Los brotes de Mungia llevan a la Diputación a adelantar dos meses el cribado en los centros sociosanitarios de la comarca

El escenario ha cambiado por completo en Mungia, la alerta ahora es máxima. Este municipio ha visto cómo en las últimas fechas el virus se ha colado con fuerza en sus calles con brotes además en un bar, un colegio, una residencia y el cuartel militar. Las pruebas en la última semana arrojan un total de 107 positivos. La situación desatada preocupa a la Diputación. Teme que el patógeno gane fuerza en la comarca y pueda dar forma a una ola que termine por atacar a las personas mayores, el grupo más vulnerable.

Para cerrar la puerta a ese escenario, el ente foral se ha adelantado y ha movido la primera ficha. Este viernes ha activado el plan preventivo diseñado para buscar posibles positivos, en este caso entre profesiones de 20 centros sociosanitarios (residencias y centros de atención diurna) de personas mayores y con discapacidad de Mungialdea y el Txorierri. Así, 649 trabajadores del sector han sido citados para someterse a la prueba PCR y detectar portadores del virus que luego pudiesen introducir el patógeno dentro del centro. La jornada ha concluido con 559 test realizados.

La herramienta no es nueva, anteriormente se aplicó en Gernika y Amorebieta. Incluso ya estaba contemplado en el calendario que se desarrollase en Mungia. Pero no ahora. El testeo masivo debía llevarse a cabo en noviembre pero el marco actual ha llevado a tener que adelantarlo de urgencia. Así lo reconocía Sergio Murillo, diputado de Acción Social. «A Mungia le tocaría dentro de dos meses en un escenario normal».

Los pasos se han acelerado y Mungia instalaba ahora la carpa en la que los trabajadores han ido uno a uno sometiéndose a la prueba. Los primeros llegaban a las 8.30 horas, los últimos abandonaron el recinto a las 17.30. A la conclusión de la mañana ya habían acudido más de 250 personas, los cuatro trabajadores sanitarios –se instalaron dos carpas en el recinto ferial- y los dos voluntarios recibieron al resto en la segunda mitad de la jornada.

El goteo ha sido cada media hora, se les citaba así para evitar grandes colas a la entrada. En esa fila se han podido ver a los trabajadores de la residencia San José Etxe Alai de Mungia, donde la semana pasada saltaron las alarmas tras detectarse 21 casos. «Esto es genial para descartar más contagios, aunque todo está muy controlado y en el centro se toman muchas medidas de seguridad. Pero hacían falta estas pruebas por los mayores y por responsabilidad», comentaba tras la prueba María José Redondo.

En otro grupo llegaron Mercedes Otsoa e Isabel Simón. La primera también trabaja en una residencia, en este caso en Aitzea, en Gamiz. Reconocía que estas pruebas son un «alivio» y que «te hacen sentir más segura», aunque pedía no bajar la guardia y «seguir respetando las normas». «Nosotros trabajamos en piña y eso nos ha permitido no tener ningún caso», apuntaba.

Simón también se sometió a la prueba, aunque no por trabajar en una residencia. El testeo también fue dirigido a aquellos que cuidan de las personas dependientes, en su caso lo hace en el colegio de educación especial Zabaloetxe Goikoa de Loiu. «Tienen parálisis cerebral y no pueden llevar mascarillas. No hacernos estas pruebas sería un problema para ellos», razonaba.

En esa línea dirigía su mensaje Murillo para hablar sobre los centros de mayores, una defensa que se ha visto rota por momentos. «Quienes ahora pueden introducir el virus en las residencias somos los profesionales. A estos centros llega en un margen de siete a diez días el reflejo de lo que pasa en la sociedad», abundaba en un mensaje en el que remarcaba la importancia de la «prevención». «El riesgo cero no existe, pero frenarlo depende de estas PCR», concluía.