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Tarros de perfume de mujer.
La 'tasa rosa' o el precio de ser mujer

La 'tasa rosa' o el precio de ser mujer

Un estudio demuestra el encarecimento de hasta el 24% en artículos femeninos respecto a su versión masculina

María José Tomé

Domingo, 14 de agosto 2016, 00:58

La discriminación que sufre la mujer por cuestión de sexo tiene muchas vertientes y demasiadas aristas. Entre las actitudes más sutiles, esos micromachismos que vivimos cotidianamente hasta llegar a asumirlos inconscientemente como un peaje más de la sociedad patriarcal, hasta la tragedia de la violencia de género, pasando por la brecha salarial, hay una amplia gama de situaciones que delimitan las fronteras entre sexos penalizando siempre al femenino. Una de las más absurdas y, en ocasiones, difícil de eludir es la llamada 'tasa rosa', el impuesto 'fantasma' que grava las versiones femeninas de artículos de uso común como excusa para encarecerlos respecto a los masculinos o los unisex, cuando en la mayoría de los casos apenas varía nada más que la apariencia exterior. Ellen Degeneres abrió el debate en EE UU sobre esta discriminación con un mordaz monólogo en su show televisivo a propósito del lanzamiento de unos bolígrafos «para mujeres», en rosa y morado, que cuestan el doble que los normales. «¿Servirá para que cuando estemos tomando el dictado del jefe nos sintamos cómodas y olvidemos por qué nos pagan menos?, ironizaba la actriz y presentadora estadounidense en un desternillante vídeo que pronto se hizo viral.

Mientras la igualdad se contagia a cada vez más ámbitos sociales, la 'tasa rosa' se expande como una estrategia comercial basada en la supuesta mayor disponibilidad al gasto de las mujeres en ámbitos como el cuidado personal o los complementos. El comparador de precios idealo.es ha llegado a la conclusión de que el porcentaje de encarecimiento derivado de este impuesto de género oculto oscila entre el 7% y el 24%, tras analizar cientos de productos de tres categorías que disponen de versiones diferentes según el género del destinatario: fragancias, zapatos y relojes de pulsera.

«Los perfumes y el agua de colonia constituyen el caso más obvio de esta discriminación», apuntan los responsables del estudio, tras analizar más de un centenar de fragancias de 38 conocidas firmas que disponían de versión femenina y masculina, envasadas en frascos de idéntico tamaño. Los resultados no dejan lugar a dudas: en el 62% de los casos, el artículo dirigido a ellas era el más caro, un 7% más de media, con una diferencia de unos 2 euros por envase y de 3 céntimos por mililitro. Tan sólo el 12% de las fragancias tenían el mismo precio para ambos sexos.

El análisis de zapatos resultó «algo más complejo, pues una comparativa directa de productos con la misma denominación es casi imposible», matizan desde Idealo. Así, se analizaron decenas de productos de conocidos fabricantes, clasificables en tres tipos que se producen tanto para hombre como para mujer y que precisan de una cantidad similar de material para confeccionarlos: botas de media caña, mocasines y botines. Las conclusiones son idénticas a las de los perfumes: el precio medio de los zapatos de mujer es hasta un 7% superior a sus homólogos para hombres.

En el caso de los relojes de pulsera, los expertos de Idealo escogieron una amplia muestra de más de mil artículos de tres grandes fabricantes para compensar la falta de modelos idénticos. En una de las marcas, de una firma española, los relojes de mujer tienen un precio un 8% más elevado que los productos del mismo fabricante para hombre; en otra americana la diferencia es de un 12% mientras que en la tercera marca, japonesa, ellas pagan un sobrecoste de un 24% respecto a ellos.

Pedido de tampones a Canadá

«Podríamos no parar aquí y continuar con la casi interminable lista de productos donde hay discriminación de género en el precio: desodorantes, ropa, cuchillas de afeitar, juguetes infantiles y un largo etcétera», señalan desde Idealo. En otros casos, el injusto trato a la hora de pagar por caja es aún más flagrante aunque no exista un homólogo 'masculino'. Por ejemplo, los artículos de higiene personal como las compresas y los tampones están gravados con un 10% de IVA, similar al aplicado a los artículos de lujo, como el caviar.

La casi histórica demanda del movimiento feminista para acabar con el gravamen que se aplica a unos artículos de los que ninguna de sus usuarias consideraría que no son de primera necesidad ha cobrado actualidad a raíz de una original campaña promovida por la agencia de comunicación madrileña La Despensa (tamponsfromcanada.com) y la periodista Celia Blanco.

Partiendo de la base de que «menstruar no es una elección», quieren arrancar a los principales partidos estatales el compromiso de rebajar el impuesto al tipo superreducido del 4%, para lo que Blanco lanzó una petición a través de la pataforma Change.org. De lo contrario, realizarán un pedido masivo de tampones a Canada -país donde no tienen gravamen alguno- al estilo de las compras colectivas de energía o combustible promovidas por la Organizacion de Consumidores y usuarios (OCU).

«Usamos estos productos una media de 35 años a lo largo de nuestra vida. Son productos de primera necesidad. Entonces, ¿por qué se aplica un IVA del 10%? ¿Por qué no se aplica el mismo IVA que al pan, la leche, los libros o los medicamentos?», se pregunta Blanco, que lleva recogidas casi 130.000 adhesiones. «Ahora es el momento de que los candidatos a la presidencia del Gobierno se mojen», apunta.

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