Tres heridos por fuerte inhalación de humo en el incendio de un pabellón okupado de Sestao: «Es un sinvivir»

Siete personas se encontraban en el interior del pabellón. Cuatro de ellas han podido salir del mismo por su propio pie, mientras que otros tres han tenido que ser rescatados con autoescala por los bomberos. Estos últimos, que han salido «ennegrecidos», según testigos presenciales, han inhalado «bastante» humo por lo que tras ser atentidos por sanitarios 'in situ' en un primer momento han sido trasladados en ambulancia al hospital de Cruces.

Dada la voracidad del fuego, las llamas han amenazado con propagarse al pabellón contiguo, una forja en la que se producen piezas de automoción. «Empezamos el turno a las seis y al poco nos estaban ya sacando a los treinta trabajadores. No se podía ni respirar. Hemos estado en la calle hasta las ocho de la mañana», cuenta Jaime Payo. Según han detallado desde Bomberos Bizkaia, las llamas y el humo comenzaban a filtrarse por una cubierta, pero la rápida actuación de los profesionales ha permitido cortar el conato y evitar que el fuego avanzase.

El incendio, cuyas causas aún se desconocen, se ha dado por extinguido sobre las siete de la mañana. A continuación se ha procedido a llevar a cabo labores de ventilación en toda la zona afectada. No obstante, efectivos de bomberos han tenido que regresar sobre las 10.00 después de que unas llamas se avivaran en la planta baja. Una situación que preocupaba enormemente a las tres familias del bloque contiguo, que ya fueron desalojados de madrugada. «Vivimos en un edificio de madera, que tiene más de cien años, y cualquier chispa que salte puede liarla gorda», relatan a este periódico.

Aseguran que el pabellón abandonado, una antigua empresa de congelados de pescado, Bilbomar, lleva unos 20 años sin actividad y más de una década con okupas en su interior. «Esto es un sinvivir, ya hubo otro incendio hace años, que también nos sacó de la cama y tuvimos que salir con lo puesto. Los que están van cambiando pero entre ellos se pelean, se apuñalan, tiran los excrementos fuera... La comunidad ha denunciado esta situación muchas veces pero nadie hace nada, y algo así se veía venir», remarca José María Cos. Su pareja, Luci Herrero, se percató de que algo estaba ocurriendo mientras tomaba un café, cuando todavía no había amenecido. «Estaba al lado del balcón y empecé a escuchar ruidos y voces fuera».

Otra de las vecinas, Loli Hoces, la que dio aviso al 112, asegura que se llegó a escuchar «una explosión». «Vinieron rápido pero si llega a ser más pronto y nos pilla a todos en la cama y no nos enteramos salimos ardiendo». «Todos los días hay peleas, navajazos... Cuando vienes no sabes lo que te vas a encontrar», relata Rosi González, afirmando que la sociedad gastronónima que tiene un txoko en su edificio, en el antiguo bar de Felipe, ha tenido que poner cámaras y alarma, por un intento de robo. «Esto es insoportable», destaca Juan Carlos Herrero, quien apunta además que el bloque está fuera de ordenación.

Desde el Ayuntamiento de Sestao afirman que el pabellón es propiedad de una empresa privada y que su okupación «estaba judicializada». «El proceso de lanzamiento estaba ya en la fase final, de modo que el desalojo del edificio se iba a producir a corto plazo», aseguran fuentes municipales. «Nos consta que ha habido una vigilancia especial de Policía Local y Ertzaintza en la zona a raíz de escuchar las inquietudes de los vecinos», han añadido. Según ha podido saber este periódico, en una ocasión los agentes encontraron en el interior de esta antigua empresa numerosos objetos que habían sido robados en varios asaltos por distintos comercios del cercano barrio de Urban, en Barakaldo.

Desde la asociación de vecinos Kaiku Sestao, que engloba a las nuevas viviendas que se han construído en los últimos años en esta zona, conocida como La Punta, han afirmado que llevan desde hace meses advirtiendo de la tensa situación que se vive en este punto, con «robos con violencia a vecinos, suciedad, inseguridad constante…», que estaba afectando a la convivencia. «Se trata de una realidad que era conocida tanto por el Ayuntamiento como por las fuerzas y cuerpos de seguridad (Ertzaintza y Policía Local). Pese a las reuniones mantenidas, nos transmitieron que estaban atados de pies y manos por las leyes actuales, que dificultan enormemente la desocupación de este inmueble», han remarcado.