se echó en falta, no obstante, ese punto de morbidez trágica tan propio del repertorio francés. No se puede tener todo. Lo importante es centrarse en los puntos fuertes y Camarena tiene claros los suyos. El teatro vitoreó su actuación y así queda zanjada la duda. Hay un nuevo Romeo en el panorama operístico y probablemente más pronto que tarde se anime con 'Werther' o 'Faust'.
Montaje funcional y simbólico
La dirección escénica de Giorgia Guerra, funcional y simbólica, no desvió la atención de la música ni del drama. Se limita a una caja escénica atemporal, con un monolito polivalente. No hay nada que desentone con el contexto histórico de la trama. El vestuario remite a la moda más idealizada y suntuosa de finales del siglo XIV y las videoproyecciones aportan dinamismo. Es una propuesta sencilla y en ocasiones demasiado esquemática, pero afortunadamente 'Roméo et Juliette' es una ópera con alicientes musicales de sobra.
Publicidad
Entre los incentivos, destaca el Coro de Ópera de Bilbao, que en su personificación de Montescos y Capuletos cobra bastante protagonismo. Desde el mismo prólogo, cuando anuncian la tragedia de Romeo y Julieta –un 'spoiler' que también se permite Shakespeare–, no dejan de entrometerse en la acción. Es lo propio, todo gira en torno al enfrentamiento de clanes. Tuvieron algún desajuste vocal pero se recompusieron y causaron buena impresión en general. Muy lograda la escena colectiva tras la muerte de Tebaldo y Mercutio, cuando el dolor une a todo el mundo en el concertante 'Ah! Jour de deuil!' (Ah! ¡Día de duelo!). Solo desconcierta el ligero bamboleo del coro, no parece un recurso especialmente acertado en esas circunstancias.
La música de Gounod, que era un organista brillante, hace cuadrar todas las piezas sin tiempos muertos ni lagunas. Todo fluye con entreactos, interludios y preludios sinuosos y melancólicos... Los ecos de Berlioz, Wagner, Verdi y Donizetti se perciben muy delicadamente, sin caer en la aparatosidad dramática. Incluso en las escenas de mayor intensidad se mantiene un sentido del equilibrio y la medida muy cartesiano. Arias breves y pragmatismo teatral. Esa combinación es el santo y seña del compositor parisino, como puede comprobarse en piezas tan soberbias como 'Amour, ranime mon courage' (Amor, reanima mi valor). En ella hay que imprimir los acentos oportunos, con un canto enérgico y osado. Es entonces cuando Julieta intuye la tragedia y deja de ser una niña. Un instante decisivo donde muchas cantantes se descalabran. Sierra se lanzó anoche con los ojos cerrados y voló alto. Gran actriz y cantante.
Publicidad
Otro momento superlativo fue la cavatina 'Ah! Lève-toi, soleil' (Elévate, sol) que Camarena desgranó melosamente hasta culminar con un si bemol fulgurante. Por lo demás, si hubiera que destacar algunos de los dúos, derrochó sensualidad y desesperación la escena del acto cuarto. Arranca con 'Va! Je t'ai pardonné' (¡Marcha! Te he perdonado) y prosigue con 'Nuit d'hyménée!' (¡Noche de himeneo!). Más tarde, las alusiones al canto de los pájaros, entre el miedo y la pasión, siempre esponjan el ánimo. ¿Se oye una alondra porque amanece? ¿O es el ruiseñor, confidente del amor que da más tiempo a los amantes? Pure exquisité.
Entre los secundarios, merece una mención aparte el barítono Andrzej Filończyk que encarna a Mercutio. El joven cantante polaco superó con aplomo y chispa las dificultades de la balada 'Mab, la reine des mensonges' (Mab, la reina de ilusiones), que su personaje lanza para ridiculizar cariñosamente a su amigo Romeo. Gustaron también el bajo-barítono croata Marko Mimica (Hermano Lorenzo imponente, por gesto y voz) y la mezzo Anna Alàs i Jové (un paje Stephano muy vivaz), sin que pasaran desapercibidas las tablas de la mezzo Itxaro Mentxaka ( Gertrudis, el aya de Julieta) que se repuso rápidamente de un resbalón fortuito. Y, por supuesto, se hizo notar Alejandro del Cerro en la piel de Tebaldo, el primo de Julieta que lo embrolla todo. Anoche el tenor cántabro se encargó de azuzar los enconos y rencores con la rabia justa en la voz. Su personaje tiene pocos años pero está lleno de odio. Gran función la de anoche. Dejó poso.
Publicidad
Días 24, 27 y 30
-
Intérpretes. Nadine Sierra, Javier Camarena, Anna Alàs i Jové, Andrzej Filończyk, Marko Mimica, Alejandro del Cerro, Gerardo López, Itxaro Mentxaka, Isaac Galán, José Manuel Díaz, Fernando Latorre y Juan Laborería. Más el Coro de Ópera de Bilbao (dir. Boris Dujin).
-
Foso. Euskadiko Orkestra.
-
Batuta. Lorenzo Passerini.
-
Directora de escena. Giorgia Guerra.
-
Producción. ABAO y Ópera de Oviedo.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión