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El mercado de Labayru con tres puestos abiertos. Luis Ángel Gómez

Los mercados municipales de Bilbao luchan por su supervivencia

Atraviesan una situación «complicada» debido al cambio de hábitos, la falta de relevo generacional y la subida en la cesta de la compra

Domingo, 27 de abril 2025, 16:32

Los mercados municipales de Bilbao caminan entre la preocupación y la incertidumbre. Los comerciantes aseguran que la situación es «complicada» debido a los cambios en ... los hábitos de consumo, la falta de relevo generacional y la subida en la cesta de la compra. EL CORREO ha visitado los seis que quedan en la ciudad: el mercado de La Ribera, el de Deusto, Labayru, El Ensanche, Otxarkoaga y el de Trauko. Hace años también formaba parte de la lista el de San Ignacio, pero las instalaciones fueron languideciendo hasta que en octubre de 2023 bajaron definitivamente la persiana. En total, ha cerrado el 27,3% de los puestos que hay en los mercados de Bilbao.

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Los que quedan luchan por sobrevivir en unos tiempos donde cada vez se tira más de supermercado y se dedica menos tiempo a hacer la compra. Los tenderos coinciden en que «hay menos gente», pero la condición es variada en cada uno de ellos y, por supuesto, hay matices. Mientras que las plazas de abastos de La Ribera y El Ensanche caminan con paso más firme, comerciantes de Trauko, Otxarkoaga y Deusto transmiten que «ya no es lo que era». Por su parte, el mercado de Labayru luce un aspecto desangelado y con poca actividad. El pasado lunes solo había dos puestos abiertos: una frutería y una carnicería.

Un tendero calcula el precio de los limones en el mercado de Deusto. Luis Ángel Gómez

El mercado de La Ribera es el más emblemático de la ciudad. Se trata del 'gigante' que sigue manteniendo su fuerza y el único cuya gestión lleva de forma directa el Ayuntamiento de Bilbao, aunque los comerciantes no estén de acuerdo con esa decisión. En el 2023 hubo un total de 2.096.526 entradas. En 2024, la cifra ascendió a 2.334.709. Sin embargo, también sufre. Asier Beato, presidente de la plaza de abastos, señala que «aumenta el número de visitantes pero disminuye el número de personas que compra». «La gente más joven suele venir cuando tiene hijos. Hasta entonces, el tema de la alimentación parece que preocupa un poco menos. Eso sí, cada vez hay más interés por comer menos procesados y alimentarse bien con productos de cercanía. Hay que transmitir a los clientes que el hecho de cortar un filete para ellos es un lujo. No es lo mismo que coger cualquier bandeja del supermercado, que no sabes ni lo que lleva», asegura.

Menos gente

Una de las razones principales del descenso de ventas, según explica Beato, es el cambio en los hábitos de consumo. «Desde casa se tiene acceso a cualquier producto sin tener que moverse y es más cómodo. Además, la configuración de nuestro mercado es complicada, porque no tiene parking y no invita a salir cargado con las bolsas de la compra. El más cercano es el del Arenal y hay una distancia considerada», detalla. Actualmente hay un total de 52 puestos activos y 9 vacíos en el Mercado de la Ribera. «Algunos llevan con la persiana bajada años. La causa de la clausura es que la distribución de la oferta está mal hecha desde el principio. Tenemos lo mismo en las dos plantas. De hecho, todos los que han cerrado están en la segunda. Si los clientes entran y encuentran lo que quieren abajo, no suben», relata.

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Begoña Dávila, comerciante, añade que «los horarios están obsoletos» teniendo en cuenta las jornadas laborales actuales. «Es una guerra que tenemos desde hace tiempo. Creo que se podría abrir un poco más tarde y alargar la hora de cierre. También le falta publicidad. Todavía hay gente que no sabe que los puestos abren por la tarde cuando llevamos toda la vida haciéndolo. Quizás se podrían colocar pantallas informativas para que quede claro que es un mercado de alimentación», expone.

Al tema de los horarios hay que añadirle el factor de que cada vez se dedica menos tiempo a hacer la compra. «Los mayores se van muriendo y la gente joven quiere hacer comidas rápidas. Las costumbres están cambiando y cada vez se hacen platos menos elaborados. La nuevas generaciones suelen venir los sábados porque es cuando tienen libre», relata Adriana Alves, responsable de la tienda de encurtidos El Rincón del Kapritxo, en el mercado de Deusto. Abrió su negocio en 1997 y desde entonces «ha habido subidas y bajadas, pero hace años venía muchísima más gente». A día de hoy solo funcionan 8 puestos en el mercado de Deusto «y otros 8 han cerrado desde que se hizo la reforma de las instalaciones hace unos 20 años», indica la comerciante.

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«Ya no hay tantos carniceros»

La falta de relevo generacional también ha abocado a las plazas de abastos existentes a una situación delicada. En el mercado de Labayru, por ejemplo, hay 5 puestos activos y uno cerrado, pero el pasado lunes por la mañana solo había dos abiertos: una frutería y una carnicería. «Los jóvenes no quieren hacerse cargo y no parece que haya interés. Es una pena, pero es así. Cada vez hay menos gente especializada, y es precisamente nuestro punto fuerte. Orientamos al cliente y sabemos lo que vendemos. En el supermercado coges directamente lo que hay o lo que queda», relata Antonio Aurre desde su puesto de carnicería de la plaza de abastos de Labayru. La misma sensación comparte Ibon Bravo, responsable de un negocio de congelados en el mercado de Otxarkoaga, en el que hay 9 locales en funcionamiento y han cerrado tres.

Una comerciante del mercado de Otxarkoaga, frente a un establecimiento vacío. Luis Ángel Gómez

«Ya no hay tantos carniceros y pescaderos. Si no lo has vivido desde siempre, es muy difícil abrir de la nada una pollería, una carnicería o una frutería», explica. Todo apunta a un cambio de costumbres. Y parece que no hay vuelta atrás. «Llevo 40 años aquí y mis clientas habituales se han hecho muy mayores. Ahora no hacen la comida ellas, sino que van a casa de los hijos a comer. Han cambiado los hábitos. Aún así, vemos que viene más gente joven que antes. En ese sentido estamos contentos», celebra Yolanda Aurtenetxe, vicepresidenta del mercado de Otxarkoaga, que presume de que sus clientes «valoran la carne, el pescado y el pollo al corte».

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Todo suma. La subida en la cesta de la compra también ha causado que los vizcaínos tengan que hacer malabares para cuadrar el presupuesto familiar. «Han subido los precios en artículos de primera necesidad. Siempre ponemos ofertas, pero por mucho que se haga, no va a ser lo de antes», lamenta Lorena Villarán, que regenta la charcutería La Suiza del mercado de Deusto.

«La gente joven no viene hasta que tiene hijos. Parece que la alimentación preocupa poco hasta entonces»

Asier Beato

Mercado de La Ribera

«Los mayores se van muriendo y las nuevas generaciones quieren hacer comidas rápidas»

Adriana Alves

Mercado de Deusto

«Parece que se olvidande los mercados. Se tiende a ir a las grandes superficies»

Isabel Azpitarte

Mercado del Ensanche

«La gente joven no viene nada. Los horarios influyen»

La ubicación también juega un papel importante en los mercados municipales. En ese sentido, el del Ensanche tiene un punto a su favor, porque está situado en pleno centro de Bilbao. Cuenta con ocho puestos activos y una frutería cerrada desde hace 5 años. Sin embargo, han surgido nuevos proyectos. La emprendedora Ariane San Vicente vio en esta plaza de abastos una oportunidad para crear su negocio: una cafetería con propuestas para celíacos. De hecho, uno de los objetivos de abrirlo en el mercado era «animar a los jóvenes a consumir en los puestos de alrededor», según informó a este periódico en una entrevista anterior. Pese a la buena intención, algunos compañeros hacen «un balance negativo» de la situación. Es el caso de Isabel Azpitarte, responsable de una de las fruterías. Lleva 17 años dedicándose al negocio. «Parece que se olvidan de los mercados municipales. Se tiende a ir a las grandes superficies», lamenta. «No es lo mismo de antes, pero creo que puede seguir funcionando», añade Jon Zorroza, que regenta una charcutería familiar en el mismo espacio.

Horario de mañana

Por otro lado, el mercado de Trauko sobrevive «gracias a la gente del barrio». Las instalaciones constan de un pasillo con cuatro puestos; uno de ellos está cerrado por jubilación. A pesar de ser pequeño, la clientela se ha mantenido a lo largo de los años. «Vendemos bien. Eso sí, la gente joven no viene nada. Solo abrimos la pescadería por la mañana, así que el que trabaja no puede venir y por eso va al supermercado», explica José Manuel Santos, responsable de pescadería 'Rosi'.

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