Crítica de 'Mufasa: El rey león' (2024): De 'Hakuna Matata', nada

Aunque Disney insista en lanzar productos de 'live action' de muchos de sus títulos más clásicos, tal técnica nunca supera a la animación tradicional. Pese al hiperrealismo, los animales resultan inexpresivos y hay un desajuste entre la fría imagen (por mucho que la falsa cámara se mueva todo el rato y abunden los paisajes preciosos) y el sonido (con voces elocuentes y música intensa). Como prueba, las escenas en las que salen Timón y Pumba, que siguen teniendo gracia si cierras los ojos, pero asustan como feos zombies si los ves digitalizados.

El público al que no desagrade el 'live action' tampoco saldrá satisfecho de 'Mufasa: El rey león'. Estamos dentro de una precuela no pedida. Podíamos vivir tranquilamente sin que el simio Rafiki contase a la nieta de Mufasa la infancia y juventud del padre de Simba, máxime cuando se limita a hacer variaciones sobre los elementos de la historia original (en vez de las hienas, los malísimos son unos leones blancos, la estampida esta vez es de elefantes... y todo desemboca en una historia similar de celos, envidias y venganzas).

Barry Jenkins, sensible director de 'Moonlight', no consigue proporcionar personalidad al producto. Las canciones de Lin-Manuel Miranda funcionan (y frenan una banda sonora grandilocuente) pero no hacen milagros. Lo peor es que, entre una cosa y otra, 'Mufasa: El rey león' resulta cansina y aburridilla, y finalmente parece conformase con apabullar al bostezante público.