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La mayoría de colegios, institutos e ikastolas de Bizkaia mantuvieron ayer su actividad habitual. Tras la sorpresa inicial, y una vez constatada la magnitud del ... apagón, los responsables de los centros educativos le echaron imaginación al asunto para encontrar la manera de no perder el día. «La tiza no ha desaparecido. Y funciona, como el boli y el papel», sintetiza Alfonso Blázquez, director de Santa Maria Ikastetxea de Portugalete y profesor de Física. «Así que no hay problema, sólo hace falta mantener la calma y buscar alternativas», añade. ¿Se puede tirar de cuaderno y lápiz en plena era tecnológica? «Sin duda», opina, por su parte Izaskun Lanborena, directora de Maristak Bilbao. «Podemos trabajar sin luz», apunta. Sin duda, la espléndida jornada de sol ayudó a iluminar las aulas.
A diferencia de Álava, donde los colegios estaban cerrados por San Prudencio, testimonios de este tipo se repitieron ayer en boca de directores de todo el territorio. En Askartza (Leioa), por ejemplo, «algunas familias han acudido a por los niños, pero han sido las menos porque todo ha funcionado con normalidad, también el comedor y autobuses», señala Nagore Bilbao, miembro del equipo directivo. Y en Lauaxeta (Amorebieta), tiraron del grupo electrógeno propio. «Le hemos hecho la prueba de estrés», bromeaba su director, Aitor Pagaldai. También fue un generador lo que permitió funcionar al colegio público de Plentzia. Incluso en los lugares con mayor dispersión geográfica, como las Encartaciones, se mantuvieron las clases. Así sucedió al menos en los colegios públicos Mimetiz (Zalla) y Ángel Larena (Arcentales). En lugares como Basauri, donde la luz tardó muchas horas en volver, centros como el instituto Uribarri mantuvieron la normalidad.
En cualquier caso, ante la incertidumbre, fueron muchas las familias que optaron por recoger a sus hijos antes de la hora. «Al principio estaban muy inquietas» reconoce Laura López, directora de Infantil y Primaria de Karmengo Ama (Portugalete). «He venido por si acaso les podían mandar a casa y por seguridad», reconocía una madre a la entrada de Nuestra Señora del Pilar (Bilbao).
La hora de la comida fue delicada. «Tenemos cocina propia y, cuando se ha ido la luz, ya teníamos hecho el primer plato. El segundo se ha quedado sin hacer, así que de momento comerán primero y postre y, si vuelve la luz, el segundo», exponía a mediodía Patricia Somed, administradora de este mismo centro.
En general, no obstante, los alumnos pudieron comer caliente. Para cuando se cayó el sistema eléctrico, a las 12.30 horas, muchos colegios ya tenían los alimentos cocinados. En Berrio-Otxoa (Santutxu), «conforme se van elaborando, se mantienen al baño maría y aguantan muy bien la temperatura», explica su director, Emilio de la Fuente.
Aunque no todos los colegios cuentan con cocina propia. En estos casos las empresas de catering entregaron a tiempo las comidas. Algunas se llevan calientes, como la del colegio Allende Salazar (Gernika), donde el segundo turno de comedor se realizó con platos desechables por problemas con los equipos de limpieza. Otros alimentos se transportan en frío y «se regeneran en hornos en los colegios», apuntan fuentes del sector. «Por ejemplo, las dietas especiales (alergias e intolerancias) van en tarrinas individuales que se calientan en el microondas. Si no lo calentaron antes de las 12.30, alguno comería frío...».
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