88 menores abandonan el centro foral de Amorebieta al endurecerse las reglas internas
Una veintena de ellos muestran ahora los documentos que acreditan que son mayores de edad
Las mayores medidas de control que se han impuesto en los últimos meses en el centro de menores de Amorebieta ha provocado que 66 jóvenes ... hayan abandonado la instalación, dependiente de la Diputación de Bizkaia, y que otros 22 hayan presentado la documentación que certifica que son mayores de edad y que, por lo tanto, no deben estar ingresados allí. Entre las nuevas reglas que se han instaurado destacan la retirada del móvil y el dinero nada más llegar y la prohibición de salir al exterior durante las dos primeras semanas. Este servicio foral se dedica a acoger a los menores extranjeros no acompañados -conocidos como menas- que llegan al territorio antes de ser derivados a otros recursos más orientados a sus necesidades.
A mediados del pasado mes de marzo había en este centro un total de 211 internos. En la actualidad y tras los cambios introducidosa, el número de plazas ocupadas se ha reducido en 88. Es decir, hay un 58% de jóvenes menos que a principios de primavera, según las fuentes consultadas por EL CORREO. El asunto ha adquirido tal relevancia que ha sido tratado en las comisiones de coordinación sobre menores en las que participan los propios centros, la Diputación, la Fiscalía y la Ertzaintza.
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El centro de menores de Amorebieta reabrió sus puertas a comienzos de este año. Lo hizo tras ser sometido a una reforma después del incendio que sufrió meses antes por la quema de unos colchones. No era la primera vez que esas instalaciones sufrían un fuego intencionado. Con motivo de su reapertura, el Ararteko reclamó a los gestores forales que garantizaran las «condiciones de seguridad y dignidad» de los chicos que están en los distintos programas de acogida. Manuel Lezertua hizo estas consideraciones después de constatar la «sobreocupación» de las instalaciones.
El servicio tiene ahora «un modelo de primera acogida distinto al precedente» y lo gestiona una empresa privada distinta a la anterior.
El dato
211 menores extranjeros
estaban acogidos en el centro foral de Amorebieta a medidados de marzo. Tras el cambio de la empresa gestora, el 42% de ellos se ha marchado de las instalaciones por su propia voluntad o porque acreditan ahora ser mayores de edad.
La compañía ha establecido un nuevo modelo de acogida que, al parecer, no ha gustado a muchos de los menas que estaban internos hasta esa fecha. Uno de los principales cambios es el endurecimiento de las reglas internas. Según las fuentes consultadas por este diario, el régimen es bastante más «estricto» que antes. Varios ejemplos. A los chicos que llegan se les retira el dinero y el teléfono móvil. También deben estar quince días sin salir del centro y, una vez superado ese periodo de 'aclimatación', empezarán a realizar salidas acompañados de educadores.
Una de las claves del modelo de acogida es la progresión. Es decir, los jóvenes van recibiendo más autonomía según van acreditando buen comportamiento. En este contexto, otra de las medidas que se han puesto en marcha es que los jóvenes que se fugan del centro y vuelven después deben empezar desde cero el proceso de inserción. Todo esto ha provocado que un 42% de los menores que había en marzo haya abandonado el centro. Fuentes oficiales del Departamento de Acción Social de la Diputación de Bizkaia rehusaron realizar comentarios al respecto.
El centro de Amorebieta reabrió a principios de año tras ser sometido a una reforma tras un incendio y con nuevos gestores
A los chicos que llegan se les retira el dinero y el móvil y no se les permite salir en dos semanas
Masificación
Uno de los objetivos de todas estas medidas es, precisamente, reducir la conflictividad del centro y, por extensión, no perjudicar a los jóvenes que tienen «verdadero interés» en estudiar e integrarse. Acabar con la «sobreocupación» de los recursos es algo en lo que las principales instituciones llevan años reclamando. La propia fiscal superior del País Vasco, Carmen Adán, ya explicó en 2018 que la masificación de los centros está abocando a algunos chicos a delinquir. «Se ha dado el caso de que menores que no eran infractores, lo sean por la conflictividad en los centros y terminen cometiendo agresiones o daños en las instalaciones», apuntó entonces Adán.
Uno de los objetivos es beneficiar precisamente a los chicos que tienen «verdadera intención» de integrarse
Hace unos meses, en el Parlamento vasco, la máxima representante del Ministerio Público en Euskadi también subrayó la necesidad de que la Ertzaintza impulse una unidad «especializada» en menores y pidió centros «específicos» de internamiento en Bizkaia y Álava para los jóvenes con conductas graves, similares al único que existe en Gipuzkoa.
En esta misma línea, el Ararteko también subrayó la importancia de evitar la «sobreocupación sostenida en el tiempo» de los centros de primera acogida. Lamentó, por ejemplo, la ausencia de un espacio «que desarrolle un programa especializado para adolescentes con problemas de conducta», ya que éstos provocan problemas de convivencia en las instalaciones en las que coinciden con menores que sí quieren integrarse.
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