«El bertsolarismo es la competición más bonita del mundo»

El recinto terminó siendo un hervidero en el sentido literal de la palabra. Si ya de por sí encontrar actividad en las calles un domingo a primera hora resulta complicado, cuando el termómetro tirita a cuatro grados la estampa puede ser aún más desangelada. Pero no fue el caso. La temperatura ambiental rayaba muy alto. Había hambre de final. «¡Ya estamos aquí!», celebró Charo Izaguirre, tras poner con sus amigos un pie en el recinto. El esfuerzo y la espera mereció la pena. «Nos hemos despertado a las siete de la mañana para venir desde Durango. Y hemos tenido que esperar un año más -es cada cuatro- por la dichosa pandemia. Estábamos deseosos ya».

Ese sentimiento se sentó en cada una de las sillas del recinto, hasta la bandera más de media hora antes de que los protagonistas saliesen a escena. Fueron recibidos como auténticas estrellas, con una ovación cerrada que duró tres minutos y que retumbó en todo el pabellón. Y claro, la pregunta era obligada. ¿Por qué despierta tanta pasión el bertsolarismo? «Es difícil de explicar, y más de entender si no lo has visto nunca. Tienes que venir a vivirlo para entenderlo. Es una gran fiesta que te junta con los amigos», argumentó Jokin Iturregi. Visto lo visto, razón no le faltaba.

Jasone Mendizabal suma ya seis finales. Esta vez viene con su amiga Hatxe Mungia, quien se quitó por fin esa espina. «Soy euskaldun berria. Tengo que hacer un poco de esfuerzo, pero me emociona», confesó sobre la gran cita que, como cabía esperar, estuvo marcada también por esos momentos de humor, como cuando Amets Arzallus y Aitor Mendizabal bromearon sobre hacerse un ataúd a medida.

También era el debut de Oier Belaunzaraun. «Hasta ahora lo había visto por la televisión pero no tiene nada que ver. Es increíble», confesó este joven, a quien le sorprendió «el tremendo silencio -sólo se escuchaba alguna que otra tos entre los presentes- y respeto que se tiene cuando van a cantar». El único movimiento se produjo en los descansos entre bertso y bertso, cuando la gente corría en estampida por los pasillos, al más puro estilo San Fermines. El resto del tiempo, toda la atención estaba puesta sobre el escenario.

No importaba que a la vez se estuviese disputando la final del mundial de fútbol. Aunque lo cierto es que Messi se dejó ver por alguna que otra pantalla de móvil. «Este es el mundial bueno, son los 'messis' de la improvisación. Lo que hacen es surrealista. Crean en unos segundos lo que a nosotros nos costaría varios minutos. Esta competicón de las palabras es la más bonita del mundo», describió Xabier Erauskin, sentando en la primera fila. «Corrí en junio a por ella. Ya no sé ni cuántas finales llevo. Es el único acto capaz de reunir a 13.000 vascoparlantes. Eso lo dice todo», remarcó.

A su espalda, en las gradas se vivió esa otra final, la de las pancartas y ánimos hacia el favorito de cada uno. «Gozatu, Beñat. Gozaaaatu (Disfruta, Beñat. Disfruuuta)», Aitor, txapeldun o Ametsa egi bihurtu (hacer el sueño realidad, en alusión a Amets Arzallus). «Veo a Maialen Lujanbio muy segura, cantando muy bien. Creo que tiene opciones», opinaba Nahikari Orregi, que le viene animando desde hace varias edición y le ha seguido en las rondas previas. «De esa forma ves quién viene más preparado». «Amets Arzallus siempre ha demostrado tener una gran habilidad, no tengo dudas», rebatía Xabier Mendizabal.

Y en mitad de ese debate, la final se tomó un respiro para almorzar y reponer fuerzas para el plato fuerte. «No nos falta de nada. Nos hemos traído vino, queso, tortilla...», presentaban Beñat Negelua y Andde Santamari, llegados desde Lapurdi. Si bien durante la mañana el café fue el encargado de despertar la fiesta -para las 10.00 horas el bar del recinto ya había despachado más de 3.000 vasos-, en el descanso llovieron litros de cerveza y sidra. Claro que el escenario invitaba a ello. La 'Gazte Txaranga' puso a bailar a los que daban un mordisco al bocata en la explanada exterior o en las butacas del estadio Sadar.

Difícil pensar en mejorar el ambiente de la mañana, pero la segunda fase lo logró. La reconquista de las butacas vino acompañada por una ola en las gradas que dio varias vueltas al recinto. Todos a punto para el estallido que se produjo cuando anunciaron el nombre de Maialen Lujanbio, ganadora por tercera vez de la txapela.