«Exponer colecciones privadas en los museos es una tendencia que viene para quedarse»

- Sí puede haber un cierto cansancio con las exposiciones muy grandes para atraer audiencias. Yo creo que las seguiremos haciendo, pero su valor tendrá que ver más con los argumentos que con los números. Debemos respetar la importancia de indicadores como la taquilla. Debemos conseguir que todos los visitantes, locales e internacionales, se sientan bien acogidos. Pero también hay que tener en cuenta otro tipo de contabilidad social. Hay que sacar el arte de su burbuja, de su historia del arte endogámica. La programación tiene que entrar en los retos y en los planteamientos que ocupan a la sociedad. Un museo también es un instrumento de conocimiento y de educación.

- Su sucesor en el Prado, Miguel Falomir, dijo que no se deberían repetir situaciones de afluencia masiva como las que generó la exposición sobre El Bosco.

- Fue difícil organizar esa muestra, pero había que afrontar la responsabilidad de hacerla porque el Prado tiene obras suficientes del Bosco para actuar como catalizador. Estaba la oportunidad de la conmemoración del quinto aniversario de su muerte y la necesidad de actualizar el conocimiento sobre el maestro. Por supuesto que tuvimos la recompensa de la afluencia de público y creo que supimos gestionar bien sus flujos. Pero tomar esa exposición como una tendencia es engañoso. Era una oportunidad única, seguramente irrepetible y había que aprovecharla.

- En sus dos años largos en el Bellas Artes, ha expuesto dos colecciones privadas, primero la de Alicia Koplowitz , luego la de Fernández Valdés que todavía está en cartel y para este año está programada la de José Ramón Prieto.

- Es una tendencia que viene para quedarse. Es una manera de reconocer la aportación al arte de coleccionistas muchas veces del entorno, como Fernández Valdés o José Ramón Prieto, y una oportunidad para que el público conozca esas obras destinadas en principio a espacios privados. Y también conecta con la propia historia de este museo. Desde sus inicios tiene unos fondos que proceden de colecciones privadas, como las de Laureano Jado y Antonio Plasencia, cada uno con sus diferentes inquietudes.