Barakaldo, a la Primera de la cerveza artesana

La fiebre por la cerveza artesana no deja de crecer y los hosteleros, lejos de verlo como una moda, comienzan a adecuarse a una demanda claramente cronificada. El último, por ahora, el Loch Ness de Barakaldo, que este mismo jueves ha estrenado los nuevos siete grifos de los que manará la más fresca 'craft beer'.

Y no es ya cosa solo de birra. Los locales están cambiado a pasos de gigante. El concepto 'de autor', asociado en principio a los vinos más selectos y que pronto prendió entre los cerveceros vizcaínos más avispados, está dando el salto a los bares. Cada día son más las que ofrecen algo diferente, no solo por producto, sino fundamentalmente porque reflejan la idea de negocio y de ocio de sus propietarios. El Loch Ness entra ahora en esa liga y extiende a Barakaldo lo que ya se puede disfrutar en Bilbao -Singular, Bihotz, Zazpi Bide..., en el Legoie (Gernika), el espectacular Zerbait Inedit (Alonsotegi) o irrenunciables templos vitorianos como Ordi, Kitsch y Guernica. Y cómo no, en el Sugoi (Derio). Imperdonable omisión del garito pionero en el mundillo 'craf' de la provincia e inspirador de muchos de los que se han sumado al sector.

La oferta del Loch Ness, como es habitual en los locales cerveceros irá rotando. Habrá un tirador fijo para las creaciones del los escoceses Brewdog -la marca que ha sido puerta de acceso a miles de aficionados a la cerveza artesana en España- y otro para los cántabros Dougall's. Los otros cinco, bien alimentados por los chicos de Beerbao, irán variando entre clásicos de prestigio y las últimas novedades. En la inauguración del jueves por la tarde, por ejemplo, se pinchó la Braskadi de Laugar. Se trata de una colaboración de los de Gordexola y la brasileña Perro Libre. La presentaron hace una semana, con notable éxito, en el Zazpi Bide del Casco Viejo y es la experiencia más cercana a beberse un brownei que se puede imaginar. Realmente sorprendente. Este es el segundo barril que salía al mercado y se esperaba que volara rápido. Hora y media tardó el jueves la tropa en acabar con esa delicia.