El Supremo anula la boda de un bilbaíno con alzhéimer que desheredó a sus hijos
Según el informe forense en el que se basa la sentencia, la enfermedad le impidió dar un«válido consentimiento» al enlace con su cuñada
Han sido «diez largos y duros años» de litigios, pero la Justicia ha terminado dando la razón a los demandantes. «Al menos tenemos la victoria ... moral. Nos quedamos tranquilos». El Tribunal Supremo ha anulado el nuevo matrimonio de un vecino de Bilbao enfermo de alzhéimer y el cambio de testamento en el que apartaba a sus hijos de la herencia por tratarse de un «caso evidente de falta de capacidad para comprender el sentido de ese compromiso y sus consecuencias», según la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico. El novedoso fallo genera jurisprudencia de cara a otros casos similares.
Al fallecer su mujer en 1996, Francisco empezó a salir con su cuñada, hermana de la fallecida. Al principio cada uno vivía en su casa, pero años después terminaron yéndose al piso de él, en la zona de Begoña. Los cuatro hijos del hombre no llegaron a reclamar entonces la herencia de su madre. En 2006, empezó a sufrir un deterioro cognitivo. «Repetía y tenía serias lagunas de memoria». Los hijos le llevaron al neurólogo, que empezó a hacerle seguimiento. En 2011 se le diagnosticó alzhéimer.
200.000 euros
llegó a tener ahorrados en su cuenta el hombre, pero al fallecer le quedaban 40.000.
Los vecinos les llamaban transmitiéndoles su preocupación. Se le veía «desorientado» incluso en el portal de casa. «Cuando le tocó la administración, se echó a llorar porque no sabía lo que tenía que hacer» y «no recordaba ni el nombre de su hermana». Asustados, decidieron iniciar los trámites para incapacitarle judicialmente, ya que no podía valerse por sí mismo. Así se lo transmitieron a la nueva pareja de su padre, su tía. «La íbamos a ayudar, no queríamos dejarla sin nada. No íbamos a por el dinero», se justifican. Pero ella empezó a darles largas y excusas.
A partir de ese momento, su relación se enfrió. Hasta el punto de que después de tres llamamientos para que el hombre acudiera a la clínica médico forense del Palacio de Justicia de Bilbao para ser valorado, tuvo que ir la Ertzaintza al domicilio y conducirle por la fuerza. «Ella decía que él no quería ir. Fue un momento muy desagradable. En la casa se puso hasta agresivo con la Policía, aunque los agentes decían que era ella la que le cizañaba y que luego en el coche se quedó tranquilo, como un niño». Todas las sentencias se han basado precisamente en ese informe forense para concluir que «la enfermedad le afectaba de tal manera que no pudo emitir un válido consentimiento matrimonial». El hombre no sabía quién era el presidente del Gobierno ni el lehendakari, no recordaba el nombre de su compañera ni de sus hijos, ni sabía su edad ni explicar cómo se utiliza una tarjeta de crédito, resumió la forense.
«Entre 2009 y 2013 fue desposeído de la práctica totalidad de su dinero, lo que indica la pérdida de control económico»
«No se quería casar»
Al final fue incapacitado tras un juicio en noviembre de 2013 y los hijos admitieron que la mujer fuera designada tutora, ya que era con quien convivía. «Tenía que pasar un rendimiento de cuentas». Poco después, el 7 de febrero de 2014, sin que se lo comunicaran a los hijos, contrajeron matrimonio. La hermana de Francisco y uno de sus amigos han declarado en los juicios que el hombre «no quería volver a casarse». «Se casó, hizo testamento y movimientos extraños en la cuenta cuando había perdido la cabeza. Es como para sospechar ¿no?», se planteaban los hijos. Ella alegaba que no lo habían hecho antes porque estaba sólo separada de su anterior marido. Los jueces del Supremo señalan que, de haber sido el deseo del hombre, ella podía haberse divorciado para contraer nuevas nupcias.
Según la forense, el hombre no sabía quién era el presidente, ni recordaba el nombre de su pareja ni de sus hijos ni cómo usar una tarjeta de crédito
Sospechosamente, apenas tres días después, el hombre cambió el testamento y firmó capitulaciones matrimoniales en las que se lo dejaba todo a ella, y una vez que muriera, a los tres hijos de la mujer. «A nosotros nos quedaba exclusivamente la legítima, lo de mi madre».
Gran trabajador, Francisco había ahorrado toda su vida. Tenía una sola cuenta con unos 200.000 euros. «Entre 2009 y 2013 fue desposeído de la práctica totalidad de su dinero, lo que indica la pérdida de control en muchos aspectos de su vida, incluidos los económicos», señala la sentencia. «Empezó a haber unos gastos desmesurados, un despilfarro impropio de mi padre. Compras compulsivas, extracciones, juegos en bolsa cuando no tenía ni tarjeta de crédito y dos talones a nombre de los hijos de ella». Aconsejados por su abogado, Juan Carlos Soto, llevaron el caso a los tribunales para reclamar la nulidad del matrimonio y del testamento.
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