Los portavoces del PP en Bilbao y en las Juntas Generales se declaran víctimas de una purga interna

Eguíluz y Ruiz encabezaron las planchas electorales en 2015 con resultados a la baja para el PP, en consonancia con la caída que sufrió la formación tanto en Euskadi como en el resto de España. En concreto, el grupo municipal pasó de seis a cuatro concejales, y el foral se dejó la mitad de sus junteros al bajar de ocho a cuatro. Desde entonces, ambos han tratado de exprimir al máximo esa representación. El portavoz en Bilbao ha liderado las reivindicaciones sobre seguridad ciudadana, pero también ha mostrado una actitud dialogante al abstenerse en los dos primeros proyectos presupuestarios de la era Aburto. El juntero popular, por su parte, ha ejercido como azote de la oposición a Rementeria con el foco puesto en «el clientelismo del PNV».

En su opinión, la decisión tomada por la dirección supone «una evidente falta de reconocimiento al trabajo bien hecho». Sostienen que las afinidades internas no deberían ser el parámetro para confeccionar las listas electorales y advierten del riesgo de «deshacerse de activos importantes del partido que cuentan con sobrada experiencia». No en vano, son conscientes de que después de sus sustituciones vendrán las de otras personas de sus respectivos equipos: «Nosotros dos no somos más que la punta de lanza». En este sentido, lamentan que el PP no esté cumpliendo «con sus compromisos» de puertas adentro. «A mí me prometieron un ciclo de ocho años para desarrollar un proyecto que no puede quedar al albur de las personas que estén en cada momento», critica particularmente Eguíluz.

Ambos portavoces admiten que su sustitución por Raquel González, presidenta del PP en Bizkaia, y Amaya Fernández, secretaria general autonómica, es «respetable porque nadie es imprescindible». Sin embargo, consideran que mantener cargos orgánicos e institucionales al mismo tiempo no encaja con la prometida integración tras el congreso de 2017. De esta forma, afirman que las candidatas deberán responsabilizarse de los resultados electorales, cuyas previsiones no son halagüeñas: «Prometieron trabajar por recuperar los votos. Tendrán que rendir cuentas».