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El viernes 5 de enero, víspera de Reyes, Ana Manzano y su marido, Ramón Abuin, salieron de su casa de Bilbao en dirección a Loiu. ... Llevaban dos maletas y dos bolsos de mano. Tenían billetes para Cancún, previa escala en Madrid. El objetivo era pasar unas vacaciones tranquilas en el Caribe. «Solemos empezar el año cargando pilas en un sitio con sol», cuenta esta doctora, natural de Bermeo, de 51 años. La pareja facturó sus pertenencias en uno de los mostradores del aeropuerto de Bilbao. Ayer, ocho días después, a sólo unas horas de coger el vuelo de regreso a casa, sus equipajes aún no habían llegado al hotel. Ahora que se iban, el de Ana había arribado justo al aeródromo mexicano. «Hemos estado casi con lo puesto y con cuatro cosas que nos compramos el primer día».
¿El motivo? La huelga del servicio de 'handling' de Iberia dejó entre 3.000 y 4.000 bultos en tierra, según una estimación de los sindicatos. La aerolínea asegura que «el 90% de los equipajes alcanzaron su destino en 24 horas». Pero lo cierto es que siguen conociéndose casos de viajeros que han recuperado sus objetos personales varios días después del fin de la huelga (acabó el lunes). Incluso hay clientes, como Ana y Ramón, que todavía ayer sufrían las consecuencias de las protestas y seguían de vacío.
En conversación telefónica desde México con EL CORREO, el matrimonio bilbaíno asegura que nunca pensó que se iba a encontrar con una situación así. «Sabíamos que había movilizaciones, pero antes de salir hicimos algunas consultas por si acaso y nuestro vuelo a Madrid con Iberia estaba entre los servicios mínimos. En teoría no tendríamos que haber tenido problemas». Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que se llevaron «una desagradable sorpresa» cuando ya dentro del avión, el piloto les comunicaba que iba a despegar con la bodega vacía. «Nos dijo que si aguardábamos a las maletas podríamos estar tres horas de espera y que no estaba dispuesto. Hubo gente que se bajó de la aeronave».
Ana y Ramón volaron a Cancún con solo dos bultos de mano. «Llevábamos lo justo: sobre todo cosas de tecnología, como los móviles, cargadores y una tablet. Además yo tenía tres libros y algunas medicinas». ¿Y de ropa? «Prácticamente nada. De hecho lo que teníamos puesto, que era todo de abrigo, no nos iba a servir en el Caribe». En Barajas, durante la escala antes de cruzar el charco, ambos aprovecharon para comprar algunos objetos de higiene personal.
El primer día en México, la pareja se acercó a un centro comercial. Adquirieron sobre todo bañadores y chancletas. El problema es que tampoco se prodigaron demasiado porque pensaban que sus maletas llegarían pronto. «Lo que sí hice fue comprar todo lo necesario para mis lentillas porque tenía miedo de que se me estropearan las que uso y los repuestos estaban en el equipaje. Y menos mal».
Lo que no esperaban es que ayer, tras ocho días en Isla Mujeres, a poco de embarcar, recibieran la primera noticia sobre sus pertenencias. «Me han llamado para que pase por el aeropuerto de Cancún y recoja mi maleta, que llegó ayer (por el jueves). Si no lo hago, la enviarán a México capital. Parece ser que la de mi marido lleva allí tirada varios días, sin etiqueta», se quejaba Ana. «Hemos tratado de disfrutar del viaje. Nos hemos reído al ver casi todas las fotos con la misma ropa, pero también es verdad que es una faena lo que nos han hecho, sin tener culpa de nada. Varias veces al día miramos el móvil por si llamaban para saber del equipaje... El seguro de viaje tampoco se ha hecho cargo. Reclamaremos».
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