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Instalación de hinojos de Fermín Jiménez Landa con los helados en la nevera. Ignacio Pérez

Helados de hinojo, teléfonos y cascotes con mucho que contar

Azkuna Zentroa inaugura la bienal Prototipoak con once propuestas que rompen las barreras artísticas

Martes, 30 de mayo 2023, 15:17

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¿Qué significa 'nuevas formas artísticas' en el contexto de 'Prototipoak', la bienal de la Alhóndiga? El director del centro, Fernando Pérez, lo explicó con un par de trazos: «Ruptura de las barreras entre disciplinas artísticas y planteamientos creativos desde la arquitectura, la arqueología, la ecología o la antropología, entre otras perspectivas».

Un planteamiento que este año, desde el 30 de mayo al 3 de junio, se concreta en once proyectos y procesos que se materializan en un 'call center', en helados con sabor a hinojo o en unos escombros en la terraza de Azkuna Zentroa con fotos que recuerdan cómo se construyeron las casas en Uretamendi o Masustegi por parte de quienes venían a trabajar.

Las emociones sociales y la renaturalización del espacio urbano son dos de los ejes principales de esta edición de 'Prototipoak', comisariada por Rosa Casado, Maider López, Stepháne Noel y Fernando Pérez. Como la iniciativa consiste también en que las propuestas se expandan por el edificio de la Alhóndiga, y fuera de él, los artistas presentes realizaron un recorrido con etapas en cada una de las instalaciones, comenzando por la sala de exposiciones.

En ella, Ainhoa Lekerika presenta 'Deep Wishes, Promises y Hopes', un dibujo con las marcas de besos hechos con labios pintados de carmín. «Es el rastro y la experiencia que quedan del proceso de besar, de algunas personas que tienen que ver con el mundo del arte y otras no tanto», comentó la creadora. Enfrente, Laida Lertxundi proyecta su película de 16 milímetros '8 Topaketa', resultado de otros tantos talleres y rodajes colaborativos.

Objetos que testimonian el presente se meterán en un caja que se guardará en alguna parte del atrio y se abrirá en 3023, dentro de un milenio. Tres periódicos – 'The Financial Times', 'China Daily y EL CORREO-, un Monopoly intervenido o 'hackeado', dientes de leche, una nariz de clown y una cuaderno de notas figuras entre lo que se encontrará quien abra la cápsula dentro de mil años.

El proyecto es de Iratxe Jaio y Klaas Van Gorkum, y se titula 'Arqueología en reverso', al que se añade la localización geográfica del centro. Lo definen como un «ejercicio especulativo» y se preguntan por cómo se transmitirán los «códigos culturales» del presente al futuro.

La instalación de un 'call center' del grupo Teatro Ojo consta de las conversaciones que entre telefonistas y participantes en esta acción, cuyos resultados con distintas voces y acentos pueden escuchar los visitantes. Tratan desde gustos culinarios a cuestiones económicas y políticas.

Precisamente el gusto es el sentido a través del cual Fermín Jiménez Landa cuenta la historia del silfio, una planta aromática que servía para cocinar en la antigua Grecia y Roma, y que también fue la imagen de una de las caras de las monedas de Cirene, en la actual Libia.

Es de una especie cercana al hinojo, que el artista recupera en distintas macetas colocadas en el Espazio Bat de la Alhóndiga. Le interesaba esta planta poco apreciada, que crece en los bordes de las carreteras, caminos y vías de tren, y cuyo sabor ha recuperado en unos helados elaborados por la firma Capra. Se exponen en Azkuna Zentroa y se podrán comprar en las casetas de la empresa en Bilbao.

Cinta verde en una columna de 16 metros

En el atrio, la artista turca Ayse Erkmen ha forrado de cinta verde con nudos hechos por ella y con su nombre impreso decenas de veces en una columna de hierro de 16 metros de altura. «Si repites la firma, acaba perdiendo el sentido», incidió la creadora, que ha querido establecer un diálogo con la pantalla del atrio, con el propio espacio y con el concepto de prototipo.

Desde la terraza de la Alhóndoiga se divisan los montes que hacen un círculo como Bilbao. En algunos de ellos, como Uretamendi, Kobetas y Masustegi se arracimaron casas edificadas por las personas que venían a Bilbao para trabajar. La arquitecta Susana Velasco ha puesto sobre el suelo de la terraza, también en círculo, cascotes de obras con fotos de los años cincuenta y sesenta que evocan a aquellas construcciones.

También rescata una foto de la propia Alhóndiga cuando estaba abandonada. Cubierta de tierra, su terraza sirvió como huerta, cuyos productos se vendían en la plaza Arriquibar, como atestigua otra imagen.

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