El bilbaíno de 84 años víctima del timo de una cubana: «Me engatusó con cariño y me ha robado 65.000 euros»
Un hombre denuncia por estafa del amor a una mujer a la que pagó el supuesto viaje a Cuba al morir su madre y la gestión de la herencia
A sus 84 años, Luis parece todo un 'gentleman'. Viste de traje y corbata, con pañuelo al cuello y gomina en el pelo, aunque tiene ... tocada la autoestima. «He sido un crédulo y me han estafado», se mortifica. El hombre ha denunciado a una mujer, de oirgen cubano y 53 años, que se presentó como Marisa, por un delito de estafa continuada y otro de hurto, por el que la acusación particular que él ejerce le reclama siete años de prisión y la Fiscalía, cuatro. Según su versión, le pagó el supuesto viaje a Cuba al funeral de su madre y los gastos de gestión de la herencia, y ella le robó un reloj Cartier y joyas de su mujer fallecida.
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Ingeniero y con buena posición después de una vida de trabajo, Luis enviudó hace un par de años y desde entonces «vivo solo, entre cuatro paredes. La soledad no elegida es una enfermedad. Si no tienes calor conyugal, con cariño te engatusa cualquiera», lamenta. El 14 de enero de 2024 conoció a una mujer en un café de la calle Autonomía. Le dijo que se llamaba Marisa, aunque hasta su nombre era falso, según ha sabido después. Enseguida iniciaron una «relación de afectividad» con el «único fin de influir en su voluntad para sustraerle dinero», señalan los escritos de la acusación particular y la Fiscalía a los que ha tenido acceso este periódico.
Marisa le «insistía constantemente en que le iba a cuidar en la salud», aunque la única condición que le ponía era que ocultase la relación a su familia –tiene una hija– y a su círculo de amistades. Unos días después de conocerse, le contó desconsolada que su madre había fallecido. El propio Luis le insistió en que fuera al funeral porque si no «le iba a pesar siempre». Como ni ella ni su hermano «tenían un clavel», les pagó el supuesto viaje y el hotel (4.500 euros) en La Habana a ambos, aunque ahora duda de que fueran. Poco después, volvió a darles dinero para acudir a la lectura del testamento. «Yo pensaba que eran buena gente, que necesitaban ayuda. Por la caridad, entra la peste», se duele.
Fiscalía y acusación particular piden siete y cuatro años de prisión para la acusada por una estafa continuada y hurto
A partir de ese momento, la historia se fue enredando. Según le contó, su madre les había dejado a los cuatro hermanos dos terrenos, uno en playa María de la Mar y otro, de 49 hectáreas, en Guaco, junto al aeropuerto. En el primero habían aparecido supuestas esmeraldas y ánforas de la colonización española, y en el segundo, un pozo de petróleo. Pero tenían que entregarle a uno de los hermanos su parte de la herencia, 58.000 euros, y pagar la tasación de las piedras preciosas y las gestiones con el Gobierno cubano. A cambio pondrían a su nombre esa parte del reparto. Le llegaron a pedir que hipotecase su piso para iniciar la explotación del crudo.
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Feliz y contento
«Se enamoró de ella. Hacía tiempo que no se le veía tan feliz y contento, la verdad», constatan dos de sus amigos, que le abrieron al final los ojos. «Yo estaba todo ilusionado, pero he salido sin plumas y carareando», confiesa él, triste. Quedó con Marisa y sus supuestos hermano y cuñada el 19 de junio a las cuatro de la mañana en el hotel Carlton para viajar a Madrid a la tasación de las piedras preciosas, entre ellas un diamante rojo de 25 quilates, en el Instituto Español de Gemología, para su posterior venta.
Uno de sus amigos le convenció para que comprobara esos datos antes de partir. «Me mosqueé porque no habían reservado ninguna habitación». Luis llamó por teléfono y así supo que tampoco había cita para la supuesta valoración de las esmeraldas. Sus amigos creen que en Madrid «le iban a hacer un poder notarial para apoderarse de su piso». «Me la habían metido doblada. Mis amigos tenían razón, Era una encerrona». Desde entonces no la ha vuelto a ver. Sabe que está en Suances, «cuidando a otro señor». Luis sólo quiere que, con su denuncia pública, «no se lo vuelva a hacer a nadie más».
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