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A pesar de la lluvia, Balmaseda ha viajado al pasado ocho siglos atrás y se ha llenado de magia con su ya tradicional mercado medieval, un referente a nivel estatal. Esta XXV edición, patrocinada por EL CORREO, reúne este fin de semana en las calles del casco histórico a miles de visitantes que desafían al mal tiempo y se acercan a los más de 200 puestos artesanales y gastronómicos, encuadrados entre edificios históricos engalanados para la ocasión. La oferta no se queda ahí, los callejones también obsequian con animación musical, tabernas, talleres de artesanía y juegos infantiles.
Juglares, gaitas, bufones, bailarinas, magos… Un espectáculo del que no se puede quitar el ojo en cada esquina. Cualquier rincón sirve como el mejor escenario. La compañía madrileña Turdión fue la encargada de abrir la jornada del sábado y recibir a los más madrugadores con su música céltica. Son repetidores después de probar el año pasado. «Nos encantó, es un sitio en el que el entorno acompaña. Vamos a muchas ferias y no en todas se da. Aquí el público es muy acogedor. Apreciamos que participen, bailen y se unan a nosotros», confiesa el gaitero Miguel Sagrado. Los grupos musicales se van turnando para que siempre haya ambientación. Y este año, a Turdión les tocó «a primerita hora para ir despertando al pueblo, que se vayan acercando». A unos metros de ellos, los malabaristas deleitan con sus trucos a un absorto público infantil que no pierde detalle de las bolas, los aros y las mazas.
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Los txikis son los que mejor se lo pasan y el motivo de muchas familias para acudir al completo. «Venimos todos los años desde que tenemos al crío, hay muchas cosas destinadas a ellos. Y también para llevarnos algo de comida», explicaba Pablo, procedente de Algorta, quien lamentaba no haber podido llegar antes que la lluvia. Con todo, admitía que su misión era «hacer acopio de buenos quesos». Un plan parecido al del joven bilbaíno Mikel. «Ver los puestos, echar el día, comprar un quesito…», relataba en los soportales de la plaza San Severino donde se refugiaba del agua.
A mediodía ha tenido lugar la representación popular del día que se fundó la villa más antigua de Bizkaia. 400 vecinos ataviados con trajes medievales han participado en la reconstrucción de ese momento, con gran deleite del público. «Hemos andado justos con la lluvia pero al final nos hemos librado. Para nosotros es algo muy especial, como la Semana Santa», expresaba aliviada Julia Torre, quien interpretó el papel de tabernera. Por su parte, Iñaki, que este año le tocó «hacer bulto» de figurante, ilustraba que todo el pueblo colabora en los eventos más importantes de Balmaseda: el Vía Crucis, San Severino y el mercado medieval. «Es un día precioso y con gran ambiente, lo pasaremos con la cuadrilla y la familia», añadía.
Los más de dos centenares de puestos ofrecen propuestas muy diferentes, todas ellas de productos artesanales. Jabones, embutidos, dulces, especias, orfebrería, bisutería... «El pan es siempre lo más buscado y en segundo lugar las empanadas, por encima de los dulces. Podemos vender 200 hogazas en un buen día», reconocía Alex de la panadería Forno de Lugo, quien aprovechó para elogiar la arquitectura de Balmaseda, «un castillo enorme». En la alfarería de al lado un cartel invita a hacer tu propia pieza de barro.
Entre las novedades de este año un puesto de acuñación de monedas atrae a gran cantidad de curiosos. Mayores y pequeños han respondido a la llamada del artesano, que enseña cómo se hace una medalla. Por dos euros pueden elegir un dibujo para la cara y otro para la cruz en un catálogo de 30 propuestas en el que hay desde signos del zodíaco o el lauburu hasta Pikachu, Darth Vader o el escudo del Athletic -el más solicitado-. Una vez elegidos, el orfebre toca la campana con arte para a continuación dar un martillazo que hunde el molde y marca el metal redondo. «Mi amigo venía a por un botijo y ha acabado haciendo monedas», bromea una espectadora.
Este domingo Balmaseda será todavía territorio medieval hasta que al atardecer un espectáculo de música y fuego, que todo lo purifica, ponga el broche de oro a este viaje a la época feudal.
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