La pasión por la investigación de Juan Cordón
Tuve la oportunidad (y la suerte) de compartir con Juan Cordón (Teba, 1949) el mismo escenario profesional y aficiones muy parecidas durante el impulso y ... la consolidación de la edición Margen Izquierda de EL CORREO, en unos años ochenta inolvidables. Afincado en Trapagaran, había llegado de la sede central de Bolueta, donde se desvivía por el control de calidad de los textos. En Barakaldo se ocupó de la administración y la publicidad, siempre entregado, más allá de lo estipulado, a la marca CORREO, a la que dedicó toda su vida. Enseguida se integró en el equipo de manera entusiasta. Tras su fachada de hombre serio se escondía una persona de enorme vitalidad y compañerismo.
Cordón, sin embargo, tenía otra pasión oculta: la investigación etnográfica. Nacido en Málaga, pronto se sumergió en los recovecos de la historia popular de la mano del grupo Etniker de Bizkaia, ese proyecto titánico que puso en marcha aita Barandiaran, patriarca reconocido de la cultura vasca. La aportación de Cordón, con sus hallazgos en las encuestas de campo, se recoge en el Atlas Etnográfico de Vasconia, sobre todo en el volumen dedicado a la ganadería y el pastoreo en los montes mineros de Triano o el marcado del ganado monchino en la sierra de Betayo (Trucíos).
Le recuerdo conversando sin tregua de sus investigaciones sobre las ermitas, las casas torre, los molinos, los relojes de sol o las plazas de toros que salpican la geografía de la Zona Minera y de Las Encartaciones. La Auñamendi Eusko Entziklopedia de Bernardo Estornes Lasa le dedica un apartado por esa labor, que para él era muy gratificante. Le encantaba recorrer los pueblos, los barrios y las aldeas y charlar sin prisa con los lugareños para recuperar su testimonio oral con vistas a preservar ese legado para las nuevas generaciones.
Otra de sus aficiones era la montaña. Recorrió todos los montes de Euskadi y Navarra, y también los de sus alrededores, incluida Francia. Incluso se acercó hasta el Aconcagua. Era un señor de las cumbres. Lo mismo que nuestro compañero Iñigo Muñoyerro, con el que seguro ya estará preparando nuevas rutas. Para ellos y sus respectivas familias, nuestra solidaridad con su dolor y nuestro recuerdo infinito.
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