El primer deseo de Almodóvar... se vino a Bilbao
San Francisco, 23. Dirección del joven que fascinó al director manchego
En 'Dolor y gloria', la película que retrata las angustias creativas y personales y las enfermedades que sufre Salvador, el álter ego de Pedro ... Almodóvar interpretado por Antonio Banderas, aparece, casi al final del largometraje, una referencia a Bilbao, San Francisco para más señas, y más concretamente el número 23 de esta calle.
¿Por qué? No se preocupen, si aún no han visto el taquillazo de estos días. No descubriremos nada relevante. Sirve para recordar, sin más, el destino del que acabó siendo el primer objeto de deseo carnal del realizador manchego. La historia es la siguiente: el 'Almodóvar niño', interpretado por el extraordinario Asier Flores, enseña a leer y escribir a un joven pintor de brocha gorda y albañil, pero también exquisito dibujante (César Vicente), que termina haciendo obras en la humilde casa en la que viven los padres del director, a su llegada a la localidad valenciana de Paterna.
Gracias al aprendizaje, el pintor y su novia consiguen escribir de su puño y letra una carta a una tía de la pareja afincada en la citada calle bilbaína, donde con el tiempo acabarían residiendo ellos también. Eduardo, el dibujante, se convirtió en el primer objeto de deseo sexual de Almodóvar tras verle desnudo. Puede que no supiese escribir, pero Eduardo poseía un don para dibujar. Entre alicatado y alicatado, aprovechaba para sacar tiempo y retratar al pequeño mientras éste leía. Aquel dibujo, no se sabe cómo, acabó en el rastro de Barcelona y con el tiempo saltó a una prestigiosa galería de arte, quién sabe si después de pagar un pastizal por la obra.
En el reverso del cuadro, Eduardo escribió una carta al pequeño Almodóvar para agradecerle sus enseñanzas. En el remite del escrito aparecía la mencionada dirección: San Francisco, 23, donde vivía el primer objeto de deseo de Salvador, aunque Almodóvar siempre ha aclarado que no todo lo que cuenta en la película sea autobiográfico. Pero del Bilbao del que se habla sí que es nuestro Bilbao.
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