Multas y avisos para frenar los vuelos ilegales de drones en Gaztelugatxe
La norma impide volar en la zona por ser un santuario para las aves y muchos turistas se exponen a multas de hasta 200.000 euros
Hace unos meses, la Fundación Lurgai organizó una limpieza en los acantilados situados frente a San Juan de Gaztelugatxe. Entre todos los residuos recogidos había ... varios drones. Lo cuenta el ornitólogo Gorka Ocio, que se muestra preocupado por los vuelos ilegales de estas aeronaves que, últimamente, se están produciendo con «mucha frecuencia» en este rincón de Bizkaia.
Son drones que seguramente cayeron al mar descontrolados. Sus propietarios no los pudieron recuperar y la marea los arrastró hasta las rocas. El problema es que esta zona es un santuario para las aves y está terminantemente prohibido el sobrevuelo de cualquier tipo de aparato que pueda molestar a la fauna. Hay varias especies que tienen aquí su morada y que están en peligro de extinción, como el paiño, el halcón peregrino y el cormorán moñudo.
Las autoridades han comenzado a tomar cartas en el asunto. Quieren erradicar un fenómeno que tiene que ver casi en exclusiva con el turismo. «La mayoría de las personas que vuelan drones en Gaztelugatxe de forma irregular son extranjeros que vienen de vacaciones». Así lo afirma Aingeru López, operador titulado y uno de los profesionales que pone el grito en el cielo.
«Por este tipo de personas estamos pagando justos por pecadores. A los pilotos que tenemos todo en regla, contamos con el seguro obligatorio e informamos de nuestras intenciones con total transparencia, nos están denegando todos los permisos de forma sistemática», se queja. «El problema es que luego ves en redes sociales multitud de vídeos de la zona tomados por domingueros, que actúan con total impunidad», clama.
La Diputación colocó hace dos semanas carteles en los que se advierte de que están prohibidos los drones en todo el entorno de Gaztelugatze. La ermita se ha convertido en un lugar de peregrinación para el turismo. Sobre todo desde que la serie Juego de Tronos convirtió este escenario en 'Rocadragón'. Y los drones se han popularizado hasta tal punto (han reducido su precio y su tamaño) que es muy tentador lanzar uno al aire para tomarse un buen 'selfie'.
Pero volar un dron aquí, aunque sea de pequeño tamaño, puede tener serias consecuencias. «Los halcones y las gaviotas patiamarillas son muy territoriales», advierte el ornitólogo Gorka Ocio. «Y no sería la primera vez que se lanzan contra un dron que invade su territorio y el animal sufre cortes o amputaciones por las hélices». Fuentes de la Diputación lo confirman. «Ha habido casos con resultado de muerte del halcón». En el entorno de Gaztelugatxe hay dos parejas de esta especie. «Los drones suponen una amenaza todo el año, no solo durante el periodo de cría».
Voluntarios encontraron varios drones entre las rocas en el transcurso de una jornada de limpieza
Sólo con fines científicos
Además, no solo existe un riesgo para la avifauna. La Diputación considera que estas aeronaves suponen también «una molestia» para el resto de usuarios. La zona tiene un sistema de control de acceso para limitar la presión turística. Por todo ello, la Diputación está denegando las solicitudes para llevar a cabo vuelos profesionales. De manera «excepcional» autoriza aquellos trabajos que tienen que ver con la investigación o la gestión del propio espacio protegido. El castigo por incumplir esta normativa puede derivar en multas de entre 3.000 y 200.000 euros, en lo relativo a las molestias a la fauna. A lo que se podría añadir otra sanción de hasta 45.000 euros por parte de la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA) si el vuelo no cumple la normativa (titulación, permisos, seguro...).
Tanto la Ertzaintza como la Guardia Civil han detectado casos en Gaztelugatxe en los ultimos meses. El fenómeno suele acrecentarse con el buen tiempo. En el caso de la Guardia Civil, sus agentes de la unidad Pegaso localizaron recientemente un vuelo ilegal mientras realizaban una patrulla rutinaria de control «del contrabando por la costa». Por este motivo, formularon la correspondiente denuncia ante la AESA.
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