Las plazas de los colegios mayores, insuficientes para cubrir todas las peticiones

Los responsables de los centros coinciden en que lo normal es que los estudiantes se queden en este tipo de alojamientos «el primer y segundo año». Luego, se marchan a pisos. «La decisión muchas veces es más de los padres que de los alumnos. Los colegios mayores están tutorizados y se hace un seguimiento del estudiante, no se les da una habitación y se acabó», resume Asenjo. El proyecto educativo de estos centros tampoco permite que entre cualquiera. «Se miran las notas de Bachillerato y se hace un cupo por titulaciones para tener una representación diversa del alumnado», sostiene Israel Alonso, gerente del Colegio Mayor Unamuno. En pocas palabras, se seleccionan alumnos comprometidos con los estudios.

En ambos casos predominan los estudiantes llegados desde Gipuzkoa, seguidos de los alumnos de comunidades vecinas como Cantabria, Burgos o La Rioja. Aunque también hay presencia de otras partes de España como Canarias, Andalucía o Mallorca, entre otros enclaves.

Otra opción son las residencias privadas, más asequibles que los colegios mayores pero algo más costosas que los pisos compartidos. Una de ellas es la de Blas de Otero, que aún no ha llenado las 220 plazas que maneja. Su directora, Miriam Pérez, explica que la mayoría de los huéspedes «estudian en la UPV/EHU». «Muchos vienen un año y luego se van, pero un porcentaje elevado también decide renovar por la comodidad que supone», mantiene. Las habitaciones, similares a «pequeños apartamentos con cocina incluida», cuestan 570 euros, a los que se suman 62 euros de gastos de luz y agua.