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Si hay algo que molesta sobremanera es que los decibelios se disparen y arruinen la tranquilidad de los residentes. Gritos, conversaciones altas, música elevada... Son algunos de los motivos que más llamadas provocaron el año pasado en la Policía Local de Getxo. En total, los agentes anotaron casi 800 incidencias por este motivo. Crecieron las relacionadas con denuncias en bares y en la propia calle. Y para atajar esto, la guardia urbana – en colaboración con los técnicos de Disciplina Urbanística– visitarán una decena de locales hosteleros para conocer si incumplen la normativa sobre insonorización.
Romo es la zona que más incidencias acumula. Es algo habitual año tras año y un dato que no para de incrementarse desde hace varios ejercicios. Influye que es una de las zonas de ocio más destacadas de Getxo. Y eso tiene consecuencias. Los vecinos están abocados a vivir con menos tranquilidad. Durante los últimos tres años se han disparado un 125% las molestias, hasta recoger la guardia urbana solo en este barrio 167 actas. «Soportamos todos los ruidos de diferentes bares, locales y las terrazas. La música está hasta altas horas de la noche, incluso en los locales que comenzaron con más cuidado se nota el cambio. Los veladores cada vez son más largos e incluso hay algunos hosteleros que sirven desde la barra, a través de ventanales de grandes dimensiones», denuncian residentes de la calle Santa Eugenia. Llevan tiempo recriminando que esta última zona se ha llenado de «peleas y trapicheos». Señalan a «cinco bares» como responsables de la situación.
Hace quince días la Ertzaintza, en colaboración con las Policías Locales de Getxo y Leioa, detuvieron a seis personas en una operación antidroga en la que se utilizaba un bar de Romo como lugar de venta. Los detenidos también usaban una vivienda en esta misma zona y un segundo domicilio en la vecina localidad de Leioa. A finales del año pasado un hostelero salió de un bar con un cuchillo en la mano y se puso a perseguir a dos clientes.
Lonjas juveniles
Algorta y Las Arenas también tienen su papel en las estadísticas. Ayudan a engrosar los datos, aunque en ambas es cierto que descienden. La nota discordante fue Santa María de Getxo, donde se duplicaron las quejas. Por el contrario descendieron las llamadas relacionadas con molestias en establecimientos comerciales– dos menos– y en lonjas o garajes– 31 frente a las 54 de un año antes–. También bajaron una veintena, hasta 161, los ruidos en viviendas. Eso sí, las lonjas juveniles volvieron a ser un quebradero de cabeza para los getxotarras con 33 incidencias, aunque se levantaron finalmente 15 actas, una más que doce meses antes. Los barrios de Romo y Algorta fueron los que concentraron la mayoría de quejas, aunque en la segunda zona pasaron de 29 a 18 las llamadas vecinales. Neguri y Las Arenas por su parte notificaron dos cada uno. Un año antes ninguna.
El volumen de denuncias obligó a los agentes a tirar de mediciones. Realizaron 27 sonometrías, cuatro más. «Acuden, comprueban y actúan en consecuencia. Los ruidos y, como resultado, las molestias, son uno de los motivos que preocupan a nuestra ciudadanía», señalan desde el cuerpo policial. Cuantificar la intensidad del sonido y evaluar si supera lo permitido cuando se produce en el ámbito privado es más complicado. El alcance de la actuación es «limitado», según reconocen los agentes. «Se media entre las partes y, si lo solicitan, se actúa como testigos cualificados ante una posible demanda judicial», aseguran.
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